Historias con final feliz, sea cual sea.
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Historias con final feliz, sea cual sea.

Hablamos de historias. Las que te cuentan, las que te cuentas.

En el último artículo, hablaba de resistencia y de resiliencia. Hoy quiero profundizar un poco en este último concepto, incluyendo un nuevo elemento: la energía necesaria para el cambio.

Dejadme volver un poco sobre mis pasos y recapitular algunas ideas del artículo anterior. Hablamos de entrenar la capacidad de resiliencia que todos ya tenemos, por dos vías fundamentalmente: mantener el foco en el sentido de lo que hacemos, y contarnos historias positivas, purgando los elementos negativos que siempre sobrevienen en ese gran story telling personal que es la conciencia.

La pregunta que me intriga es siempre la misma: si todos estamos hechos de la misma pasta, y todos tenemos esa capacidad innata de la resiliencia, ¿porqué algunos son capaces de hacer esa resiliencia algo operativo, es decir, convertirla en acciones específicas, y otros no?

Te pongo un ejemplo: todos tenemos objetivos y aspiraciones. A mí me gustaría escribir más, o hacer más deporte y tener una vida más sana. Pero sistemáticamente fracaso en mis intentos de hacer realidad esos deseos. ¿Qué me pasa? ¿Tengo alguna tara de fábrica?

Los que me conocéis sabéis que taras de fábrica tengo varias...Pero la diferencia entre esos personajes que en medio de la dificultad consiguen el éxito y aquellos que no, no es una diferencia de fábrica.

El cambio personal y organizacional es una reacción en cadena. Y los físicos afirman que para que una reacción física o química se produzca, hace falta un mínimo de energía, que se denomina energía de activación. De forma gráfica, sería algo parecido a lo siguiente. Es lo que yo denomino "BigBang del cambio", que creo se aplica igual al cambio personal y al organizativo:

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La mayoría de los cambios comienza por un "enunciado aspiracional". Cuánto más claro y específico es ese enunciado aspiracional, más probabilidades de que el cambio se produzca. Por ejemplo, deseo dejar de fumar (ya sé, es típico, pero sigo proponiéndomelo), y además me armo de una serie de razones para hacerlo.

Pero la mayoría de estos cambios no llegan a lo que denomino "umbral de activación" , la primera línea roja. Dicho de otro modo, hay que dotar al cambio de la energía suficiente para que realmente se concrete y traspase ese umbral de "buenos deseos".

La energía de activación necesaria para activar el cambio depende del alcance del cambio, del peso de la zona de comfort, y de la fuerza del enunciado aspiracional.

Todos tenemos energía de activación suficiente, tanto a nivel personal como a nivel organizativo, aunque el cambio en las dos esferas opera de forma ligeramente distinta. No vamos a entrar en ello ahora.

El problema es que esa energía de activación la malgastamos en otras cuestiones. Habitualmente en justificar por qué realmente no merece la pena cambiar, en identificar culpables de la situación o quejarnos:

No hay texto alternativo para esta imagen
¡Gastamos tanta energía en justificarnos, quejarnos, negar la situación o buscar culpables, que realmente queda poca energía disponible para la transformación! Si esa energía es insuficiente, el cambio no se producirá. Pero seremos capaces de explicar muy bien "lo que pudo haber sido y no fue".


El cambio se produce cuando nos enfocamos en los nuevos retos, y no en las razones para no cambiar, y cuando ponemos la energía de activación al servicio del cambio. Pero el tiempo es un factor crítico. Ya lo decía Kotter: ¡hay que crear sentido de urgencia! Cada segundo que perdemos la energía se esfuma. Es bien sabido que la probabilidad de que algo que nos hemos propuesto suceda es inversamente proporcional al tiempo que tardamos en ponerlo en marcha, hasta prácticamente desaparecer si el tiempo transcurrido es muy grande.

A mí personalmente me encanta la "regla de los 5 segundos" para evitar procrastinar, propuesta por Mel Robbins. Por cierto, tiene una magnífica charla en TED al respecto. Básicamente ¡hazlo! Deja de darle vuelta a la cabeza. Decía el gran especialista en el cerebro Donald Calne que la principal diferencia entre emoción y razón es que la emoción lleva a la acción, y la razón saca conclusiones. Deja de sacar conclusiones, dedica tus energías a cambiar. Levántate por la mañana sin dudar, y siéntete lleno de energía con esa regla de los 5 segundos. Deja de fumar ahora, empieza a escribir ahora, apúntate al curso que te interesa ¡ahora!

El auténtico poder del ahora radica precisamente ahí: en utilizar al máximo nuestra energía para concentrarla en activar el cambio ahora, en generar nuevos comportamientos. El cambio no se produce hasta que llegamos a cambiar procesos y comportamientos, formas de hacer las cosas, y es bien cierto que se necesita mucha energía, pero quizá el secreto está en no malgastar la que tenemos.

Pero iniciar el cambio no es suficiente -no es poco, diréis algunos- para asegurar la reacción en cadena del "BigBang del cambio". Tenemos otro umbral para el que necesitamos disponer de energía extra, aunque de otro tipo. Le llamo "energía de estabilización". Y es aquella que permite automatizar los nuevos comportamientos en forma de hábitos y rutinas, o lo que es lo mismo, institucionalizar el cambio.

Los recursos para esta nueva fase radican en la disciplina y la constancia. Y en muchos casos un poco de ayuda externa viene bien -el coaching, por ejemplo-, es especialmente importante en este punto, para asentar el cambio. El tiempo vuelve a ser una variable determinante. Ya no basta la regla de los 5 segundos. Necesitamos la "regla de los 21 días", que se atribuye a un cirujano plástico de nombre Maltz, que incluso escribió un best seller con la idea. La regla de los 21 días se ha convertido en un cierto mito, que desgraciadamente no todo el mundo comparte. Parece que la adquisición de hábitos lleva algo más de tiempo, en torno a los dos meses. Pero más allá de los debates, quedémonos con la idea: las cosas en el mundo humano llevan tiempo. Tenemos que insistir con una actitud de consciente constancia hasta que interiorizamos los nuevos comportamientos y generamos nuevos hábitos y rutinas. Y con mucha frecuencia la energía necesaria para este proceso es mayor incluso que la que necesitamos para el primer impulso.

Si pensamos en el cambio corporativo, los tiempos probablemente son mayores. Y es aquí donde el liderazgo, el acompañamiento permanente, la comunicación y el recuerdo permanente de la visión (los por qué del cambio, el "enunciado aspiracional" ) es determinante.

Así que ya lo sabes. Tenemos por delante al menos 21 días de confinamiento (día arriba o abajo). ¿Qué gran cambio vas a iniciar hoy? Tienes 5 segundos para contestar.

¡Feliz día a todos!

Ximena Rango

Chief of Agile Cultura & Coach Liderazgo en Social Learning

4 años

Muy bueno!! En momentos de cambio.. muy importante es saber como gestionar nuestro propio cambio!!

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