La batalla del Valle de los Castillejos

El ánimo flaqueaba entre los soldados del Regimiento Córdoba Nº 10. Disparaban sin descanso, pero no lograban frenar la acometida de las huestes de Muley-el-Abbas, hermano del sultán de Marruecos. Los cuerpos sin vida de los guerreros de Anghera y de los bojaris de la Guardia Negra se iban amontonando frente a ellos, pero aquello parecía no tener fin. La situación empeoraba por momentos, en nada estarían rodeados. Muchos pensaban que había llegado el momento de una retirada.

No opinaba así el teniente general Juan Prim que, a lomos de su caballo y espada en mano, para insuflar valor a sus hombres tomó la bandera del Regimiento y gritó: “¡Soldados! Vosotros podéis abandonar esas mochilas, que son vuestras; pero no podéis abandonar esta bandera que es la de la Patria. Yo voy a meterme con ella en las filas enemigas. ¿Permitiréis que el estandarte de España caiga en poder de los moros? ¿Dejaréis morir solo a vuestro general? ¡Soldados! ¡Viva la Reina!”, y salió disparado hacia las filas enemigas.

1 de enero de 1860. España ha declarado la guerra al Imperio de Marruecos debido a un ataque tribal a una construcción española. El gobierno del general O’Donnell cree que con una guerra en el exterior podrá desviar la atención de los graves problemas que tiene España. El objetivo militar es tomar Tetuán para negociar una paz ventajosa. El ejército, que ha salido de Ceuta, se encuentra en el cercano Valle de los Castillejos al ejército marroquí. Será la primera gran batalla, muy sangrienta por ambos bandos.

La acción de Prim anima a sus soldados, y estos corren tras él gritando: “¡Viva el general!”. Disparos, toques de corneta, gritos y explosiones se suceden. En la lejanía el general O’Donnell, que sigue con detalle la batalla, ordena a su escolta, al Estado Mayor y a dos batallones del Regimiento de la Princesa que le sigan. Va a ayudar a Prim. Al llegar a la zona de combate Prim le recibe con estas palabras: “Mi general, aquí mando yo: este no es el sitio de usted; su vida no le pertenece y aquí se expone sin necesidad. Todo está terminado”. La victoria se había decantado del lado español gracias al gesto de Prim.