Gonzalo, el Conquistador.

Gonzalo, el Conquistador.

Quien mira hacia afuera sueña, quien mira hacia adentro despierta”. C.J JUNG

Lucía tenía una rutina los domingos cuando sus hijos estaban con el papá, iba a visitar y almorzar con su abuela Sara cincuenta años mayor que ella.

Es que Gonzalo (sin siquiera intentarlo), la hizo sentir cómoda. Él habla mucho, y le preguntaba si había visto sus ejercicios teatrales.

-No, solo vi el del mexicano, (No le iba a confesar que lo había espiado).

-Ah te puedo mostrar uno que hice?

-Claro.

Gonzalo le acerca el celular, y aparece un video en Blanco y negro. Era la escena del café de la película “La Tregua”. "El personaje de Alterio comienza: "Este encuentro no es casualidad, hace una semana que vengo todos los días aquí, ustedes dijo que pasaba para ir a la casa de una amiga, se acuerda?"

"Me hace muy mal decírselo, pero usted podría ser mi hija".

Ni bien escuchó esa frase, se acercó sin darse cuenta al celular para ver más de cerca. De golpe se le anudó la garganta, y en el intento de descomprimir su angustia, unas lágrimas empezaron a salir sin que ella pudiera evitarlo. La escena le choqueó.

-E y!, qué pasa, le preguntó con total candidez.

-Nada, bah, sí…responde esquiva, muy bueno el ejercicio. Qué bien lograste ese clima íntimo.

Gonzalo le acerca un pañuelo y le seca las lágrimas.

-Chiqui, qué bueno que te guste.

Lucía estaba transitando un momento de vulnerabilidad, tantos meses de encierro la llevaron a contactarse con las personas en pantallas, y Gonzalo era real estaba allí. Tan alegre, y divertido y sobre todo estoico. Ella temía que su fragilidad pudo incomodarlo, pero no fue así. Mientras estos pensamientos cruzan la mente de Lu, él piensa cómo continuar la cita.

-¿Lu, te gustaría almorzar conmigo, o estás con otro compromiso?

-¡Tengo que irme a las 15 hs. con mi abuela, almorcemos!

Ambos caminan al auto que estaba estacionado cerca, él le abre la puerta. Cuando están dentro Gonzalo quiere impresionarla y repasa lugares copados para ir. La estaban pasando bien, y la sensación era seguir. Cuando llegan al barrio de Palermo Hollywood Gonzalo se baja y le abre la puerta. Lucía sintió que estaba con un hombre y no pudo mirarlo con otros ojos.

Él le contó que había salido con una mujer que lo criticó porque no la buscó por la puerta de su casa y ella casi se rompe los tacos Fendi.

-En serio te dijo eso?!, Na me muero de risa, si querés Gonzalo ahora que somos amigos yo te puedo dar unos tips para que no salgas más con brujas. Ríe. Y continúa su exposición del caso: “A quién se le ocurre!, no es para vos ese tipo tan superficial, vos que Sos sensible.

-Puede ser. Quiero decir, eso de ser amigos. Gonzalo se relaja, ya empiezan a empatizar y contarse cosas más personales.

Se habían sentado en una terraza muy linda y con una resolana que ayudaba a pasar el día sin frío. Él tenía unas gafas oscuras negras, y ella se las pidió cuando el sol le daba de cerca.

-Te quedan muy bien!

- ¿Me sacas una foto?

-Sí.

El almuerzo había terminado, Gonzalo le ofrece un café.

-Tenes que irte ya? ¿La estamos pasando bien, ¿no?

-Sí muy. Mi mamá me canceló la ida de mi abuela, así que déjame que te invito yo.

-No, Lu, como dijiste en la clase. (empieza a imitarla) “Yo salgo con proveedores”. Ambos ríen.

Es cierto que a Lucía no le gustaba pagar en la primera cita. Le daba inseguridad que el hombre no quisiera agasajarla en un primer encuentro. Lucía cayó en cuenta que en lugar de salir con un compañero de teatro, ambos estaban “Jugando a salir, sin decir que era una cita.

Pagó el café cuando se acercó la moza, y no lo dejó sacar la tarjeta de la billetera.

-Gracias por el café, Lu.

Una brisa suave y fría invade la terraza, son las 18 hs.

-Te parece que vamos yendo?

-Sí.

Cuando Gonzalo llega a la puerta de la casa de Lucía tenía una única certeza. Había finalmente conocido a Lu, y era tan sexy como se imaginó.

Lucía también tenía una certeza, el mexicano le gustaba, pero seguía resistiendo la idea de algún romance.

-Gonzalo, quería decirte algo, empieza a balbucear mientras Gonzalo estaciona y la mira. Decirte que la pasamos muy bien y podríamos, no se a vos qué te parece ser amigos. Yo no quiero otra cosa ahora en mi vida.

Gonzalo se sorprende, ¿Te propuse alguna cosa?

En ese momento las cartas ya estaban echadas, aunque ninguno lo sabía.

                                                                *

 

 

 

 

 

 

Virginia Mallo

Coach de Desarrollo Profesional |Periodista. Potencio y Acompaño a personas en su proceso de cambio de MindSet.

2 años

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