La contradicción entre persona y personaje

Cada vez que soy espectadora de una exposición de arte o de una función de artes escénicas, las reflexiones sobre lo que experimento en el momento siguen brotando en mí una vez terminada la experiencia. Seguramente, continuarán haciéndolo en el futuro en la medida que algo que viva, mire o escuche, accione esa vivencia guardada en mi memoria. Cualquier obra de arte buena, genera ese puente -entre el objeto y el espectador- que interpela y deja preguntas en su mente. Preguntas que te permiten pensar en las grandes interrogantes de la vida como el dolor, el perdón, la humillación, la muerte y tantas otras a las que habitualmente encontramos desagradables. Las evitamos y tapamos con objetos plásticos y pulidos, brillantes y mucho más atractivos.

¿Cómo podríamos cuantificar todo este proceso que genera el arte en una persona? Cuando se mira al arte como un objeto de consumo es evidente que se debe cuantificar, querer saber cuánto de ese producto se consume para conocer la rentabilidad que deja a quien invierte en él. Pero, el arte no es un objeto de supermercado y no encaja en ese mercado al que no le interesa la persona, ni el sentido de la existencia. El arte es incómodo precisamente porque hace parar a quien vive corriendo sin saber para qué y quita máscaras a quien navega por la superficie y está esclavizado por el consumo de un mundo virtual que lo saca de la realidad. Este modo de vivir llega a disociar a la persona que construye máscaras que satisfagan a su propio ego. Unas cubren sus propias expectativas -siempre superficiales- y otras las expectativas que cree que los demás tienen de él. Al final no es consciente de la máscara que lleva puesta en cada momento y menos, si está subido en el escenario entre tramoyas y luces.

Veo en el arte un camino para encontrar la profundidad de la vida. Un camino que ofrece la posibilidad de plantear preguntas que traspasan la superficialidad y que te retan a encontrar libremente tus propias respuestas.

Aceptando este reto de reconocer las máscaras y quitarlas podremos distinguir a la persona que se revela entre todos los personajes. No lleguemos al límite de vivir la contradicción entre persona y personaje como últimamente se dice por ahí.