La adulteración de los procesos judiciales ante la mitomanía patológica

La adulteración de los procesos judiciales ante la mitomanía patológica

Para poder entender la mitomanía como concepto, hay que retrotraerse al campo por el cual deviene dicha definición. Entonces, para entender y comprender la definición de mitomanía, su desarrollo histórico y demás, hay que aclarar el que es mentir y que es engañar. 

La RAE define mentir como "Decir o manifestar lo contrario de lo que se sabe, cree o piensa". Engañar es "darle a la mentira apariencia de verdad".

Pese a que la mentira y el engaño no son conceptos sinónimos, ambas se soportan para crear un binomio y una tipicidad provocada por un interlocutor por causa de una repetición desmedida dada por este. La mentira puede ser tomada como todo acto contrario a la manifestación del mensaje dada por un interlocutor y el engaño es la manipulación de la información para moldearla como una verdad. Pero existe un evento cohesivo entre ambos que es el efecto volitivo. Aquel evento donde la intencionalidad se encuentra inmersa. Es algo muy distinto el poder decir mentiras de manera espontánea, y otra muy distinta es tener la capacidad calculatoria en donde muchas veces manipulando la credibilidad del argumento se pueden recibir ciertos beneficios a causa de la exageración de las afirmaciones pero que a su vez tienen un grado de credibilidad positivo fuertemente manipulado.(Martínez S., 2005) 

Ahora bien, tanto la mentira como el engaño tienen un efecto recíproco en el evento mitomaníaco, y así entra a conjugar con la repetición típica. El que posee este trastorno patológico considera el poder decir mentiras como un acto repetitivo. Este desorden causa la compulsividad y por ende la calidad de poder decirlas.

La palabra mitomanía deviene del griego Mythos (Cuento) y Mania (Compulsión). Dicha definición empezó a estudiarse como la pseudologia fantástica y fue utilizada por primera vez por el psiquiatra suizo Antón Delbrück al marcar la diferencia entre la psicosis y la mentira reiterativa. Este psiquiatra se fue dando cuenta que mediante a sus estudios realizados, la capacidad del hombre para ser reiterativo en afirmaciones mentirosas, lo aventajaban para conseguir resultados de carácter efectivo. La clasificación que realiza Delbrück es que la mentira va creando en el ser humano una tendencia patológica, debido a que esta se convierte en un acto típico del sujeto con respecto a su reiteratividad (Vilchis R., s.f.). 

Hablamos de una condición compulsiva por parte del mitómano. La satisfacción de este en hacerlo y que este imagine diferentes realidades, hace que la recurrencia a las mentiras sea más reiterativa en comparación a un ser humano mentalmente estable. La deformación de la verdad por parte de un mitómano hace que la credibilidad se vea en juego en escenarios futuros, ergo, el trato a estos sujetos es prevalente con referencia a ciertos casos concretos.

La diferencia de un buen mentiroso y de un mitómano es en el evento de su repetición. Un buen mentiroso miente por beneficio, pero su conducta muchas veces no es reiterativa como la de un mitómano; mientras que un mitómano no espera esperar un beneficio o no. Muchas veces lo hace por el evento de realizar el acto. Se espera que en algunos momentos reciba beneficio, pero a este no lo mueve el beneficio, lo mueve solo el hecho de mentir. 

Desde comienzos de 1900, el psiquiatra y neurólogo Ernest Dupré, adopta una nueva terminología con referencia a la Pseudologia Phantastica. Esta ahora es definida como la Mitomanía, como la compulsión desmedida de un interlocutor al afirmar actos supuestamente ciertos, pero con bases carentes de realidad corpórea. Y este realiza una clasificación temprana de distinción de este nuevo estudio patológico. Su clasificación se basa en una mitomanía vanidosa, que consta en el alarde y la exageración de rasgos faciales, corporales o de otra índole para asegurar que hay peligro y vulneración de terceros hacia él.

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Una conducta falsamente narcisista y con poco fundamento; una mitomanía maligna que consta de multiplicidad de personalidades que busca supuestamente crear una situación de vulnerabilidad y que por medio de esta buscan defensa; y finalmente una mitomanía perversa, enfocada al igual que en la anterior en personalidades múltiples, pero con ciertas desviaciones sexuales enfocadas a un onanismo o trastornos sexuales desde su infancia (Navarro, 2016).

