Hacele el amor a tu liderazgo 🦎
Tantos libros, cursos y herramientas intentan enseñarnos cómo liderar, ofreciendo fórmulas que muchas veces parecen definitivas. Desde modelos autoritarios hasta otros tan colaborativos que pierden el rumbo, cada uno tiene algo que ofrecer, pero también sus límites.
Hoy quiero compartir un poco de mi experiencia acompañando líderes, las dificultades que he visto y cómo, al optar por “hacer el amor” en lugar de “hacer la guerra”, podemos encontrar algunas otras miradas del liderazgo. Un estilo que permita a los equipos dejar atrás el rígido “esto es así y punto” para entregarse a un proceso más dinámico, más humano, más parecido a esos momentos íntimos y sexuales en los que un beso, una caricia, o un gesto pueden cambiarlo todo.
Del mismo modo, una palabra, un movimiento, o mostrarnos vulnerables como líderes puede transformar la percepción que otros tienen de nosotros y abrir nuevas puertas. A partir de esta idea, quiero compartirles algunos arquetipos de liderazgo que he observado, con sus luces y sombras:
Líder púber:
Esa líder que acaba de llegar al rol, todavía con la energía desbordada de quien quiere demostrar que sabe, que puede. Quiere ser vista, respetada, temida quizá.
El equipo, como quien está en su primera cita, la observa con cierta desconfianza, midiendo cada gesto, cada decisión.
🌞 Nos ilumina su entusiasmo es contagioso, su pasión es evidente, y eso puede motivar.
😶🌫 puede ser rígida, tratando de imponerse incluso cuando el equipo tiene mucho para enseñarle. En ocasiones, ese ímpetu choca con "lobas viejas" del equipo que, sin tener su puesto, saben cómo manejar los hilos desde las sombras y morder si es necesario
Líder apasionada
Ya pasó su pubertad de liderazgo, aprendió de experiencias decepcionantes y disfrutó de otras memorables. Tiene cicatrices, pero también sabiduría. Se mueve con más calma, aunque sigue midiendo el terreno. Sabe que liderar no es un camino de rosas, pero ha aprendido a disfrutar del viaje.
🌞 tiene la capacidad de adaptarse, de escuchar y aprender. Su experiencia la convierte en alguien a quien se puede recurrir en momentos críticos.
😶🌫 a veces, la inseguridad permanece; la sensación de estar siempre siendo evaluada no la deja relajarse del todo, como si aún necesitara probar su valor constantemente.
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Líder veterana
Ella ya lo ha visto todo. Va al frente con seguridad, a veces con cierta arrogancia. Sabe qué le funciona y qué no, y rara vez se desvía de su fórmula. Los desafíos le parecen pequeños, casi irrelevantes, y el equipo lo sabe. La mima y la cuida, pero también, de vez en cuando, le da un pequeño “mordisco” para recordarle que sigue aprendiendo.
🌞 tiene una sabiduría que solo da la experiencia, y su confianza suele generar tranquilidad en el equipo.
😶🌫 su exceso de seguridad puede hacerla descuidar las nuevas dinámicas, perdiendo oportunidades de innovar.
Entre estas categorías hay muchas más, porque los estilos de liderazgo son tan variados como cada persona. Elegí esta analogía porque liderar no es muy distinto a los vínculos íntimos que construimos.
Hay una asimetría que no podemos ignorar, pero sí podemos transparentar para construir relaciones basadas en acuerdos, respeto mutuo y deseo compartido de crecer.
¿Tendrá el BDSM algo para enseñarnos?
Agradezco que no exista una “bala de plata” para el liderazgo. Los vínculos que creamos desde nuestra vulnerabilidad y humanidad, abrazando los conflictos y aprendiendo de ellos, nos permiten construir dinámicas saludables y también dinámicas tóxicas.
Porque liderar, como amar, no es un acto perfecto, sino un constante ir y venir, lleno de aprendizajes.
Ojalá, como en un orgasmo, cada interacción sincera nos libere tensiones y nos llene de esperanza. Y cuando no funcione, no desesperemos: siempre habrá otra oportunidad de mirarnos a los ojos, conectar y empezar de nuevo.