Imaginación y creatividad: Introducción
Puedo decir con toda certeza que tengo experiencia en el desarrollo de la creatividad y de la imaginación desde que vine al mundo. De niña inventaba historias, escribía novelas y tenía una pandilla de amigos imaginarios de toda índole. Fantaseaba con ser Juana de Arco, la Mujer Maravilla y Superman, y por supuesto tenía incontables poderes que iban desde la telequinesis y la invisibilidad hasta la persuasión absoluta que hacía que la gente obedeciera atentamente mis órdenes sólo con hablar, la mirada no era necesaria, era el efecto de mi voz.
Crecí y estudié Literatura, y la vida laboral me llevó por el mundo académico y el corporativo en tareas relacionadas con el Marketing, para posteriormente crear un estudio de diseño y comunicaciones y una asociación cultural. Esto ha llevado a mi cerebro a ejercitarse en discursos completamente opuestos pero que tienen algo en común, soñar e imaginar para luego crear algo, darle forma y hacerlo realidad.
Hace algunos años retomé los talleres de creatividad literaria y estos se han transformado en creatividad y desarrollo de la imaginación, ya no solo orientados a la literatura sino a cualquiera que desee potenciar el desarrollo de la imaginación: ingeniero, médico, abogado o ama de casa.
Imaginar es fundamental, nos lleva a crear ideas, a solucionar problemas, a innovar en el ámbito cotidiano y en el laboral. Hasta hace algún tiempo se consideraba que este territorio era exclusivo de los artistas, pero nada más lejos de la realidad.
Imaginar y crear no es solo un territorio de todos sino un derecho, el derecho a soñar y a través de lo que soñamos, transformar, cambiar el entorno, cambiar nuestra vida, y en el mejor de los casos recuperar ese que éramos y dejamos aparcado en algún punto del camino para someternos a un sistema de vida agobiante que quizá nunca quisimos. Ese con el que nos reencontramos nos hace más felices y como consecuencia lleva felicidad a los que nos rodean.
A lo largo de mis talleres he observado que al principio muchos participantes están tan bloqueados que en un simple ejercicio de visualización creativa no son capaces de ver y de sentir absolutamente nada, pero después de dos sesiones no solo ven, sienten, y sus cerebros recrean sensaciones y sentimientos. He observado también como poco a poco van conectando con su naturaleza creativa y con su capacidad de imaginar, y a partir de allí vuelan. La explicación es sencilla, estamos tan influenciados visualmente por todos los recursos que están a nuestro alcance que al principio es duro enfrentarnos a la posibilidad de “crear” algo. ¿Qué sentido tiene visualizar una playa y sentir el sonido de las olas si puedo verlo en un video en Youtube? Pero allí es donde se pone en funcionamiento esa máquina maravillosa llamada cerebro, y conforme nos vamos relajando, soltamos las tensiones y nos abandonamos al fluir de la imaginación y del poder de la evocación, nos plantamos en el lugar perfecto, en el que comenzamos a crear a partir de recuerdos, vivencias, pero sobre todo de experiencias. Un lugar silencioso del que surgen ideas que van desde mejorar relaciones laborales y crear una mayor cohesión en el trabajo en equipo, hasta la escritura de un ensayo literario o de un texto científico.
Seguiré hablando de este tema, y mucho. Después de varios años trabajando distintas técnicas, los resultados han sido satisfactorios en aquellos que se han aplicado.
Desarrollar la imaginación y la creatividad es algo indispensable y sumamente útil en procesos como el control del estrés, la innovación y las relaciones personales y laborales, pero sobre todo, en el camino hacia la felicidad.
Imagen: Taller "Armas de Imaginación Masiva" dictado en la Universidad del Norte.