La Ciudad, y los cometas
“Cree el aldeano vanidoso que el mundo entero es su aldea, y con tal que él quede de alcalde, o le mortifique al rival que le quitó la novia, o le crezcan en la alcancía los ahorros, ya da por bueno el orden universal, sin saber de los gigantes que llevan siete leguas en las botas y le pueden poner la bota encima, ni de la pelea de los cometas en el Cielo, que van por el aire dormidos engullendo mundos. Lo que quede de aldea en América ha de despertar. Estos tiempos no son para acostarse con el pañuelo a la cabeza, sino con las armas de almohada, como los varones de Juan de Castellanos: las armas del juicio, que vencen a las otras.Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra”.
José Martí, 1891. [1]
La cita de Martí que nos invita a esta lectura está tomada de su ensayo Nuestra América, publicado en Nueva York y en México en enero de 1891, y que es como el acta de nacimiento de nuestra contemporaneidad. El panorama convulso que nos presenta, y las advertencias que ofrece, corresponden a los primeros avisos de la crisis del orden mundial que precedió al que conocemos, que ha entrado en convulsión en nuestro tiempo. Y el llamado a las armas del juicio que hace tiene un valor renovado.
Un ejemplo del uso de esas armas lo encontramos en un reciente artículo de David Miliband [2], quien se pregunta por el lugar y la política más adecuados para el Reino Unido en tiempos en que no cabe “darse el lujo de pensar que el resto del mundo no importa.” Si bien el Reino Unido aún tiene “alcance global y poder global, y conserva el poder duro y blando,” dice, debe asumir el ejercicio de ese poder como una potencia intermedia, cuya riqueza, activos militares y reputación “han disminuido en relación con otros en la última década”. Y esto es tanto más importante en un mundo en el que no cabe estar “en el lado equivocado de algunas de las tendencias clave”.
Esas tendencias, en efecto, hacen parte de un “desorden mundial” en el que convergen “la fragmentación del poder global y el aumento de los riesgos globales.” Así, mientras “Estados Unidos y Occidente siguen siendo fuertes en algunos aspectos importantes, […] una gran cantidad de países están cada vez menos dispuestos a hacer lo que Occidente quiere.” Este “no es un mundo ‘multipolar’ de bloque estables y definidos”, sino uno “multialineado”, mucho más fluido e inestable, en que los riesgos globales “se ven exacerbados por la fragmentación de la geopolítica”.
Para el Reino Unido, que desde el siglo XVIII hasta mediados del XX constituyó una potencia mundial de primer orden, esto plantea cuatro problemas críticos. En primer lugar, el de que su influencia exterior “se ha visto gravemente afectada” por decisiones como la de abandonar la Unión Europea en enero de 2020. Esto, dice, demanda encarar esta situación “con la mentalidad correcta, no solo con la política correcta”, asumiendo “la capacidad y el apalancamiento de un país de tamaño mediano con activos globales, pero con un desempeño reciente empañado”.
En segundo lugar, está lo que el Reino Unido representa en una circunstancia global en la que “los valores y las instituciones democráticas están en retirada, incluso en Estados Unidos.” Al respecto, añade, “la democracia es un sistema político interno, no un principio organizador de las relaciones internacionales. Hablamos de un ‘orden internacional basado en reglas’ porque el acuerdo global posterior a 1945 fue diseñado para establecer un orden legal internacional, no un sistema electoral, para evitar el abuso de poder. La impunidad, desde Ucrania hasta Gaza, desde Sudán hasta Taiwán, es la verdadera amenaza a los valores e intereses de Gran Bretaña”.
En tercer lugar, dice, en un mundo multialineado el Reino Unido deberá “jugar en una serie de coaliciones.” Aquí, sus relaciones en la OTAN “son sólidas”, mientras “son casi inexistentes” con la Unión Europea, “uno de los principales financiadores del desarrollo internacional, forma parte del G20 y es una superpotencia reguladora en los ámbitos comercial, climático y digital”.
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Esto demanda renovar “una relación política y de política exterior con la Unión Europea”, para “impulsar la cooperación y la coordinación en nuestros numerosos ámbitos de interés compartido en materia de política exterior, defensa, seguridad y desarrollo.” Y a esto se agrega, como cuarto problema, “lo que podemos permitirnos” en una situación en la que afortunadamente no todo cuesta dinero, “dado el estado de las finanzas públicas”. Para Miliband, el Reino Unido “tiene mucho que ganar y mucho que ofrecer en un mundo interconectado.” Que lo haga, o no, determinará si ha de estar en la mesa de negociación o en el menú de la crisis global en curso.
Hay mucho que aprender de este razonar, propio de una sociedad con una larga tradición de debate público para la formulación de sus políticas. En esa tradición han desempeñado un importante papel su Parlamento y lo mejor de su prensa, que asume a menudo el papel de una plaza socrática. Esa plaza es hoy más necesaria que nunca en todas las sociedades del mundo. Ella facilita la tarea formular de visiones de conjunto, que permitan identificar el interés común de grupos con intereses a primera vista irreconciliables. Eso permite trascender la dificultad de percibir el conjunto de una circunstancia que resulta inevitable cuando sus distintos problemas son abordados por separado.
El país de la Ciudad se identifica en su escudo con el lema Pro Mundi Beneficio. Sin embargo, sus debates y preocupaciones más visibles tienden a encerrarse en lo local, sin considerar aquellas “tendencias clave” en que convergen “la fragmentación del poder global y el aumento de los riesgos globales” a que se refiere Miliband en su artículo.
Comprender, y encarar, los desafíos y oportunidades que plantean esos cometas “que van por el aire dormidos engullendo mundos” es una tarea aún pendiente en el entorno de la Ciudad. Atenderla en la perspectiva de nuestra visión, más allá de cualquier coyuntura inmediata, será de gran utilidad para el ejercicio de nuestra misión en un mundo en el que la innovación para el cambio social es cada vez más importante.
Ciudad del Saber, Panamá, 12 de abril de 2024
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[1] “Nuestra América”. El Partido Liberal, México, 30 de enero de 1891. Obras Completas. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 195. VI, 15.
[2] Político laborista cercano al ex Primer Ministro Tony Blair. Fue secretario de Relaciones Exteriores del Reino Unido de 2007 a 2010.