La agilidad como mentalidad: Un camino de transformación que empieza por tí

"El progreso es imposible sin cambio y aquellos que no pueden cambiar de opinión no pueden cambiar nada". George Bernard Shaw

Nos gusta decir que la agilidad es una mentalidad. Esto quiere decir que más allá de las técnicas, herramientas, metodologías y marcos de trabajo específicos, existe una especie de modo agile de ver el mundo.

Sin embargo, esa nueva manera de ver y de hacer las cosas implica desafiar hábitos y paradigmas heredados que nos atraviesan por completo, pero que nos cuesta distinguir si no entrenamos la mirada. Por eso es conveniente meterse en este mundo desde el aprendizaje empírico con mentalidad de crecimiento, para desaprender y reaprender a ver y hacer las cosas de una manera distinta.

Esta mentalidad abierta y de crecimiento implica desafiar las formas tradicionales de pensar y trabajar. Se trata de una mentalidad o mindset flexible, resiliente y audaz, capaz de encarar cada nuevo desafío como una oportunidad para aprender, crecer y desarrollarse (Gottfredson, 2020).

Son modelos mentales que promueven la mejora continua, la resiliencia y la adaptabilidad. Entonces el crecimiento se da al tiempo que se obtiene una mejor comprensión de los desafíos del proceso, así como de las necesidades de las personas involucradas.

Al considerar la agilidad como una mentalidad se busca generar un cambio profundo en la forma en que las personas planean el trabajo, se organizan alrededor de objetivos desafiantes, reflexionan acerca de lo actuado y adaptan su curso en consecuencia.

No se trata únicamente de incorporar una serie de prácticas o herramientas, sino de adoptar una mentalidad flexible y adaptable que promueva la colaboración, la experimentación y la mejora continua, por diseño.

Esta transformación tiene implicancias directas en la forma en que colaboramos, cómo entregamos valor, cómo coordinamos nuestros esfuerzos y cómo aprendemos, así como el lugar que le damos a nuestros clientes, entre otras cuestiones clave.

Y cuando decimos cliente da igual si es interno o externo. Siempre trabajamos para alguien, en el sentido de que alguien siempre debería beneficiarse con el valor que entregamos. Si no tenemos claro para quién trabajamos, es tiempo de que reflexionemos al respecto.

Éste suele ser uno de los puntos más débiles en el ecosistema de los equipos de comunicación organizacional. Si en tu equipo no lo han hecho todavía o hace mucho que no lo hacen, los invitamos a responder y conversar sobre la pregunta: ¿para quién trabajamos?

En síntesis, entender a la agilidad como una mentalidad es mucho más que solo seguir un conjunto de reglas o prácticas. Se trata de una forma de ser y de abordar el trabajo con una actitud de apertura, aprendizaje y adaptabilidad constantes.

La siguiente figura ilustra un poco mejor lo que queremos decir. Inspirada en la analogía del iceberg propuesta por Edward T. Hall (1976) para pensar la cultura de cualquier sociedad, esta comparación muestra cómo es que mientras sólo algunos aspectos concretos son visibles —tales como las prácticas, los comportamientos y los artefactos—, es decir aquello que está sobre el agua, existe también por debajo de la superficie una porción mucho más grande. Esta parte incluye atributos invisibles como las creencias, los valores y la mentalidad que los moldea en general.

Extracto del libro "Comunicación ágil. Reinventando la comunicación ágil con metodologías ágiles" de Mara Villamor y Lucas Lopez Davalos,

Disponible en AMAZON y GOOGLE BOOKS.

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