Hola, #INAPGobiernoAbierto
Nos proponen llevar un diario de aprendizaje del curso Fundamentos del Gobierno Abierto, organizado por el INAP Instituto Nacional de Administración Pública . En la primera entrada, deberíamos presentarnos y explicar por qué nos interesa esta materia.
En cuanto a quién soy, está en mi perfil de Linkedin, y no hay mucho más que contar.
Escribiré el diario desde Linkedin por dos motivos: el primero, porque no tengo un blog. Si creara uno que no podré mantener por no tener algo que decir, luego tendría que borrarlo o, peor aún, acabaría en el vertedero de los sitios web abandonados, que es como una versión digital de la sección de cartas muertas de la que Bartleby fue operario durante un periodo corto, aunque decisivo, de su vida.
Si el gobierno abierto pudiera resumirse como una nueva relación de la Administración con la ciudadanía, más auténtica, transparente, directa e inteligible (que no sé si puede definirse así, con estos atributos que se me están ocurriendo un poco sobre la marcha), me gusta imaginar que, gracias a todo eso, sería también una nueva relación basada en escuchar; escuchar con atención antes de poder entregar algo significativo y de valor. Un blog sin nada significativo y de valor que entregar es solo un poco más de ruido en la tumultuosa sordera de Internet, tan parecida a la tumultuosa sordera de la vieja conversación entre la Administración y los administrados.
El segundo motivo por el que escribo el diario de aprendizaje desde Linkedin es que aquí ya formo parte de una pequeña comunidad, en la que nos conocemos por nuestros nombres y nos escuchamos. Si tuviera que crear un blog desde cero, me sentiría muy solo. Podría crearlo y luego enlazar las entradas de la bitácora en mi perfil de Linkedin, pero, ¿por qué complicarlo, si puedo escribir directamente para mi red de contactos desde aquí?
Cal Newport, del que estoy leyendo, precisamente ahora, su libro sobre el trabajo profundo en la era de la distracción, afirma que las redes sociales y demás aplicaciones digitales son simples herramientas, y como tales, cada uno adopta aquellas que aportan un valor significativo en las actividades que le llevan a las metas personales y profesionales que se ha marcado. En mi caso, la actividad en redes sociales se reduce a Linkedin y a INAP Social. Cuando digo actividad, me refiero a entrar de vez en cuando a escuchar y aprender, ya que contribuyo en casi nada a la conversación, aunque sí suelo recomendar artículos que me interesan.
Se me ocurre que quizá podría intentar aprovechar este curso para pensar en las herramientas digitales que elige la Administración para alcanzar su meta del gobierno abierto. ¿Se siente muy sola, como yo con un blog, estando a la última en servicios electrónicos, mientras se agranda la brecha digital con buena parte de la ciudadanía, que se desespera por conseguir una cita presencial en las oficinas públicas? ¿Se puede ser una Administración abierta 24/7 en Internet mientras, desde la pandemia de Covid para acá, se levanta un búnker aún más infranqueable en las dependencias oficiales? ¿Con qué herramientas se está configurando el gobierno abierto para que, de hecho, sea al mismo tiempo más humano y más deshumanizado? Me lo anoto para intentar preguntarlo durante el curso.
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En cuanto a por qué me interesa el gobierno abierto, en realidad, no tengo un interés especial y directo en este campo, más allá de que, como todo el mundo, aspiro a unos servicios públicos disponibles, diligentes, eficaces y eficientes. Me interesa, eso sí, cómo se innova en el sector público, ya que creo que la relación con una nueva ciudadanía depende de la capacidad de la Administración para entender los cambios, y para cambiar ella misma. Dime cuánto cuidas a quienes innovan, y te diré hasta dónde puede llegar tu organización en transparencia, rendición de cuentas y estándares de integridad.
Quién no se ha dado contra un muro al intentar cambiar algo en los procesos internos y en los servicios a la ciudadanía. Quién no ha echado de menos a un superior que simplemente escuche una idea, no digamos ya que la apoye o la impulse directamente, dotándola de un equipo, recursos y un proyecto. De qué no seríamos capaces, simplemente, con un poco de tiempo para pensar y un cauce para la creatividad.
Si la ciudadanía está en el centro del gobierno abierto, ¿cuál es el lugar que les corresponde a las empleadas y los empleados públicos en esa nueva relación? En verdad os digo, es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que la cultura de la innovación entre en la Administración por el embudo de las actuales RPT (Relaciones de Puestos de Trabajo, para no caer en el confortable cepo de las siglas que tanto oscurecen el lenguaje administrativo). Me interesa el gobierno abierto, porque la condición de abrir la Administración hacia afuera es abrirla primero hacia su propio talento. El toque humano, la transparencia, la agilidad y la eficacia de los servicios públicos no caerán del cielo del escalafón, sino del combustible roce de la inteligencia colectiva. Esos frutos se darán por añadidura a una mentalidad innovadora que empapará la Administración de arriba abajo, pero, sobre todo, de abajo a arriba. El gobierno abierto será innovador o no será.
Me interesa el curso, también, por ver qué da de sí esa idea de que el gobierno abierto es la respuesta del sector público a la nueva relación de las empresas con sus clientes en un mundo digitalizado. ¿Son lo mismo clientes y ciudadanía? Intuyo que no, y que ya se ha intentado equipararlos antes, a costa de la igualdad de oportunidades y la calidad de los servicios públicos. Aun así, veamos durante este aprendizaje qué propone, al respecto, el paradigma del gobierno abierto.
También me intrigan otros aspectos derivados de algunas prácticas del gobierno abierto: cómo quedan los principios de legalidad, la satisfacción del interés general y la garantía de los derechos y obligaciones de la ciudadanía, que distinguen la actividad administrativa y la comprometen con la observancia de un singular cuidado en el procedimiento, en el contexto de la digitalización de los servicios públicos y del lenguaje administrativo; o qué es transparencia y qué, propaganda, en las colecciones de datos abiertos tan de moda últimamente; o si la Administración debe abrazar la inteligencia artificial o tomarse una pausa y ver sus implicaciones éticas y legales en una relación con la ciudadanía que se supone que potenciará valores como el toque humano, la empatía, la confianza y la proximidad.
Preguntas e ilusión no me faltan para aprender en este curso. Adelante, y ¡hola! #INAPGobiernoabierto