La armonía entre la vida personal y profesional. Introspección y el respaldo de las organizaciones en el proceso

¿Cómo sé hasta qué punto llega mi vida profesional y comienza mi vida personal? ¿Y si no me doy cuenta que una invade a la otra? ¿Qué consecuencias puedo tener en estos dos ámbitos de mi vida si no sé equilibrarlos adecuadamente?

El hecho de encontrarte ocho o diez horas en el trabajo siendo consciente que, al terminar la jornada, tienes una familia en casa esperándote para cenar, unos hijos que aguardan a que llegues para que les des una mano con las tareas escolares, o simplemente que llegas a tu departamento de soltero para enfocarte solamente en relajarte después de un largo y agotador día, es una cuestión que todos nosotros debemos de transitar en nuestras respectivas vidas.

Lo que sabemos es que no es fácil separar estos dos asuntos, puesto que somos seres humanos sensibles a estímulos constantes del ambiente en el que nos desenvolvemos. De una manera u otra, trasladamos parte de lo profesional a lo personal, y viceversa. El punto radica en la medida en que se pueda hacer, aunque sea, una cuasi separación que evite el origen de consecuencias que afecten negativamente a cualquiera de los ámbitos antes mencionados, ocasionando un desequilibrio desastroso y difícil de manejar si es que desconocemos los posibles mecanismos de balanceo.

Cuando salimos por la puerta de la oficina, lo ideal es que la mente se despeje automáticamente de todo lo acontecido allí dentro, y podamos llegar a casa dispuestos a absorber lo que allí suscite, pero, ¿lo hacemos? ¿Por qué será tan complicado perfeccionar esta habilidad de separación?

Es cuestión de organización. Dicen que cuando a nuestro alrededor las cosas se encuentran en orden, nuestra mente logra re ubicar ideas, conceptos y pensamientos, aportando esto a que también haya un orden auténtico en otros aspectos. Ya sea para neutralizar efectos adversos o minimizarlos, el individuo puede empezar por mirar para adentro y reconocer cuáles son sus prioridades personales y profesionales para determinar a cada una su lugar, sin contraponerlas. La elección de estas no debe causar sentimientos de culpa o irresponsabilidad, sino un sentido de bienestar y fidelidad hacia sí mismo por darle lugar a lo que se aprecia como importante o primordial.

Las organizaciones tienen la obligatoriedad de proteger la consonancia entre lo profesional y lo personal de forma cotidiana, pero sólo dependerá de la persona tal conciliación, y ello comienza primero desde su interior hacia afuera. El empleador, jefes, recursos humanos, no son quienes tienen que llevar a cabo todo el proceso, sino aplicar ciertos mecanismos que aseguren el bienestar del sujeto.

La conciliación profesional y personal es una práctica constante, inclusive cuando creemos que estos aspectos se hallan en estado armónico. Es bueno observarlos y así evitar que el equilibrio tome un curso crítico por creer que “estaba todo bien” y caer en la confianza de tener todo bajo control. Familia. Trabajo. Pareja. Deportes. Ocio. ¿A cuáles de ellos les doy más importancia, y por qué? ¿A cuáles creo no otorgarles la dedicación que merecen? ¿Existen otros intereses y valores que pueda añadir para completar la lista? ¿Cuáles serían y cómo los organizaría? Éstas pueden ser preguntas que permitan empezar a reconocernos a nosotros mismos y poner en claro los fundamentos que den sentido y cuerpo al repertorio de prioridades. Está demás aclarar que esta lista es puesta a modo de ejemplo y puede estar incompleta, así como su orden es totalmente al azar. El individuo tiene la libertad de fabricarla como desee, con los valores, principios y aspectos que considere esenciales en su vida, junto con la respectiva justificación de su elección. De esta manera irá creando un orden que lo conduzca a encontrar acciones que den sentido al equilibrio que aspira lograr.

Las preferencias de intereses varían de una persona a otra, por ello es que los parámetros preestablecidos no aplican, aunque sí existen guías como la ejemplificada anteriormente, que funcionan como una especie de propulsor para el replanteamiento intrínseco. Es importante volver a analizar la lista de valores cada cierto período de tiempo debido a que, a medida que pasan los años, tienden a modificarse tales intereses alterando el orden de prioridades.

Los seres humanos cambiamos, cambian nuestros valores y motivaciones, todo dependiendo de la etapa que nos encontremos transitando, junto con las vivencias experimentadas a lo largo de los años. Si no nos permitimos alcanzar esa armonía entre lo personal y profesional, repercutirá indiscutiblemente en la vida en general. Por ejemplo, si en lo profesional o cualquiera sea el oficio que desempeñemos, somos poseedores de habilidades que sabemos utilizarlas productivamente, profundizaremos en ellas, las perfeccionaremos con tiempo y dedicación y, por consiguiente, potenciaremos esa parte más que otros aspectos de índole personal. Es allí que se evidencia la preponderancia de unos intereses por sobre otros.

Por último, ¿qué sería lo anhelado? Compatibilizar todos los intereses, prioridades y valores de ambos entornos, sabiendo que, con un poco de consciencia y organización, pueden tomarse decisiones que impacten en el logro de la conciliación.

A no olvidarse: la armonización de intereses es una construcción diaria, de decisiones continuas y maduras. Que los personales que se han categorizado como importantes en conjunción con los profesionales, nos permitan tener una vida feliz, sin sentirnos estresados o preocupados por creer que no le otorgamos a cada uno el tiempo y dedicación que merecen. Las organizaciones jamás deben olvidar que sus colaboradores no sólo son individuos colmados de aspiraciones y objetivos laborales, sino que se constituyen como seres íntegros con alegrías, tristezas, sueños, ilusiones, etc., sea cual fuere su origen y magnitud. Esto no debe ser subestimado si la organización como tal aspira a ser un ejemplo en Buenas Prácticas en el respaldo y contención que puede brindarle a las personas que trabajan en ella sobre el tan ansiado equilibrio laboral-personal al que todos queremos un día llegar.