Hagamos activismo positivo:

Hoy me tocó participar de un panel, junto a Carolina Trivelli y Rolando Arellano, en CADE Universitario 2019 para compartir ideas sobre el desarrollo del Perú.

Como parte de la dinámica, pregunté a los asistentes (alrededor de 600 jóvenes de los últimos ciclos universitarios de todo el país) ¿Quiénes tenían interés en ocupar puestos públicos y trabajar en el Estado? se pararon cerca de la mitad, sino más, de los chicos y chicas presentes expresando su voluntad de servir desde el Estado. Grata noticia que nos da esperanza para lograr un país más desarrollado y mejor para todos.

Luego pregunté quienes quisieran ser presidentes del Perú y casi 50, entre chicos y chicas, expresaron su voluntad de asumir ese reto, parándose sin dudarlo para mostrar su firme decisión.

Recordé de inmediato en cuantas conversaciones he escuchado que hay que estar loco o ser corrupto para entrar en política, y la verdad es que, viendo los ejemplos de hoy, agradeceríamos que hubiese algunos locos en la política quitando sitio a los otros.

Por ello, es tan reconfortante y esperanzador que estos jóvenes quieran participar del Estado y hacer política. Que quieran cambiar el statu quo y transformar nuestro país en uno desarrollado sobre bases sólidas de compromiso, equidad, respeto, solidaridad, integración y capacidades tecnológicas; que fueron los valores que más destacaron durante el intercambio de ideas tanto en el panel como durante la participación de los jóvenes cadeístas.    

Terminada la sesión, me quedé con una idea: tenemos la oportunidad de hacer un nuevo tipo de activismo; uno que deje de enfocarse en la queja (a la que nos llaman los "líderes" de hoy) y canalice la energía de los jóvenes hacia acciones positivas en favor del bien común, acciones tan simples como respetar las reglas de tránsito, evitar colarnos en una fila, preferir comprar a quienes son formales y pagan los impuestos que nos permiten sostener hospitales, carreteras, y demás servicios para la ciudadanía, tratar con respeto a nuestros semejantes – en especial a las mujeres- erradicar la discriminación, etc.

Por otra parte recientemente revisé un estudio, realizado por Isil /Aprende haciendo, que registra que los Centenials -como los participantes en este #CADEuni- privilegian a las empresas con propósito (48%) y a las que brindan una mejor calidad de vida a sus empleados (52%), como un lugar ideal para trabajar.

No podemos seguir orientando la energía de la juventud a la protesta permanente o al reclamo (muchas veces justo, pero pocas veces con soluciones aterrizadas). Debemos contribuir a que esa energía impulse y potencie su auténtica voluntad de mejorar nuestra patria y hacerla más grande. La juventud no ve la convivencia responsable, o la sostenibilidad, solo como una aspiración, ellos la viven con convicción como su opción para tener un país más justo y con más oportunidades.

Hagamos nuestra tarea, apoyemos a los jóvenes que quieren ser nuestros próximos líderes y hagamos, junto a ellos, activismo positivo para iniciar el cambio que por años venimos pregonando.