Hijos del Trueno: 50 años de AC/DC  y su influencia inmortal
Ilustración: Maritza Bacalao

Hijos del Trueno: 50 años de AC/DC y su influencia inmortal

     En las vibrantes calles de mediados de los 70, una revolución musical estaba tomando forma, deslizándose entre los surcos de los discos de vinilo y resonando en los corazones de una generación sedienta de rebeldía. En medio de este caos cultural, emergió un grupo musical de rock pesado que se convertiría en una leyenda indiscutible: AC/DC. En 1973 fue el gran inicio de esta banda de heavy Metal, pues no solo hizo su debut en vivo en Chequers en Sydney, Australia, sino que el 31 de diciembre de ese mismo año, el grupo ingresó a los estudios EMI en Sydney para grabar su primer sencillo “Can I Sit Next To You GirlaRockin' In The Parlour”, con la producción de George Young y Harry Vanda, dando así inicio a la leyenda.

   Mi viaje hacia el pasado, hacia el mundo musical de AC/DC comienza en el mismo momento en que me acerco a un pequeño y portátil viejo tocadiscos que reposa en un rincón  abandonado de la casa de mis padres, una joya, pienso. Pilas de discos de acetato llenos de polvo le acompañan. La nostalgia aparece, mi adolescencia, mi primer amor, mi primer contacto con casi todo lo condenadamente bello o feo en la vida se encuentra dentro de ese aparato llamado “tocadiscos”. Que nombre tan fresita le dieron al instrumento que se convirtió en el epicentro de la diversión en cualquier fiesta, un símbolo icónico de una época en la que la música se disfrutaba de una forma diferente que en la actualidad.

   Levanto con cuidado la tapa azul metálico que protege el plato giratorio. Volteo buscando que poner, me siento nerviosa, casi como si estuviera a punto de tener mi primera cita, ¿funcionará?. Hurgo entre los discos, de repente ante mis ojos aparece uno que llama mi atención, con su típica cubierta de cartón, todo negro y las letras AC/DC y más abajo, Back In Black: no lo puedo creer!, lo ácido de lo ácido!, trueno puro!. Coloco el disco, tomo la aguja delicada y precisa y la pongo sobre él. El botón de los recuerdos se dispara, y el ruido estridente de los amplificadores penetra en mis tímpanos. Una ola de repetitivas líneas melódicas me empujan a un viaje en el tiempo acompañada por una tormenta de notas eléctricas imposibles de ignorar.

   En la vehemente década de los setenta, el mundo del rock se vio sacudido por la potencia y energía inigualables del grupo de Hard Rock australiano AC/DC. Este grupo de mechudos rebeldes liderados por los hermanos Young, se convirtió en la personificación del rock ‘n’ roll, causando sensación y dejando en claro que no estaban jugando y habían llegado para quedarse.

   La dupla inicial de sus fundadores, Malcolm y Angus Young nos enseñó, como la unión y la pasión por la música pueden crear una banda eterna, motivo de culto por 50 décadas!. AC/DC y su impacto en la cultura popular ha influido en cinco generaciones, trascendiendo fronteras y convirtiéndose en un fenómeno global.

    Desde sus inicios no han parado sus presentaciones a pesar de haber tenido algunos paréntesis y cambios en sus integrantes a lo largo de su gloriosa media centuria, su última aparición fue en el Power Trip, festival de música heavy metal celebrado en Empire Polo Club en Indio, California, el 7 de octubre de 2023.Desde entonces, en sus redes sociales sus fans no han parado de pedir una gira mundial. ¿Se hará realidad este 2024, para seguir la celebración de su 50 aniversario sobre los escenarios? Ave, Ave, AC/DC.

  El rugido ensordecedor de las guitarras eléctricas y el inconfundible golpe de la batería resuenan en mi corazón, despertando el anhelante inconformismo y energía desenfrenada de aquellos tiempos. Éramos niños jugando a ser adultos, buscando escapar de la monotonía y la opresión de una sociedad conservadora, cantábamos a todo leco sus letras… “De regreso en la parte trasera de un Cadillac, numero uno con una bala, soy una batería cargada, si, estoy en un lío con una pandilla, tendrán que atraparme si quieren ahorcarme…”.   

   Con sus composiciones provocativas, ritmos atronadores y la inconfundible aspereza de sus voces, parecían estar a punto de expulsar de su estómago a los mil demonios de la inconformidad.

     A lo largo del tiempo sufrieron diversos cambios en su alineación, luego de la muerte de uno de sus vocalistas más carismáticos, Bon Scott, por intoxicación etílica, y al borde de la separación, resurgen depositando su destino en la voz de Brian Johnson con el LP  “Back in Black” (1980), el disco homenaje al fallecimiento del mítico cantante original y el cual, a la postre, terminaría convertido en el tercer álbum más vendido en la historia de la música con más de 45 millones de discos en el mundo.

   En la segunda mitad de la década de los 80, los críticos señalaban que el éxito de la banda estaba llegando al ocaso de su gloria, pues sus nuevas producciones eran repetitivas, y apuntaban como ejemplos de decepción sus LP Fly on the Wall, Who Made Who o Blow Up Your Video. Sin embargo, el termómetro de la crítica se rompió y sus éxitos se extendieron hasta la siguiente década con la enérgica “Thunderstruck”, y el sencillo “Big Gun”, posicionándolos en la lista de los mas vendidos de principios de los 90.