Al pasar el tiempo, el estudio de la mentira patológica se va mezclando con las ideas psicoanalíticas contemporáneas y la psiquiatría clásica que hacen verificar que las violencias que los sujetos causan por medio de esta conducta anómala son formadas por medio de una inestabilidad emocional y de mentalidad primitiva o infantil. Esto quiere decir que el soporte de las aseveraciones dichas por un mitómano son escasamente fábulas tomadas de una realidad (con intensión y voluntad ; con un móvil), pero moldeadas por hechos grandiosos y excitantes para convencer a su audiencia, sea esta plasmada en una denuncia o tomando un café en la Trattoria o en una escribanía o en una carta documento, pero que prácticamente no existe convencimiento alguno por el modelo de exageración del mismo. 

Ahora bien, no hay que confundir la mitomanía con una enfermedad. La mitomanía es una patología, eso quiere decir que contempla muchas enfermedades que colindan para formar un concepto más general. Cabe recordar que la patología no es sinónimo de enfermedad y que la patología contempla la multiplicidad de enfermedades, mas no la multiplicidad de patologías contemplan una enfermedad. 

Mitomanía, mentira, engaño, simulación y falacia 

La mitomanía es una condición patológica que reitera afirmaciones fantásticas para engañar a un interlocutor teniendo como base una verdad, pero que es desvirtuada por afirmaciones mentirosas y exageradas que hacen inducir en error al mismo mitómano. 

La mentira es todo acto y afirmación contrario a la verdad. Es un mensaje carente de peso real y de principio de una base falsa tambaleante de prueba. 

El engaño es poderle dar a la mentira un peso y apariencia a verdad. Pese a que este falte de ciertos elementos valorativos para que pueda ser considerada una verdad, el elemento volitivo le da fuerza para mostrarse como un factor determinante al momento de su afirmación. 

La simulación es una declaración. Declaración que se basa en un factor ficto y doloso con carácter imitatorio para poder obtener cierto beneficio positivo. Dicha declaración puede ser tanto verbal como en el actuar de dicho sujeto, conductas que encuentran ese actuar en el catálogo penal. Tanto por comisión u omisión.

La falacia es un razonamiento argumentativo con apariencia correcta, pero que en últimas instancias es todo lo contrario. Cabe resaltar que la falacia posee un grado de mentira y engaño. Se puede decir que toda falacia es mentira, pero que no toda mentira es falacia. 

En un caso concreto, tanto la mentira, como el engaño y la simulación cuenta con una intencionalidad llevada al exterior, aunque la mitomanía es un grado de maquinación interior. Esto no quiere decir que no se base en los anteriores, sino que la mitomanía llega a un punto de creación de nuevas realidades basándose en una falsedad y que la mentira, el engaño y la simulación serán usados a posteriori mas no anteriores como algunos lo califican. 

No se guarda sinonimia con la mitomanía y la falacia, ya que uno es una patología asociada a la psique y el otro es un razonamiento argumentativo basado en mentiras con apariencia verdadera. 

La manipulación de la verdad muchas veces puede darse con variaciones conductuales exteriores según los casos concretos. Algunas mentiras tratan de tener una imagen «positiva» para no herir las susceptibilidades de los demás o la evasión de conflictos con estos, pero otras veces se hacen afirmaciones falsas y engañosas para crear eventos de carácter perjudicial o incluso el recibimiento de bienes de carácter positivo (Martínez S., 2005).

Se miente para llegar a tener un control de la credulidad. El uso de artimañas permite al sujeto amañar aquellas verdades, que como se dijo anteriormente, la simulación y el engaño son prevalentes para acarrear un cometido central: El tener una mirada prístina en frente de otros y que no exista alguna macula de engaño para ser visto por los otros como un mal sujeto. 

La necesidad de convencer y manipular por medio de su argumento a los demás interlocutores por medio de un supuesto trabajo dramatúrgico hace que la repetición de las mentiras cause muchas veces el poder creerse dicha afirmación falsa y posiblemente llegar al extremo del delirio. Dicho de otro modo, se puede llegar a ser más peligroso que un "mono con navaja".

"La actitud del mitómano es una disposición más general que la emoción. Normalmente, los mitómanos presentan: Negación: (El que dice siempre que no); Minimización: (Devalúa la gravedad de sus mentiras); Racionalización: (Justificación); Distanciamiento: (Alejarse); Autoengaño: (La versión falsa termina creyéndosela); Control de la situación: (Ilusión de transparencia y de control); Ataque al interrogador: (Conflictividad)" (Villareal M., s.f.).  

El cerebro del mentiroso 

Una de las grandes diferencias entre el ser humano y los animales, es que los animales engañan. El engaño animal es producto del instinto. Lo sé que busca es que puedan mantenerse dentro de un estado de supervivencia intacto y poder ser fuertes para sobrevivir (tal cual como lo resalta la teoría Darwiniana); mientras que los humanos o persona humana mienten.

