La Constitución Española en manos de Sánchez y del PNV, ¡Mon Dieu!
Tras unas semanas intensas de reuniones a puerta cerrada, fotos con el prófugo Puigdemont desde Waterloo, demagogias, llamadas a la movilización cívica y finalmente librado el debate parlamentario por la investidura del candidato del Partido Popular, es hora de hacer repaso de por qué Alberto Nuñez Feijóo no va a ser el presidente de la XV legislatura española y de analizar si el candidato Sánchez finalmente conseguirá su objetivo de ser presidente, asumiendo el coste que le exijan sus socios del policromático "bloque progresista".
Siendo los resultados de las elecciones,
Partido Popular: 137, Partido Socialista Obrero Español: 121, VOX: 33, SUMAR: 31, ERC: 7, Junts per Catalunya: 7, EH Bildu: 6, Partido Nacionalista Vasco: 5, B.N.G.: 1, Coalición Canaria: 1 y U.P.N.: 1
y sin que ningún partido obtuviera la mayoría absoluta, dice nuestra Constitución que, llamando a consultas a los candidatos de los diferentes partidos, SM El Rey propondrá un candidato que deberá someterse a una votación a dos vueltas en la Cámara baja, una para intentar recabar 176 síes para ser nombrado presidente de manera directa y si no obtuviera dicha cifra, someterse a otro escrutinio inmediatamente después, para descifrar si es capaz de sumar más síes que noes de los 350 diputados. Es en este turno donde toma una enorme importancia las abstenciones de los miembros parlamentarios.
En el actual escenario de reparto de escaños, la decisión de los diferentes grupos parlamentarios queda simplificada a que se decidan por uno de los dos candidatos mayoritarios (PP ó PSOE), conscientes todos de que del lado en el que se posicionen, irán acompañados de formaciones políticas de incómodo aproximación.
Así pues, los grupos parlamentarios tendrían ante sí el siguiente cuadro de intensidad de preferencias (medido en valores entre 0 y 100):
Sumando los votos de los diputados que se inclinan por adherirse a la entente con VOX, observamos que, eligiendo por separado entre apoyar al PP con VOX o no apoyar dicha alianza, el PP alcanza 172 escaños a favor frente a 178 en contra, justo el número de votos favorables que ha obtenido el candidato del PP en su intento de ser presidente.
Por su parte, como veremos en noviembre, cuando se vote por separado entre entenderse con EH Bildu y amnistiar al prófugo Puigdemont o no pactar con los partidos republicanos radicales, el candidato socialista llegaría a ser presidente en la primera vuelta si se aviene a las peticiones de PNV con 178 escaños, o si no, sometido a la segunda, alcanzaría 172 síes frente a 170 noes, con 8 abstenciones de Coalición Canaria, PNV y BNG para completar el quórum.
Coalición Canaria y BNG, con un escaño cada uno, se antojan irrelevantes ante la capacidad del PNV de desbalancear el empate existente -en sus manos está decir no al candidato Sánchez y provocar que haya repetición electoral-, por lo que no es descabellado pensar que todos los focos deberían estar mirando al Partido Nacionalista Vasco, preguntándole una y otra vez si se siente cómodo significándose del mismo lado que EH Bildu, a pocos meses de las elecciones al Parlamento Vasco, forzando la paradoja de que votando a Sánchez, estaría apoyando a un gobierno socialista que flirtea demasiado con EH Bildu, su principal adversario en la carrera por la lehendekaritza.
Sorprende ver que el último cancerbero de la carta magna más duradera que ha tenido nuestro país sea el PNV, el partido que hizo campaña por la abstención en el referéndum de 1978. ¿Cuarenta y cinco años de democracia, libertad e igualdad habrán sido tiempo suficiente para diputados valientes del PNV que se sumen a su defensa y salvaguarda por su respeto y malogren los planes de los grupos parlamentarios que, beodos de poder, ya se lo han perdido?
Ante esta elección trascendental sobre la integridad constitucional, cabe preguntarse si sería investido presidente un candidato que se presentara renunciando a VOX y a los partidos ultraradicales del bloque progresista.
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Para ello, asignaremos cifras de intensidad a cada partido según su inclinación por uno u otro camino, bien con VOX, bien con los partidos ultraradicales, distinguiéndolos por colores:
Por la derecha las preferencias quedarían 03 > 01 > 04 > 02
Por la izquierda o del bloque progresista, resultaría 02 > 04 > 01 > 03
Y como podemos ver, la opción 4, que es la de no pactar con VOX ni admitir la amnistía, no sería la primera preferencia, y esto es debido a que han cambiado los consensos sociales sobre quién sí y quién no merece ser nombrado demócrata. Aunque parezca increíble, hubo un tiempo en que el cordón sanitario se le ponía a los partidos que enaltecían al terrorismo o ponían en jaque la unidad constitucional. Hoy la frontera se coloca entre el "bloque progresista" y todo lo demás. ¿Hay forma más sectaria y menos democrática de hacer política?
Tras el rechazo a Feijóo, Sánchez se encontrará una Cámara donde la opción 02 (NO VOX + Amnistía) es preferida a la 04 (NO VOX + No Amnistía) y ésta a la opción 01 (SÍ VOX + Amnistía), que a su vez es preferida a la opción 3 (SÍ VOX + No Amnistía).
Con esos guarismos nos dirigimos cuesta abajo y sin frenos a una amnistía a la medida de los golpistas y a saber si no a una condonación de la deuda de la Administración catalana, donde parecen no haber sido suficientes los mecanismos extraordinarios de financiación (Fondo de Liquidez Autonómica (FLA), fondo de pago a proveedores o anticipos a cuenta del sistema de financiación, etc.) que aprobó el Gobierno de Mariano Rajoy en 2012.
Toda esperanza pasa porque el PNV reaccione a un imprevisto malestar entre su electorado por aceptar la amnistía, que supone estar del mismo lado que la izquierda abertzale, populista y los sentenciados por sedición o si percibiera que no le conviene que se le vean grietas a la Constitución -que para la integración del nacionalismo vasco aceptó incluir la disposición adicional primera en ella-. Podría ser entonces que el PNV cambiara sus preferencias quedando un reparto de voto de 172 síes frente a 176 noes, con 2 abstenciones de Coalición Canaria y BNG para completar el quórum, yéndonos todos a una nueva consulta a las urnas. Ojalá, pero no sé si la fe da para tanto, por mucho que lo corroboren los cambios en las preferencias y lo plantee su portavoz Antonio Esteban.
Lo más paradójico de todo es que casi el 75% del electorado español eligió el 23J PP o PSOE, dándole a ambos legitimidad para entenderse y hacer un pacto de mínimos con el fin de librarse de pactar con extremos y elegir la opción 4. El camino trazado por nuestros parlamentarios parece ser otro. Veremos hacia dónde nos lleva este destino.
Pd: Toda mi solidaridad con Israel, víctima de un infame ataque terrorista de Hamás mientras escribía estas líneas.
Damián Macías