La Agencia Europea del Medicamento huirá de una Barcelona a la deriva
¿UNA AGENCIA CATALANA DEL MEDICAMENTO? BUFFFFF!
Toni Sitges-Serra i Carme Valls
Publicado en Diari de la Sanitat
El independentismo padece de una falta de percepción de la realidad que le impide generar un discurso racional y razonable. Su retórica trata de convencernos de la lógica de un discurso con doble personalidad que mezcla argumentos de la autocomplacencia nacionalista con el europeísmo pseudofederal. La última: desde la Conselleria de Salut se lanza la propuesta de crear una Agencia Catalana del Medicamento que debería “sancionar” las decisiones que de la Agencia Europea del Medicamento (EMA), agencia a la que, por cierto, aspira la ciudad de Barcelona (con todo derecho) tras la secesión británica. ¡Cielos!
Los líos en este pantanoso tema, ya empezaron décadas atrás con la creación de la Agència d’Avaluació de la Tecnologia i Recerca Mèdiques que, si no erramos, llegó a tener más de 60 personas en nómina en tiempos de la exconsellera Geli, a pesar de que nunca fue más que un órgano consultivo que generó buenos informes pero que, en la práctica, apenas tuvieron impacto en las políticas sanitarias. Dicha agencia, dicho sea de paso, era una de las seis agencias de estas características que existían en España. ¿Ven ustedes qué despropósito? En Junio de 2010, con el ocaso del tripartito y ante la inminente investidura de Artur Mas a la Presidencia de la Generalitat, la susodicha agencia se transformó en otra cuya denominación fue Agència d’Informació, Avaluació i Qualitat en Salut la cual pereció en 2013 de la mano de Boi Ruiz transformándose en la Agència de Qualitat i Avaluació Sanitàries (AQuAS). ¿Lo siguen? A que no. Es lo que tiene la política catalana.
Ahora, con Puigdemont y Comín, se propone un Agencia Catalana del Medicament que no sabemos si va a reemplazar a la AQuAS, recortar sus competencias o simplemente sumar burocracia al Departament de Salut. Más allá del clientelismo y de crear puestos de trabajo de dudosa utilidad a costa del erario público, ¿cómo es posible que los ciudadanos aceptemos tanta duplicidad y tanto gasto superfluo con escasa eficacia? Hay “estructuras de estado” que para defender mejor los derechos de la ciudadanía, deben tener necesariamente competencias de ámbito federal, idealmente europeo, y si no español. Se trata de ganar eficiencia, trabajar de forma coordinada y respetar las evidencias científicas. ¿Cómo es posible pensar en una regulación catalana del medicamento? ¿Qué pensará Europa al respecto? ¿Cómo es posible que Barcelona aspire con toda legitimidad a traerse la EMA -que pronto abandonará Londres- y que, en paralelo, Catalunya decida dotarse de su propia agencia? A buen seguro que Bruselas solicitará con urgencia que se deshaga el entuerto y se clarifiquen las posiciones. Una Catalunya independiente jamás podrá ser sede de la EMA. Como nación no perteneciente a la UE perdería tal derecho amén de muchos más. La mera posibilidad de una futura secesión debería contemplarse como el principal obstáculo para que Europa se fije en Barcelona como futura sede de la EMA. Uno puede tener veleidades secesionistas pero lo que no puede ser es ignorante de lo que ello conlleva ni justificar políticamente lo que constituye un caso de incompetencia o, peor, de irresponsabilidad. Y si no es incompetencia ni irresponsabilidad es algo peor: una mentira, una gesticulación más.
Por favor, quienes quiera que sean los responsables últimos de alentar las “estructuras de estado” pongan un poco de sentido común en sus políticas; den una imagen coherente capaz de generar confianza entre la ciudadanía y las instancias decisorias de la Unión Europea. No jueguen al ombliguismo. Catalunya debe hacer una apuesta firme, inequívoca, para traerse la EMA a Barcelona y dejarse de historias. Las seis, o más, agencias que existen en España deberían confluir en un órgano federal común, al modo de la Food and Drug Administration norteamericana para defender mejor los derechos a la salud de todos sus ciudadanos y ciudadanas y evitar la medicalización innecesaria. Pongan al frente de estos organismos federales a buenos profesionales, libres de conflictos de interés tano político como industrial y avancemos en la coordinación, el respeto a las evidencias científicas y la clarificación de competencias. ¡Y déjense de historias!
Catedrático en Universidad Complutense de Madrid
7 añosMe gusta el artículo y su conclusión