Mis primeros 25 años en LLYC

Nunca me acuerdo en qué día exacto empecé a trabajar en LLYC , pero sé que era agosto. José Antonio Llorente Herrero me pidió incorporarme inmediatamente y yo le dije que, al menos, me tomaría una semana de vacaciones. Me acuerdo de la ropa que llevaba el día de la entrevista y, sin embargo, no del día que empecé en la firma. La memoria es juguetona. También sé con certeza que este año hace 25 de aquel verano. Una vida. Una carrera. Un principio. 

25 años después, un privilegio por encima de muchos. El de haber conocido y trabajado con gente fantástica . Voy a intentar mencionar a muchos, a todos los que Linkedin me deje. Aún así, me faltarán muchos por destacar, les pido disculpas anticipadas. A otros, para que os voy a engañar, les he dejado fuera intencionadamente. Los que no me enseñaron nada o lo que me mostraron lo que no quiero ser. Han sido los menos. Muchísimos más los que me han regalado su tiempo, su confianza, sus consejos, su ayuda. A todos ellos y todas ellas, gracias. 

A medida que iba escribiendo en estos días de verano, el post se ha convertido en una especie de serial. No quisiera que fuera una colección de recuerdos nostálgicos (“yo tenía una granja en África…”), me encantaría que lo que he ido aprendiendo en el camino inspirara a alguien a dedicarse a esta profesión que a mi me sigue encantando, a sumarse a una compañía que le ofrezca tantas oportunidades como a mi me ha dado LLYC y a tomar decisiones, aunque sean arriesgadas, que le hagan crecer y disfrutar el camino tanto como lo estoy haciendo yo.  

Mi vigésimo quinto año en la firma es el primero sin José Antonio. Le estoy viendo recordarme que “nadie dijo que fuera fácil”. Ya lo sé JALL, pero contigo era un poco menos difícil. O así lograbas que pareciera. A quién se le ocurre morirse. 

Sin embargo, esta historia empieza un poco antes. Empieza cuando, al volver de unos meses en Holanda y terminar la carrera, llegó el momento en el que, como rimaba Gil de Biedma, la vida empezó a ir en serio, aunque yo me diera cuenta más tarde. 

Mañana, el primer “capítulo” (tranquilos, son cortitos): Yo tenía una oferta mejor.