Ideas para frenar el deterioro de la atención primaria en España
El diagnóstico
Un país dividido en dos. Eso pinta la primera figura del excepcional informe que Lucía Cobreros Vicente y Carlos Sunyer Manteiga publican hoy en EsadeEcPol. Una imagen que resulta entre llamativa y familiar. La razón de la familiaridad es que volvemos a observar la diferencia entre norte y sur, como acertadamente resaltaba Elena Calvo Tomás en su cobertura para ABC. Y es que una parte de los factores que la explican también explican otras muchas divisiones en España. Por ejemplo, la renta: si tomamos dos Áreas de Salud determinadas (porque eso pinta el mapa: todas las Áreas de Salud que forman el sistema español) y en una la renta media por hogar duplica a la otra, el Área rica tendrá un 20% menos de presión asistencial en sus centros de atención primaria. Es decir: el personal médico de esos centros tendrá que atender, de media, a 1 de cada 5 menos pacientes.
La población también importa (a más hay en el Área, más presión); así como la tasa de paro (misma dirección) o (lógicamente, en la dirección contraria) la cantidad de médicos que haya.
Cobreros y Vicente aterrizan su análisis para la Comunidad de Madrid, aprovechando que la Fundación CIVIO, origen de los datos de presión asistencial, logró que la CAM se los diera a nivel de centro de salud. Los patrones de factores se repiten. También la división de zonas de alta y baja presión... pero, un momento: eso quiere decir que hay más que dos Españas, ¿no?
Efectivamente, el análisis fino de heterogeneidad muestra que no sólo hay variación entre comunidades autónomas, también dentro de algunas comunidades la diferencia entre el Área con menos y con más presión es gigantesca.
El Área con menos presión de Aragón es la que tiene una atención primaria más desaturada de España. Pero la que tiene más presión está esencialmente al nivel de Madrid. Entre centros se reproducen diferencias muy considerables también, especialmente teniendo en cuenta la cercanía entre ellos.
Recomendado por LinkedIn
Entonces, la atención primaria se ha venido deteriorando en toda España, sí. Como reza el informe: el tiempo de espera medio entre la petición y la atención de cita con el médico de familia ha pasado de 4,14 días en 2017 a 8,8 días en 2022. La presión de los servicios de urgencias se ha disparado en los últimos años como consecuencia de este deterioro: el 29% de los ciudadanos declararon en 2023 que faltaron a una consulta con su médico de cabecera y fueron a urgencias debido al tiempo de espera hasta recibir una cita. En consecuencia, según el Barómetro Sanitario que lleva a cabo el CIS, la valoración de los servicios de AP por parte de la ciudadanía ha caído de 7,38 a 6,19 sobre 10 en la última década.
Pero lo que subraya el análisis de la presión asistencial es que este deterioro dista de ser parejo. En la heterogeneidad hay oportunidades, y a mí hay dos que me parecen especialmente importantes.
Las ideas
Si tenemos centros o zonas con menos presión que otras, personal médico que soporta una carga extra, ¿no podríamos redistribuir un poco la presión dentro del sistema? Cobreros y Sunyer sugieren que sí. Que, para empezar:
El otro gran grupo de ideas que plantean Cobreros y Sunyer tienen que ver con emparejar oferta y demanda, dándole a la primera (al personal médico, vamos) el valor que merece. Claramente hay un desajuste entre ambas cuando tenemos este grado de heterogeneidad en la presión asistencial. Para resolverlo, podríamos:
Porque necesitamos más y mejores médicos de atención primaria, especialmente en las zonas que están actualmente sometidas a una mayor presión (y el deterioro consiguiente), que también son las más pobladas, con menor renta, y tasa de paro más elevada. Estas son algunas ideas, pero el estudio de Cobreros y Sunyer comenta, discute, explora otras más. Aquí lo dejo de nuevo.