Mienten porque han tenido un desarrollo cerebral complejo a causa del camino evolutivo. Porque se han convertido en seres racionales y saben cuál es la diferencia de un bien y de un mal objetivamente pensando. La conversión de seres pensantes hace que se deje a un lado ese espíritu animal y se le da paso al pensamiento y al pulimento de conocimiento, necesario para un desarrollo cognitivo y socio lingüístico posterior. 

El cerebro humano posee dos hemisferios que a la vista se ven iguales a lo que morfológicamente se refiere, pero hay una separación que divide a estos, pero que aún asi guardan una interconexión neuronal y nervioso (cuerpo calloso). Estos hemisferios son: Derecho e Izquierdo. El primero es encargado de un procesamiento no verbal y afectivo del lenguaje (tono de voz o significado de lo que se escucha); el segundo es encargado de la comprensión analítica y el análisis lógico. De igual forma, este hemisferio es encargado del lenguaje. El cuerpo calloso es el encargado de unir a estos dos hemisferios para su trabajo en conjunto. 

El cerebro humano es tan flexible que puede considerar la mentira como una habilidad que tiene que ser practicada. Tali Sharot de la University College de Londres argumenta que existe un componente biológico en relación a la mentira. El mentiroso pasa por un proceso de entrenamiento propio donde prescinde de sus sentimientos o incluso sus emociones. La supresión de estos, hace que exista una supresión de estímulos emocionales. No hay culpabilidad, no hay remordimiento (Sabater, 2018). 

¿La complejidad del cerebro humano hace que ningún medio electrónico o incluso la detección de la mentira por medio de un lenguaje verbal o no verbal sean suficientes para encontrar una verdad en el sujeto?

No.

Casos como el de Tania Head (portavoz de las víctimas del 11/S cuando nunca estuvo allí), Frank Abagnale Jr, Ferninand Demara (Timadores a nivel profesional. Se hicieron pasar por muchas profesiones y robaron millones de dólares), Amina Abdallah Arraf al Omari (creación de la invención de Tom MacMaster arguyendo que era una mujer lesbiana en la ciudad de Damasco, Siria), Frederic Bourdin (El hombre que cambió su identidad más de 500 veces. Apodado "El Camaleón") son la punta del iceberg de aquellos que patológicamente supieron engañar a un sistema, que como argüiría Foucault, está siempre vigilante. 

La afectación de la mentira en estrados judiciales es mucho peor, ya que lastima los intereses del proceso y de las partes. No hay respeto al debido proceso.

¿Es cuestión de los abogados, jueces y el aparato judicial el estudio en profundidad de las afirmaciones obtenidas y expuestas en un proceso legal y evitar el mínimo de afectación en esta?

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«Basada en un caso real, el de los crímenes cometidos por el falso médico Jean-Claude Romand, El adversario es un texto poderosísimo que sume al lector en el espanto» (Juana Salabert, La Razón).

El libro El adversario, escrito por Emmanuel Carrère, cuenta una historia basada en hechos reales que en la década de los 90 impactó a la sociedad francesa. ¿Pero qué es lo que lleva a una persona a mentir compulsivamente? Es decir, a lo que se conoce como mitomanía o pseudología fantástica o mentira patológica.

El 9 de enero de 1993, Jean-Claude Romand mató a su mujer, sus hijos, sus padres e intentó, sin éxito, darse muerte. La investigación reveló que no era médico, tal como pretendía y, cosa aún más difícil de creer, tampoco era otra cosa. Mentía desde los dieciocho años. A punto de verse descubierto, prefirió suprimir a aquellos cuya mirada no hubiera podido soportar. Fue condenado a cadena perpetua. El libro narra esta escalofriante historia real que es un viaje al corazón del horror. El resultado es una obra excepcional que ha sido comparada con A sangre fría de Truman Capote. «Excelente» (Soledad Puértolas). «Novela apasionante y reflexión de escalofrío» (David Trueba). «Un texto poderosísimo que sume al lector en el espanto» (Juana Salabert, La Razón).

La mitomanía es una falsificación desproporcionada que puede llegar a ser extensa, complicada o presentarse durante años o incluso toda la vida”, explica la doctora Maricarmen Jiménez Colín, del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

¿Y para qué dice las mentiras un mitómano? Al respecto hay dos grandes respuestas, explica la doctora Dolores Mercado Corona, de la Facultad de Psicología de la UNAM, la primera es para poder obtener algún beneficio y la segunda es para crear un relato que los demás lo asuman como cierto o probable, y obtener algún beneficio: que se le considere importante o inteligente, que se diga que tiene poder y que se le debe respetar.

