Hedy Lamarr, la actriz de Hollywood que inventó el WiFi

Hedy Lamarr, la actriz de Hollywood que inventó el WiFi

Ella deslumbraba al público en las grandes producciones de la denominada "era dorada" de la Metro-Goldwyn-Mayer, allá por los años treinta y cuarenta, al lado de figuras como Clark Gable, Jimmy Stewart y Spencer Tracy. Su rostro fue la inspiración de Blancanieves y Catwoman. Hablamos de Hedy Lamarr, considerada durante muchos años la mujer más bella de Hollywood. 

Su nombre completo era Hedwig Eva Maria Kiesler y había nacido en Austria en 1914. Ya desde chica mostraba unas dotes de inteligencia deslumbrantes. En el colegio los profesores le comunicaron a su familia que era una niña superdotada, y cuando tuvo edad para hacerlo, la joven empezó a estudiar ingeniería. Sin embargo, al final decidió dejar sus estudios para dedicarse al arte dramático, y logró convencer a su padre de que la matriculase en la prestigiosa escuela del director de escena Max Reinhardt. 

En 1932 Hedwig protagonizó la película Éxtasis del director checo Gustav Machatý, en la que protagonizó el primer desnudo integral de la historia del cine. El film fue tachado de escándalo sexual y recibió toda clase de censuras y condenas, incluidas las del Vaticano. Fritz Mandl, un magnate de la industria armamentística, quedó deslumbrado con la belleza de la joven actriz y le solicitó al padre de Hedwig la mano de su hija. Ignorando la voluntad de su ella, que deseaba seguir con su carrera artística, los padres accedieron a la boda creyendo que Fritz Mandl, mayor que Hedwig, podría reconducir a la joven “por el buen camino”.

No fue así. Fritz Mandl sufría unos celos enfermizos: quiso hacerse con todas las copias de Éxtasis y su esposa sólo podía desnudarse o bañarse si él estaba presente. También la obligaba a acompañarlo a todos los actos sociales y cenas de negocios a los que estaba invitado para no perderla de vista. Mandl mantenía estrechos lazos sociales y comerciales con el gobierno de Mussolini, al que vendía armas. Hedwig aprovechó las reuniones a las que su marido la obligaba a asistir para recopilar todo tipo de información acerca de la tecnología armamentística nazi. 

Lo cierto es que, aburrida de la vida que su marido la obligaba a llevar, Hedwig retomó la carrera de ingeniería que años atrás había dejado de lado para dedicarse al cine. Y un día, cansada por el continuo y férreo control al que se veía sometida por su esposo, durante un viaje de negocios de él decidió huir de su asfixiante matrimonio y huyó a París. Tan sólo se llevó algunas joyas que le permitieron disponer de algo de dinero para poder seguir con su huida. Finalmente, llegó a Londres y allí pudo embarcar con destino a Estados Unidos. Durante la travesía conoció al productor cinematográfico Louis B. Mayer, el cual antes de que llegasen a puerto ya le había ofrecido trabajo. El único requisito que le pidió fue que se cambiase el nombre para que nunca se la pudiera asociar con la película Éxtasis. Así, Hedwig Eva Maria Kiesler se convirtió, en memoria de la actriz de cine mudo Bárbara La Marr, en Hedy Lamarr. En aguas del Atlántico firmó su contrato con la Metro-Goldwyn-Mayer.

Instalada en Hollywood, Hedy trabajó para importantes directores como  King Vidor, Jacques Tourner, Robert Stevenson y Cecil B. Demille. También, rechazó dos películas que acabarían convertidas en obras maestras del séptimo arte como Luz de Gas de Thorold Dickinson y Casablanca de Michael Curtiz, y estuvo a punto de interpretar a Escarlata O'Hara en Lo que el viento se llevó. A pesar de esto, su imagen deslumbrante la convirtió en una verdadera estrella emergente de los años treinta. De hecho, participó en varias superproducciones como Boom Town o La Dama de los Trópicos.

El estallido de la segunda guerra mundial, sin embargo, reavivó su interés por la ingeniería. Lamarr tenía un talento innato para las matemáticas y la física y una enorme creatividad para resolver problemas complejos. Fue ella, por ejemplo, la que dio a Howard Hughes (gran amigo y amante) la idea de evolucionar el diseño de las alas de los aviones, añadiendo curvas y una forma más aerodinámica inspirada en el cuerpo de los peces y las aves.

Hedy ofreció sus servicios al Gobierno de Estados Unidos ya que disponía de información privilegiada acerca del armamento del ejército alemán. Ubicada en el departamento de tecnología militar, Hedy se dio cuenta de que las señales de radio que guiaban a los torpedos de la armada norteamericana eran muy fáciles de interceptar. Fue entonces cuando elaboró, junto con su amigo el compositor George Antheil, un sistema de detección de torpedos teledirigidos. Inspirado en un principio musical, este funcionaba con 88 frecuencias, las equivalentes a las teclas del piano, y era capaz de hacer saltar señales de transmisión entre las frecuencias del espectro magnético.

Lamarr cedió la patente a la armada estadounidense con la esperanza de que se usase para crear torpedos que los alemanes no fueran capaces de detener, pero los responsables del ejército concluyeron que el invento resultaba demasiado voluminoso como para ser práctico. Los militares no supieron apreciar entonces la utilidad del invento que les estaba ofreciendo Hedy hasta que muchos años después, en 1962, se produjo la crisis de los misiles cubanos. Entonces la tecnología de Lamarr se utilizó para interceptar las comunicaciones y el control de los torpedos. 

La idea de Lamarr de usar frecuencias siempre cambiantes para evitar interferencias ha terminado siendo una pieza clave de muchas de las tecnologías de radio que usamos hoy en día, como las conexiones Bluetooth y WiFi, que utilizan esta técnica para evitar interferencias producidas por otros dispositivos cercanos.

El papel y la importancia de la actriz como inventora fue finalmente reconocido en 1997 por la Electronic Frontier Foundation, pero el reconocimiento llegó tarde. Aunque Lamarr falleció tres años después, en 1997 vivía recluida en su casa de Florida y rechazó acudir a la entrega del premio, prefiriendo enviar una grabación de agradecimiento: "It's about time" (ya era hora), comentó escuetamente. 

Fuentes: NatGeo, El Mundo, Wipo

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