     Con sus estridentes riffs de guitarra y las poderosas voces de sus vocalistas, AC/DC se alzó como una fuerza imparable en el mundo de la música. Su influencia más allá de lo meramente artístico, permeó en los hábitos y comportamientos de jóvenes ávidos de adrenalina y actitud. AC/DC logró canalizar el ímpetu y la rebeldía de unas cuantas generaciones perdidas en un mundo en constante cambio. Su música era un grito de liberación y una invitación nada cortés  a desafiar las normas establecidas. Los jóvenes no solo adoptaron su música como himno de desobediencia, sino que también se apoderaron de su estética y estilo de vida.   

   En aquellos días, los chicos se paseaban por las calles con sus melenas al viento y chupas de cuero, mientras los acordes de “Highway to Hell” o “ back in Black” resonaban en sus ardientes cerebros. El estilo rockero de la banda, luciendo camisetas negras, y botas desgastadas era la onda.

  Los jevos se subían a sus relucientes muscle cars, como el Mustang o el Camaro, y recorrían a toda velocidad las carreteras, dándole caña al acelerador, sintiendo la adrenalina correr al ritmo de la música, tanto como el velocímetro de sus automóviles. Era una simbiosis perfecta entre un tempo estrepitoso y la rapidez, una fusión de emociones que alimentaba su espíritu indomable.  El grupo dio luego paso a la moda de los jeeps descapotados de enormes ruedas personalizados que se transformaron en una prolongación de la identidad de sus dueños reflejando así, la esencia osada y aventurera de sus ídolos. Llevaban en sus reproductores a toda mecha las canciones de la banda con su sonido inconfundible y letras atrevidas, como “Autopista al Infierno” recorriendo las calles y asustando a todo transeúnte desprevenido, dejándolos despelucados y con la sensación de haber metido el dedo en un enchufe.

Ilustración: Maritza Bacalao

  Esta generación, abrazó a este rock pesado, encontrando en él una válvula de escape para expresar su individualidad y desafiar las convenciones. AC/DC se convirtió en un faro de luz en medio de la oscuridad, guiando a varias generaciones hacia la libertad y la autenticidad. Los chamos de la generación de los 80 y 90, encontraron en sus letras provocativas, una forma de escape del aburrimiento de la vida diaria. Se sentían  parte de una tribu rebelde que desafiaba las normas establecidas.

   Sus conciertos se convirtieron en auténticos rituales de emancipación, donde miles de seguidores se congregaban para dejarse llevar por la catarsis musical. La energía desbordante del grupo se transmitía al público creando un ambiente de euforia y desenfreno. El vigor desaforado de AC/DC se contagia como un virus entre el público, los cuerpos se sacuden al son de los acordes de “The Jack”, y “T.N.T”, las manos se elevan en el aire formando un mar de puños que golpean el cielo en señal de devoción. Se atenuaban las luces y un rugido atronador emergía de las entrañas del escenario: era Angus Young rasgando las cuerdas de su Gibson SG. El olor a sudor, cerveza y sustancias ilícitas llenaban el aire mientras la multitud enloquecía en una onda de catarsis colectiva, al eco de canciones como “Thunderstruck”, entonces, el tiempo se detenía en este rincón del universo, nuestra burbuja personal.

   Con su poderoso sonido de rock y letras inconformistas, estos ácidos australianos lograron dejar una huella imborrable en la cultura juvenil de esos tiempos. Cada quien vivía al compás de sus letras su propia película, y así, su música  se convirtió en la banda sonora de nuestras vidas.

   AC/DC se coló en las calles, en los bares y en los hogares de esa borrascosa adolescencia por varias generaciones. Sus canciones pegadizas, llenas de beligerancia, se convirtieron en insignias que resonaban en los radiocasetes y en los  reproductores de vinilo de pléyades de jóvenes contestatarios. AC/DC era un guiño de ojo para conquistar el corazón de las chicas, entregándose al amor y la pasión en los pub y discotecas, dejándose llevar por la potencia de canciones como “You Shook Me All Night Long” o “Whole Lotta Rosie”, mientras intentaban impresionar a las jevas con su porte desenfadado y encanto irresistible.

   Desde marzo de 2003, el grupo está incluido en el Salón de la Fama del Rock and Roll ganando así su medalla de honor hacia la inmortalidad!. Los despliegues escénicos de Augus Young por el escenario acompañado de su guitarra y vestido con su icónico uniforme colegial, fue el inicio de la leyenda  que este año 2024 llegó a su glorioso 50 aniversario.    

   AC/DC es un nombre que resonará por siempre en la historia del rock, se mantiene vivo, su música se mantiene viva, sigue siendo un símbolo de resistencia, una llama que nunca dejará de arder en las almas de aquellos jóvenes enamorados de la vida, la música y las chicas que conquistaron al ritmo de AC/DC.

Autor: Maritza Bacalao (periodista, creadora de contenido, diseñadora)

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