Identifica a tu peor enemigo

Identifica a tu peor enemigo

Por: Roser Parejo– Coach Profesional y de Equipos

“Me llevó mucho tiempo no juzgarme a mí mismo a través de los ojos de otro”. Sally Field

¡Otro día más ¡ Me siento delante del ordenador y compruebo mi agenda con cierta ansiedad. ¡No soy capaz de entregar a tiempo el proyecto! Si, dedico un número interminable de minutos a revisar, que todo este perfecto y sin olvidos. He hecho listado de todos los aspectos y consideraciones, ¡pero soy incapaz de hacerlo!

Me he dado cuenta que soy un “inútil”, debería hacerlo más rápido y mejor.

Así empezó Juan la sesión de coaching. A todo este discurso le acompañaba un lenguaje corporal de frustración. Es curioso como muchas de las sesiones de coaching las hago con el peor enemigo del coaché, su capacidad de autocrítica.

Es cierto que todos tenemos autocrítica, la que manifestamos cuando buscamos una solución y que tiene por objetivo volver a una situación de bienestar. Esta crítica sana valorará la gravedad del error y buscará acciones para paliarlo.

La que más incomoda es la crítica que etiqueta, que utiliza la culpa como sentimiento principal, la que se apoya en criterios externos y rígidos y que se sirve de la distorsión del pensamiento para elaborar pensamientos que nos castigan.

Esta autocrítica no nos ayuda en nuestro desarrollo profesional, nos envuelve en una espiral de frustración y menosprecio que termina haciendo mella en nuestros niveles de autoestima y se manifiesta en comportamientos profesionales ineficientes.

¿Cómo podemos poner límites a nuestro “crítico feroz”?. Te propongo este ejercicio.

  1. Identifica a tu “Crítico” toma conciencia de él. Podrás hacerlo de forma fácil identificando el lenguaje que utiliza: tono severo, castigador, poco amable y nada constructivo, Nos regaña por no cumplir con un ideal. Siempre generaliza y etiqueta: “Siempre me pasa lo mismo”, “soy un inútil” otra vez he fracasado”, “Nunca podré hacerlo”.
  2. Pon un nombre a ese tipo de crítica: “la arpía”, “el feroz”, “el látigo”. Utiliza tu creatividad e intenta que sea un nombre con cierto impacto. De esa forma en cuanto aparezca le darás una identidad diferente de la tuya.
  3. Sepárate de ella, toma distancia. Si le has puesto un nombre resulta más fácil. Se trata de poner distancia para analizarla mejor.
  4. Permítete expresar el sentimiento, enfado, malestar, frustración que te genera este crítico interior.
  5. Practica la empatía con tu crítico. Debes aprender a comprender que es lo que desea. ¿Qué es lo que quiere que haga? ¿de qué me quiere proteger? ¿qué función está ejerciendo?
  6. Sustituye esa crítica feroz por otra más sana. Supone aceptar los hechos de los que nos estamos protegiendo, pero de una forma más amable, sin etiquetajes y sin generalizaciones.

Ahora sí, ya puedes emitir una crítica:

¡Un nuevo día! me siento delante del ordenador y compruebo mi agenda. Precisaré más tiempo para entregar el proyecto. Es un inconveniente, hay aspectos que no he considerado, pero seguro que el próximo saldrá mejor. Hago una estimación del tiempo e informo. ¡Voy a hacerlo! 

“Nadie puede hacerte sentir inferior sin tu consentimiento”. Eleanor Roosevelt.


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