La cuarta revolución industrial:La ética planetaria en cuestión
La cuarta revolución industrial se trata de un cambio profundo y sistémico Basadas en la revolución digital y en la armonización e integración de disciplinas y conocimientos, se desarrolla a velocidad exponencial y abarca sistemas complejos entre y dentro de los países, empresas, industria y sociedades. Se trata de máquinas y sistemas inteligentes(alimentados por grandes bases de datos que se actualizan en tiempo real) y conectados entre sí, que utilizan la fusión de las tecnologías entre los dominios físicos, digitales y biológicos
Por lo tanto, esta inteligencia en red, soportada por tecnologías de la información y la comunicación (TICS), está comenzando a generar bienes y servicios con costos marginales cercanos a cero. Ya que el contenido de información/conocimiento contenido tanto en los instrumentos de producción como en los productos y servicios representa cada vez más una mayor proporción de su valor, entonces también el costo de los “infobienes” se aproxima a cero. Lo anterior hace que el tiempo humano necesario para producir estos infobienes (el tiempo dedicado al trabajo) también tenderá a cero (automatización, sustitución) junto con el del bienes y servicios necesarios para la vida de quien los produce.
Sin embargo, esta disrupción no ocurre en un terreno neutral en lo valorativo, no opera si no es confiriendo sentidos que operan en direcciones opuestas.
El primer sentido que emerge es el de la preocupación por el desplazamiento crónico de mano de obra de sectores trascendentes de la economía, de manos de la automatización, la inteligencia artificial y la gestión de grandes bases de datos.
Sin embargo hay otra visión posible. La hiperproductividad del sistema permitiría una sociedad global con bienes abundantes y gratuitos producidos colaborativamente en coexistencia pacífica, donde tiende a desaparecer la división entre el trabajo y el tiempo libre, donde el desempleo no existe como opción ya que el tiempo de trabajo tiende a esfumarse y la destrucción de la vida planetaria no es un requisito para la vida de las civilización humana. Es posible hoy optar por tempo libre en vez de consumo y crecimiento sin freno. Esto sucedería si la economía se orientara hacia el bien común y no hacia los “resultados trimestrales” de las operaciones financieras a cargo de las grandes corporaciones que dominan el mundo.
El desplazamiento del valor incorporado, desde la preponderancia del medio de producción y su posesión (primera y segunda revolución industrial) hacia la preponderancia del conocimiento/información y su posesión es clave para los países que hemos sido desenganchados de la ruta de desarrollo tecnológico sistémico. Los medios de producción principales son los portadores de conocimiento y las herramientas son cada vez menos costosas lo cual abre potencialidades de estar en la vanguardia de la creación de valor.
Lo anterior no implica utilizar pasivamente las novedades técnicas sino adaptar, crear e innovar con empoderamiento social en función de objetivos éticos que busquen el bien común.