¿Tu liderazgo aguanta el derrumbe?
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#CEOSDELFUTURO es el newsletter donde envío mis consejos y experiencias para quiénes están creciendo en su carrera como fundadores o directivos.
¿Tu liderazgo aguanta el derrumbe?
Ayer, un joven empresario argentino que opera en Chile me decía: "Siento que mi empresa cada vez vale menos".
Su negocio, que alguna vez lideró el mercado, ahora enfrenta costos crecientes para captar clientes.
¿El motivo? Sus competidores lo copiaron y, de a poco, le sacaron la ventaja. Pero lo peor no es eso. Lo peor es que él no lo vio venir.
¿Por qué? Porque el sesgo de confirmación le nubló la visión.
Este sesgo, para decirlo en criollo, es cuando solo ves lo que querés ver. ¿El negocio va bien?
Entonces todo lo que refuerza esa idea te parece lógico, y lo que la contradice lo ignorás o lo minimizás.
No es un defecto moral, es algo humano. Pero, en los negocios, es una receta para el desastre.
El peligro de ignorar la realidad
El empresario confiaba ciegamente en su ventaja competitiva. "Los clientes nos eligen porque somos únicos", pensaba.
Pero, ¿qué tan única puede ser una idea en un mercado dinámico? Mientras él se sentía seguro, sus competidores aprendían de su modelo, lo perfeccionaban y lo replicaban.
Cada día que pasó sin adaptarse, su diferencial perdió valor.
El resultado: más inversión para captar los mismos clientes. Margen reducido. Y esa sensación amarga de que su negocio ya no tiene el brillo de antes.
¿Cómo caemos en esta trampa?
1. Negás las señales tempranas.
Cuando sus costos empezaron a subir, lo vio como "algo temporal". Nunca como una señal de que la competencia estaba cerrando la brecha.
2. Buscás confirmación de lo que ya creés.
Se rodeó de información y personas que reforzaban su creencia de que su empresa era invencible. Nadie le dijo: "Mirá, te están alcanzando". O si lo hicieron, no les prestó atención.
3. Resistís el cambio.
El modelo que funcionó ayer no siempre funcionará mañana. Pero cambiar da miedo. Y el sesgo de confirmación es ese susurro que te dice: "No hace falta. Vas bien".
4. Te estancás en una falsa seguridad.
Los competidores no esperan. La falta de acción estratégica siempre es una ventaja para ellos.
¿Cómo escapar de esta trampa?
El sesgo de confirmación no se puede eliminar, pero se puede domar. Acá te dejo mis consejos:
Rodeate de opositores.
Buscá gente que desafíe tus ideas. No descanses en un equipo que te diga que estás bien; acepta uno que te señale dónde estás vulnerable. Si nadie te incomoda, estás en problemas.
Hacete preguntas incómodas.
¿Qué pasa si mi ventaja competitiva desaparece? ¿Qué están haciendo los competidores que yo no? Si estas preguntas no te ponen nervioso, no son lo suficientemente profundas.
Invertí en lo que no se puede copiar.
Un proceso puede ser replicado. Un producto puede ser igualado. Pero la cultura, la comunidad y la experiencia son mucho más difíciles de imitar. ¿Tu empresa tiene algo de eso?
Hacé auditorías externas.
A veces, estamos tan metidos en el negocio que no vemos los riesgos. Los mentores podemos ayudarte a identificar puntos ciegos.
Creá una obsesión con el cliente.
Mientras mirabas a tus competidores, ¿te olvidaste de escuchar al cliente? Las necesidades de ellos cambian más rápido de lo que creés. Si no los entendés, alguien más lo hará.
El costo de no actuar
Si seguís confiando ciegamente en tu modelo, no es cuestión de si tu empresa perderá valor, sino de cuándo.
Cada cliente que no fidelizás, cada ventaja que no defendés, es una puerta abierta para la competencia. Y esa puerta, tarde o temprano, te deja afuera.
Así que te pregunto:
¿Estás seguro de que hoy no estás viendo solo lo que querés ver? Si mañana tu negocio se empieza a desmoronar, ¿te vas a dar cuenta antes de que sea tarde?
La comodidad es el primer paso hacia la irrelevancia. ¿Vas a quedarte cómodo o vas a empezar a incomodarte antes de que lo haga el mercado?
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Especialista en Desarrollo Comercial. Coach Organizacional, Licenciado en Relaciones Humanas y Master en Recursos Humanos, Gestión del Conocimiento y Metodologías Ágiles.
3 semanasLa comodidad es el principio del fin. Buena frase para cualquier emprendedor