Hablando en Público: La Importancia del Costo Hundido
Para poder ganar, hay que saber perder. O mejor aún, saber reconocer cuando se perdió.
Dicen los que saben (Wikipedia) que el Costo Hundido es la suma de aquellos costos incurridos en el pasado y que no pueden ser recuperados. En otras palabras, la plata que ya se fue.
Es un error común aferrarse al pasado y seguir tratando de reflotar lo que se perdió, como ese jugador que dejó los calzones en la ruleta pero sigue jugando pensando que la suerte lo va a recompensar porque ya perdió lo suficiente. Lamentablemente la Suerte sabe más de Estadística.
La recomendación de los expertos es siempre la misma: borrón y cuenta nueva, asumamos la pérdida y sigamos adelante. Pero es mas fácil decirlo que hacerlo.
Hace poco presencié una conferencia donde el expositor creyó que debía aprovechar al máximo el tiempo que le asignaron, y entonces se dedicó a comprimir en 30 minutos todo lo que creyó que debía decir y un poco más.
Como en muchos órdenes de la vida, al hacer una presentación menos es más. Es preferible transmitir en un par de conceptos centrales y enganchar al público para que profundice (si le interesa) que tratar de comprimir la Biblia, los evangelios apócrifos y todos los libros de Dan Brown en una servilleta de papel.
Resumiendo: se pasó de hora, agradeció una vez, dejó un espacio para preguntas (nadie preguntó nada), agradeció otra vez, y como no hubo preguntas siguió exponiendo "solo un par de ideas más"... mientras el público sólo pensaba en el café que esperaba en la sala contigua.
Aquí es cuando el orador debe reconocer su error y actuar en consecuencia. Si nos extendimos más de lo debido (y lo sabemos), o si notamos que el público no nos está escuchando (y eso siempre se nota)... simple, recortamos lo que queda, resumimos la idea central (se supone que tenemos una) y fin de la tortura.
Debemos aprender de nuestros errores para seguir avanzando. O como diría Paulo Vanzolini: "Levanta, sacode a poeira e dá a volta por cima".