La mitomanía, descrita por primera vez en 1891 por el psiquiatra suizo Anton Delbrück, no se ha llegado a considerar como un trastorno, sino como un síntoma que puede estar asociado con diferentes trastornos mentales, como el trastorno histriónico, el antisocial, el límite, el facticio o el narcisista, los cuales pueden tener como componente la mitomanía.

La mitomanía no se puede clasificar como un trastorno dentro de las actuales clasificaciones como el DSM V o CIE-10, porque se ha visto que estas personas que tienden a mentir recurrentemente tienen otro tipo de trastorno primario.

La personalidad que puede mostrar un mitómano es la de una persona que generalmente no tienen la sensibilidad del daño que le hace a otra persona, no tiene empatía. Tiene deficiencias de autoimagen y autoestima, y todo lo que hace es para reafirmarse en eso que no tiene.

“Qué tanto el mitómano se da cuenta de que está mintiendo o se cree esas mentiras. Hay autores que consideran que es difícil discernir entre si el mitómano cree o no en su propio relato; se cree que parece que al inicio saben que están mintiendo, pero acaban sumergiéndose en su propia historia y engañándose a sí mismos. Sí está claro que pueden llegar a aceptar o admitir la verdad sobre todo cuando se les presiona o las exigencias externas son muy constantes”, destaca la doctora Jiménez Colín.

Aunque en otros casos puede que sea muy difícil que admitan que están falseando los hechos, y de alguna manera buscan desviar la atención con otros temas que parezcan más verídicos.

En su entorno cercano, con sus familiares y amigos, un mitómano podría reconocerse porque al mentir tan comúnmente es posible que se den cuenta que de manera constante dice mentiras. Aunque cuando mienten frente a alguien con quien no lo hace comúnmente, tienen mayor éxito.

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La mentira, la usan los adultos sean padres, hermanas, yernos o cuñados. Sean profesionales que venden sus servicios para mentir. Sean policias, jueces o fiscales. Estos últimos servidores públicos de un sistema de gestión republicano que se lo llevo puesto la pandemia.

No hay terapia para la mitomanía, sobre todo porque una de las condiciones importantes es que la persona quiera cambiar.

“Algo que tenemos como principio en psicología es que para que podamos ayudar a alguien es necesario que la persona quiera ser ayudada; para que pueda haber un cambio lo primero es que la persona detecte que hay un problema y que hay que modificarlo; los mitómanos generalmente no tienen esta condición”, expresa la doctora Mercado Corona.

Agrega que si el mitómano solicitara ayuda, la psicoterapia más recomendable es la conductivo-conductual que lleva a la persona a hacer un análisis de la situación, de cómo funciona la persona, de cuál es el contexto en que se da la problemática y cuáles son las consecuencias de ésta. De esta forma, la persona podría conocer mejor cómo está funcionando y tomar la decisión de realizar un cambio.

Por su parte, la doctora Jiménez Colín apunta que si estas personas llegan a buscar ayuda es más porque han sido obligados por la familia o por motivos médico-legales, ya que de alguna manera buscan protegerse de las consecuencias de los hechos falseados que han dicho.

Algunas áreas del cerebro que llegan a activarse cuando se está empezando a formular una mentira o incluso antes de que sea verbalizada es la corteza cingulada anterior, zona que está involucrada en la toma de decisiones, de empatía, en el control de impulsos, en la anticipación de recompensa y en la emoción.

En la historia de El adversario, los psiquiatras que analizaban a Jean-Claud Romand concluyeron que, en adelante, a este hombre le sería imposible ser percibido como auténtico y que él mismo temía no saber nunca si lo era.

En ello coinciden las doctoras, quienes de igual forma señalan que el mitómano es incapaz de acceder a su propia verdad. Sin embargo, debido a que no tiene un estado de sufrimiento psíquico, es “difícil imponerle un tratamiento psicoterapéutico que él no pide…”, tal como afirman los especialistas del libro de Carrère.

30-DIC-2022 MAM


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Brenda U.

Estudiante en Suprema Corte de Justicia de la Nación

10 meses

Me gustó mucho este artículo que publicaste. Me gustaría saber más al respecto. ¿Existe alguna forma de solicitar en el Ministerio Público que se haga una evaluación psiquiátrica de la victima para determinar que es mitómano o que tiene algún otro trastorno psicológico?

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