Identidad
04.23am. La vida son volúmenes imaginados, espacios vacíos que simulan presencia, confortables representaciones que ocultan la nada, jugando con las energías fundamentales para ofrecernos una realidad reconocible. De otro modo, la ausencia dominaría el Universo hasta hacer insoportable la propia existencia.
Sobre este lienzo irreal, y al tiempo tangible, escribimos nuestro paso por la vida y nos encontramos con nosotros mismos, probablemente tan virtual como el "todo" que nos acoge. Somos apenas nada en un Cosmos de vacío pertinaz e insondable. Cada instante de consciencia es indefectiblemente efímero, irrelevante e insuficiente. Su eco apenas transciende, apenas alcanza un poco más allá de nosotros mismos y, cuando lo hace, cuando aparentemente sortea la infinita distancia entre una consciencia y otra, es codificado, decodificado, modulado y recreado hasta ser un eco de nosotros mismos. Tal vez todo suceda en un micro instante, un momento que no puede ser diferenciado del tiempo universal, tan infinitesimal e intranscendente que solo puede otorgarse a sí mismo la existencia. Ser, en este laberinto, es no ser.
En la Nada, nada es nada; o todo es nada, o nada es todo. En este juego sin tablero, no hay victoria. Sin embargo en el vacío absoluto, sin espectadores ni jueces divinos, persevero en mi identidad. Ser es, en este desierto infinito de nada infinita, una reivindicación de la propia consciencia, de la extraordinaria, y posiblemente casual, capacidad de distinguirme y distinguir todo lo demás que simula no ser yo. Mi identidad, aún en el vacío absoluto, es rebeldía y soberbia.
Yo en la nada, en la contradicción permanente entre la conciencia de la aleatoriedad estéril y la virtual percepción del Todo. ¿Soy por pensar, por sentir, por medir? Soy solo un "yo" efímero capaz de diferenciarse, por pura casualidad, del Todo absoluto. Soy un sueño de mi mismo, un espacio vacío insondable pero soy yo. Existo, aún cuando no existí ni tampoco existiré; existo porque soy un grito rabioso que desafía toda lógica y necesidad, todas las Leyes del Espacio y el Tiempo.
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Imagino formas y lógicas. La consciencia es imaginación y virtualidad, tal vez una excrecencia no esperada e innecesaria. Imagino porque todo sucede en mí. El sonido, la luz, el olor, la pasión, el amor, la rabia, la decadencia o los otros. La realidad como interpretación mediada y la propia vida como subproducto.
Una salamanquesa, testigo de la noche, permanece intencionadamente inmóvil, gris, con ojos negros y profundos. Mi mirada, adormecida pero avivada por la búsqueda de significado, la extrae de la nada mientras ella lucha por convencerme de que es nada. Las gaviotas, heraldos del infinito, se desperezan en el cielo profundamente oscuro. Sus graznidos resonantes penetran mis tímpanos, pero yo no soy el destinatario de su mensaje. Para ellas, absorbidas en su propio despertar, no soy nada. Los fotones danzan, el tiempo avanza, y la energía primordial se disuelve un poco más en un Cosmos en expansión acelerada. Mis huellas sobre el empedrado se desvanecen bajo la lluvia, como las huellas de la existencia en el tejido del universo. Inspiro profundamente, confiriéndome identidad mientras imagino. Imagino que soy yo, e imagino que los otros son ellos, todo mientras me estremezco ante la poderosa presencia de un todo cuyo significado me es imposible de concebir y, sin embargo, lucho por explicar. En estas horas insondables, la vida se despliega como un misterioso código, y yo, efímero programador, hago lo propio en el vasto programa del universo.