La Aventura de Vender Sándwiches
Cuando tenía 10 años, mi hermana y yo decidimos vender sándwiches en la ciclovía local, una experiencia que me enseñó lecciones valiosas sobre el emprendimiento, la confianza y las ventas. Este relato, no solo es sobre un niño vendiendo sándwiches, sino sobre mis primeros pasos en el mundo del emprendimiento y cómo esos momentos definieron mi futuro.
Desde pequeño, influenciado por las palabras de mi papá, albergué el sueño de crear mi propio proyecto. Mi papá siempre ha enfatizado la importancia de trabajar para uno mismo en lugar de enriquecer a otros. Con ese ideal en mente, mi hermana y yo nos lanzamos a nuestra primera aventura como emprendedores: vender sándwiches a los atletas de la ciclovía.
Lo que imaginé como un exitoso día de comercio se convirtió en una lección de humildad y aprendizaje. Experimenté la vergüenza de no confiar en mí mismo, y el acercamiento a los atletas me resultó desafiante. Al final de la jornada, solo vendimos tres sándwiches y tres vasos de jugo. Nuestro papá, que había financiado la materia prima, terminó comprando el resto de la mercancía. Esta experiencia fue un cómico, pero agridulce recordatorio de la realidad del emprendimiento.
Esta experiencia avivó mi deseo de emprender y me enseñó varias lecciones importantes:
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Esto me sirvió para entender que el éxito no viene de la noche a la mañana y que cada fracaso es una oportunidad para aprender y crecer. Desde ese momento valoro conectar con los demás de manera auténtica y genuina, ofreciendo valor y construyendo relaciones, más que simplemente intentar hacer una venta.
Quédate con lo siguiente: cada experiencia, no importa cuán pequeña o insignificante parezca, contribuye a nuestra formación como personas y como emprendedores. Con cada sándwich no vendido, no solo perdíamos un producto, sino que ganábamos una lección invaluable en el camino del emprendimiento.
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Facilitación/ Desarrollo Organizacional / Diseño Instruccional /
10 mesesVendí paletas de hielo y dulces en la prepa. Era una bonita comunidad donde mi caja de dulces y paletas pasaba de mano en mano por el salón hasta el comprador y ésta regresaba con el dinero de regreso. Años después me enteré que algunos no me pagaban completo jaja. Pero tienes razón emprender te enfrenta a un mundo donde debes saber de todo y enfrentar tus miedos