No hay edad para graduarse

Por muchos años, yo vivía a contrarreloj: corriendo contra el tiempo para ser la mejor o queriendo cumplir las expectativas que esperaba la sociedad según mi edad. Así fue cómo experimenté mis estudios.

Pensaba que tenía que acabar el colegio a los 16 años, egresar de la Universidad a los 20 o 21 e incluso me imaginaba con toda una vida lograda aproximadamente a los 30 años, finalizando mi primera maestría. Sin embargo, mientras los años pasaban, mi vida dio varios giros que nunca esperé afrontar.

Entré a la Universidad y varias cosas cambiaron. De hecho, mis prioridades, como los estudios, se transformaron y empecé a enfocarme más en temas como el desarrollo personal y social. Era una Ale súper competitiva: quería cumplir con cada uno de los periodos que se esperaba.

No me perdonaba no cumplirlos al pie de la letra. Pero, como estuve enfocada en otros temas, comencé a jalar varios cursos y así me fui “atrasando”. Sin darme cuenta, estaba en el tercer año de una carrera que no me satisfacía por completo, y de todas maneras iba a egresar más tarde de lo que tenía planeado.

Siento que esto fue una de las cosas por las cuales decidí darme por vencida en cumplir esta meta. Y una manera de “cubrir” esto fue buscando otras metas para decirme a mí misma “lo estoy cumpliendo”, pero en realidad aún no me sentía satisfecha con esos logros.

Decidí tomar algunas riendas de mi camino. Atiné a pensar: “¿Qué es lo que quiero hacer?”; “¿Será que necesito cambiarme?”; “Pero me he atrasado muchísimo”. Muchos “peros” giraban por mi cabeza, sin embargo al final decidí cambiarme.

Aun así, seguía constantemente pensando en que “estaba 3 años atrás”. Era una vocecita que no me quitaba de la cabeza.

Comencé una nueva carrera. Lo primero que me chocó fue que tenía que llevar cursos con jóvenes de 16 y 17 años y yo tenía 20 años. Me sentía fatal. Comencé a rechazar varios logros como salir bien en mis cursos o mantenerme invicta en cada semestre. No quería mostrarlo a los demás, porque sentía que no era suficiente y los minimizaba. Tenía amigos que ya se estaban graduando.

Me repetía a cada rato: “Estoy 3 años atrás”. No veía las cosas bonitas que me estaban pasando y me di cuenta muy tarde de este rechazo hacia mí misma. Es por eso que te quiero regalar los siguientes 3 consejos que me ayudaron a poder superar esto y comenzar a valorar mis logros, pero sobre todo mis tiempos:

1. Establece TU RUTA en base a TUS PASIONES y TUS METAS, eso que realmente quieres hacer. No lo que debes cumplir al pie de la letra. Créeme que te ayudará a identificar cuáles son tus tiempos, lo que quieres hacer y no necesariamente ver a hacia los costados. Luego, cuando sientas que no estás cumpliendo las metas establecidas que espera el mundo, vuelve a visualizar esa ruta que tú mismo(a) has trazado para ti.
2. Cada vez que cumplas un logro, así sea pequeño para los demás pero para ti sea enorme, escríbelo en un post-it o en un papelito y guárdalos. Créeme que cuando sientas que no eres suficiente, te ayudará a mirar atrás y decir “Wow, he logrado todo esto hasta el momento”. Usualmente, no nos valoramos lo suficiente y nos quedamos en lo que no hemos cumplido.
3. ¡Celebra cada cosa que te pase! Construye tu propio sistema de incentivos para cada celebración que vas a tener. Es una gran diferencia celebrarte a ti mismo(a). Atrévete a visibilizarlo, a mi me costó muchísimo por miedo al qué dirán, pero como dice Wendy Ramos:

“Tu vida es tu fiesta, no la de tus invitados”.

Espero poderte ayudar con esos pequeños tips que he ido aprendiendo. Sé que no es fácil esto de “no pienses en lo que los demás digan”, te lo dice alguien que por años se rechazaba, pero ahora está convencida de que si las cosas me pasaron así fue por algo mejor y que me llenaba más.

Para mi, mi más grande rechazo era graduarme “tarde”, pero ahora amo que mi camino haya sido así porque lo disfruté y que nadie que te diga que hay una edad para TUS METAS.