¿Hasta cuándo las vas a bancar?

¿Hasta cuándo las vas a bancar?

Tiempo de lectura: 2:00 minutos (que te dejarán pensando todo el día)


#CEOSDELFUTURO es el newsletter donde envío mis consejos y experiencias para quiénes están creciendo en su carrera como fundadores o directivos.


¿Hasta cuándo las vas a bancar?

Hace poco escuché una historia que me dejó pensando todo el día.

¿Viste cuando algo te da vueltas y vueltas en la cabeza y sabés que hay algo en el fondo que tenés que descubrir? Bueno, así.

Un pescador norcoreano se despistó un día en medio de la niebla y sin darse cuenta, se acercó demasiado a las costas de Corea del Sur.

De repente, su radio captó una emisora desconocida que contaba un chiste sobre dos vecinos peleando por un lugar de estacionamiento.

El pescador, en su mundo, no pudo evitar reírse. ¿Cómo iba a haber tantos autos como para que estacionar fuese un problema?

Pero el chiste fue mucho más que una simple risa. Fue una semilla.

Al tiempo, este pescador terminó emigrando a Corea del Sur, porque algo en su interior despertó.

De repente, cuestionó todo lo que había asumido como verdad. Y ese chiste fue el detonante.

Ahora, ¿por qué te cuento esto?

Porque, así como ese pescador, nosotros también vivimos atrapados en ideas que creemos propias pero que, en realidad, nos inculcaron.

¿Cuántas de esas ideas realmente pasaron tu filtro crítico? “El trabajo no es para disfrutar”, “el dinero corrompe”, “necesitas seguridad antes que todo”.

Son verdades absolutas… ¿o tal vez sólo son excusas que nos hemos repetido para no cuestionar el sistema?

La realidad es que estamos rodeados de ideas limitantes que, como una niebla, nos confunden y nos impiden ver otras posibilidades. Hasta que algo —un chiste, una frase, un momento— nos abre los ojos.

Las ideas que llevás en la cabeza: ¿son tuyas o de alguien más?

Vivimos en una época de transformaciones brutales. Lo que hoy creemos cierto sobre el trabajo, el liderazgo o el dinero, mañana puede quedar obsoleto.

La tecnología nos cambia el juego y nos obliga a adaptarnos.

Pero, ¿y si la mayor revolución pendiente no está afuera, sino adentro nuestro? ¿Y si tenemos que desaprender para empezar de nuevo?

El problema es que la mayoría sigue avanzando con una especie de “pilotito automático”.

Nos acostumbramos a ideas heredadas que nunca pusimos realmente en duda, como un “software” instalado de fábrica.

Y claro, como pasa con cualquier software viejo, llega un punto donde lo nuevo ya no es compatible y quedamos obsoletos.

¿Cómo desinstalás esas ideas y cargás un nuevo sistema?

  1. Buscá nuevos referentes: Así como el pescador escuchó una radio diferente, buscá voces distintas. Leé a personas con ideas opuestas a las tuyas, probá experiencias que te desafíen. Exponerte a ideas nuevas va a ser el mejor antídoto contra la obsolescencia.
  2. Aplicá el “método del chiste”: Cada vez que escuches algo que te haga ruido, que no encaje en tu forma de ver el mundo, prestale atención. Quizás hay una verdad escondida ahí. No la descartes; cuestionate primero.
  3. Rodéate de personas críticas y abiertas: Si todos a tu alrededor piensan igual, te va a costar salir de tu propia “burbuja”. Buscá personas con otras perspectivas, gente que no tenga miedo de desafiar tus ideas. Ahí es donde se da el crecimiento.
  4. Transformá la duda en un hábito: El pescador pudo cambiar su vida porque permitió que una duda inicial creciera. En vez de seguir la corriente, empezá a ver cada idea que te incomoda como una oportunidad para crecer.

¿Cuánto tiempo más vas a dejar que tus ideas te manejen?

La historia de este pescador nos enseña una verdad brutal: si no cuestionás lo que creés, estás condenado a vivir en un mundo ajeno, un mundo que no elegiste.

La obsolescencia no siempre se trata de tecnología, a veces se trata de ideas.

Y en esta época de cambio constante, ser obsoleto es una de las peores cosas que le puede pasar a un líder.

¿cuántas de tus creencias realmente te pertenecen y cuántas son simplemente ruido de fondo?


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¡Hasta la próxima edición!

Miguel Furque

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