Ingenio, Agilidad y Perseverancia

Ingenio, Agilidad y Perseverancia

En la década de los 80, Akihori Yokoi, quien para la época era un ejecutivo en una pequeña fábrica de juguetes japonesa llamada Wiz Co., creó los Tamagotchi o mascotas virtuales. El Tamagotchi es tan famoso por su esencia que por las leyendas y anécdotas que lo rodean. Nace en una época en la que los niños del mundo occidental estaban fascinados con los elementos de entretenimiento japonés. Godzilla, Speed Racer (Meteoro para los latinos) y Pac Man son algunos ejemplos de personajes creados en Japón que formaron parte de la cultura occidental durante el siglo XX. Aparentemente Yokoi tuvo la idea de Tamagotchi cuando supo de un niño que sus padres no les permitió llevar consigo su tortuguita de mascota durante unas vacaciones. Si lo anterior es verdad o no es casi imposible de comprobar. Lo cierto es que la posibilidad de que un niño pudiera llevar y cuidar de su mascota donde y cuando quisiera independientemente de lo que pensaran sus padres inspiró a Yokoi diseñar una “mascota” que permitiera que así fuese. El reto era diseñar, fabricar y comercializar una mascota virtual que fuese divertida jugar con ella y a la vez tuviese un precio accesible.

El desarrollo de una mascota virtual que fuese divertida y lo más parecida a la realidad forma parte del misterio que la rodea. Según la leyenda urbana, Yokoi y su equipo técnico se apostaban en las concurridas calles de Tokio y prestaban los Tamagotchis a los niños que caminaban por la zona para que interactuaran con los mismos y dieran sus opiniones del juguete. Tomaban las observaciones de los niños y regresaban a sus estudios de programación para incorporar las mismas al sistema operativo de la mascota virtual. Esto lo hicieron muchas veces, inclusive después de lanzado el juguete oficialmente al mercado. Para el momento no se analizaban planes de negocios ni retornos de inversión, solo existía un sueño de mejorar la vida de los niños y el deseo de muchos de tener una mascota que cuidar. La posibilidad de hacer el bien era mucho más importante que la de obtener ganancias.

La ausencia de un plan de negocio no implica que uno deba realizar grandes inversiones en una iniciativa que por su naturaleza no tenemos idea de como resultará. Lo anterior no sería un riesgo para Yokoi ya que no tenía dinero para invertir por lo que se enfocó en crear las mascotas virtuales utilizando componentes que fueran extremadamente económicos y tecnológicamente ¨pasados de moda¨, dándoles un uso diferente para mantener el costo de fabricación bajo y el dispositivo muy accesible para el consumidor. Es por ello que los primeros Tamagotchi tenían una pantalla LCD en blanco y negro, pocos botones y una pequeña batería. Yokoi había ideado un juguete tecnológico que su dueño pudiera llevar a cualquier parte, satisficiera los deseos de muchos niños y fuese fabricado a muy bajo precio. Con todos estos beneficios, Yokoi pensó que había una forma de hacer dinero.

Era el año 1996 y Game Boy de Nintendo era la consola de video juegos portátil más popular del mercado con un costo de más de $50. Yokoi quería que el Tamagotchi fuese significativamente más económico para que muchos pudieran comprarlo. Para competir en la era de los Game Boys, Yokoi necesitaba un socio con poder de mercadeo, capacidad de fabricación y alcance global que estuviese dispuesto a asumir el riesgo con la mascota virtual. Fue entonces cuando el fabricante de juguetes Bandai apareció en escena. Bandai fue fundada después de la Segunda Guerra Mundial iniciándose como distribuidor de juguetes metálicos antes de pasar a carritos y modelos de aviones. Eventualmente tuvo mucho éxito con sus figuras de acción basadas en el anime Astro Boy. El equipo de mercadeo de Bandai buscaba un producto que los mantuviera vigentes en el mercado de los E.E.U.U. y analizó la posibilidad de hacerlo con las mascotas virtuales. El objetivo de Bandai iba más allá de “hacer el bien sin mirar a quien” basándose en una acorazonada de que cumpliendo el sueño se podía ganar dinero. En Bandai seguramente se preguntaron cuantos niños podrían tener interés en el juguete, que porcentaje de estos niños podrían adquirirlo, que tan valioso (en términos financieros) sería el negocio, cómo podría evolucionar el producto si la versión original requería de mejoras, entre otras. El mercado para los Tamagotchi era desconocido por lo que Bandai no se la puso fácil a Yokoi para apoyarlo. Sin embargo, después de realizar encuestas con grupos de chicos y chicas de secundaria (no de primaria) y notar la aceptación de estos aprobó asumir el riesgo. El equipo de diseño no solo se ocupó de mejorar la “jugabilidad” del Tamagotchi, haciendo que el mismo emitiera un sonido cuando la “mascota” necesitara ser limpiada, alimentada o simplemente atendida logrando que esta empezara a crecer y desarrollar su personalidad en función a la atención prestada, sino que creo toda una comunidad de Tamagotchis con sus propios gustos y sueños.   

La historia de la creación y crecimiento de los Tamagotchis es una de ingenio, agilidad y perseverancia. Yokoi y Bandai lograron despertar en la mente de los usuarios de la mascota virtual la creencia de que las reacciones del dispositivo eran las propias de una mascota real. La mascota virtual no solo nacía, crecía, se desarrollaba y moría en la imaginación de sus dueños y si cambiar físicamente, sino que lograba desarrollar su propia personalidad emitiendo imágenes tipo “emoji” que reflejaban el estado de ánimo del Tamagotchi. La creatividad de sus creadores se extiende cuando al instrumento le dan vida con sus propios nombres, colores, comportamientos, gustos y deseos. Es decir, una razón de ser. Un porqué. Yokoi entendió el desarrollo tecnológico de su mascota virtual como un proceso continuo cuya evolución no tendría una fecha tope de culminación y cuyos resultados debían mostrarse tan pronto fuesen logrados. Es por ello que cada nuevo avance que lograba en la “jugabilidad” de la mascota exponía la misma al escrutinio de niños en las calles de Tokio, escuchar sus comentarios para luego volver a la mesa de programación e incorporar mejoras. El sueño de Yokoi también sufrió de un proceso evolutivo, transformándose de uno de “hacer el bien sin mirar a quien” a uno de “ganar dinero haciendo el bien sin mirar a quien”. Para esto Yokoi necesitaba de un aliado con la fortaleza necesaria para hacer de su sueño algo grande. Ya sabemos que convencer a Bandai no fue tarea fácil y me atrevo a afirmar que la de Bandai no fue la única puerta que Yokoi tocó. Una gran dosis de determinación y perseverancia seguramente fueron necesarios para que los Tamagotchis llegaran a ser tan populares como lo fueron.

La notoriedad de los Tamagotchis trasciende lo que conocemos sobre su creación y crecimiento, ya que el impacto que tuvo en la comunidad de usuarios también fue muy documentado. Pero eso podría ser tema para otra entrega. 

Bruno Zwiker

Senior logistics executive

5 meses

¡Buen consejo!

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