LA ARGENTINA QUE SOÑAMOS.
Por Rodolfo Llanos - Presidente de la Unión de Emprendedores de la RA
En tiempos en los que el mundo enfrenta desafíos sin precedentes, es natural que surjan preguntas sobre el tipo de país en el “que vivimos” y el que “deseamos construir”. Cada uno de nosotros tiene una historia diferente, una familia distinta, y nuestras experiencias varían. Sin embargo, en lo más profundo de nuestros corazones, compartimos un anhelo común: vivir en un país que nos dé la oportunidad de alcanzar nuestros sueños, independientemente de nuestras circunstancias familiares, ideologías políticas o lugar desde donde partimos.
Siempre me pone feliz ver la realidad que viven aquellos comienzan con el apoyo de una familia sólida que los PUEDE AYUDAR a superar obstáculos. Enhorabuena para quien puede emprender desde un estilo de vida privilegiado producto del esfuerzo de sus antepasados. Es un maravilloso punto de partida para lograr las metas propias. Celebro que millones de argentinos estén en esa condición. Nos asegura, no solo para ellos, sino también para todos, mayores chances de alcanzar el éxito. Pero también debemos mirar a aquellos que, a pesar de trabajar incansablemente, no cuentan con ese respaldo familiar. Que su punto de partida es un barrio de emergencia o una vida de sufrimientos y privaciones. Es para estos últimos que el sueño de un país que premia el esfuerzo debe ser el faro que los guía. Es para todos nosotros EL SUEÑO de un país que ofrezca igualdad de oportunidades, donde no se necesite un padre privilegiado o una herencia para tener éxito. Donde el talento sea el vehículo y el esfuerzo el camino.
El país que soñamos es un país inclusivo, pero no uno que adore la pobreza, donde no importe si una persona arranca con un capital de 50, 100 o 200 millones de ventaja o arranca desde 0. Queremos un país que nos respalde a todos por igual, donde la “igualdad de oportunidades” no sea solo un eslogan de candidatos en campaña, sino una realidad palpable. Queremos un país que trabaje, que luche por cada uno de nosotros, porque sabemos que juntos somos más fuertes. No queremos un país dadivoso. Queremos un país justo. La justicia no es regalar. La justicia es proteger las metas que vayamos logrando.
En algunos momentos de nuestra historia hemos llegado lejos como nación, pero por diferentes razones fuimos perdiendo el rumbo. Un gobierno creyó que repartir el esfuerzo de otro era lo correcto. Después, uno pensó que subvencionar la pobreza era la solución. Después, algún otro imaginó que los bienes del estado, o, mejor dicho, de todos los argentinos, eran de su propiedad personal y encaminaron sus acciones para servirse de la representación obtenida (vía el camino electoral), como arma de negocios y trampolín a la riqueza.
Pero debo ser inmensamente realista con lo que sentimos la casi totalidad de NOSOTROS, y escribir las palabras que seguro la mayoría queremos gritarle al mundo: LOS ARGENTINOS NO NOS CONFORMAMOS CON LA REALIDAD QUE TENEMOS. Miramos hacia el futuro con determinación, con la firme convicción de que podemos hacer y ser más. EN NUESTRAS TRIPAS, SABEMOS QUE QUEREMOS SER MUCHO MÁS.
Queremos construir un país mejor, un país que una vez y para siempre se encamine a triunfar, un país que merezca un futuro brillante.
Sin embargo, no podemos ignorar la realidad actual. Vivimos en una patria donde el miedo, la resignación, la desconfianza y el cinismo a menudo intentan nublar nuestra visión de un futuro mejor. Nos dicen que todo es igual, que nuestras acciones no importan, que nuestras voces son irrelevantes. Que la pobreza debe ser la realidad desgarradora para millones de argentinos. Que miles de nuestros jóvenes se deben ir para hacer realidad sus sueños. Que hay que salvarse solo. Que todo vale. Que el “derecho” es cobrar un plan para poder comer. Que peleados vamos a lograr algo como nación. Nos convencieron de una grieta y salimos a militarla.
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Pero esto es una falacia. No es verdad que todo sea igual. No es verdad que los argentinos somos iguales a quienes nos representan en política. No es verdad que la corrupción es una característica de los ciudadanos. No es verdad que la pobreza es el camino hacia Dios. Dios no quiere niños revolviendo la basura. No quiere abuelos mendigando en las calles. No quiere saqueos. No quiere dirigentes ricos gracias a que le roban a su pueblo.
Puedo estar muy seguro al afirmar que los argentinos no queremos la mirada triste que tenemos hoy.
Es hora de desafiar esas voces que buscan perpetuar los intereses de unos pocos, a expensas de la mayoría. Es hora de unirnos, de hablar con todos, de derrotar al miedo, a la resignación, a la desconfianza y al cinismo. Debemos recordar que nuestras instituciones deben estar al servicio del pueblo, de todos nosotros. Las instituciones no deben estar al servicio de la política y de los políticos. Argentina no son nuestros políticos. Argentina es el carnicero, el científico, el deportista, el plomero, el abogado, el emprendedor, el empresario, el policía, el maestro y otros millones de héroes que sufren este aplastamiento nacional con resignación y esperanza.
Argentina es una tierra de contrastes y desafíos constantes, donde la perseverancia y la solidaridad son moneda corriente. A pesar de las adversidades que enfrentamos como sociedad, seguimos adelante, luchando día a día por un futuro mejor para nuestras familias y para nuestra nación. Tenemos que ponernos en marcha para fundar un futuro lleno de esperanza y confianza en nuestras propias capacidades. No podemos permitirnos dar por sentado lo que tenemos, ni resignarnos a lo que nos imponen.
El país que NOSOTROS QUEREMOS CONSTRUIR es un país que mira hacia adelante con valentía, que desafía las adversidades y que sigue avanzando, sin retroceder. No nos conformamos con el “status quo” político, jurídico y sindical; aspiramos a un país que se eleve por encima de las expectativas. Luchamos cada mañana, desde nuestra trinchera personal, para hacer realidad el sueño de 50 millones.
Nuestra historia está llena de desafíos y altibajos, pero siempre hemos demostrado una capacidad única para resistir y superar las adversidades. Argentina es un país de héroes cotidianos, personas que, con su esfuerzo y compromiso, construyen un mejor mañana. A pesar de las dificultades, seguimos soñando, trabajando y luchando por un país más justo, honesto y próspero.
Somos Argentina, una nación de héroes anónimos que no se rinde.