La defensa de Europa, ¿con o sin la OTAN?
El art. 42 del Tratado de Lisboa dice que si un Estado miembro de la UE es objeto de agresión, se le prestará ayuda y asistencia conjunta de todos los Estados miembros. Sin embargo, en la UE no existe una política de defensa común dada la complejidad de integrarla en el marco común sin perjudicar la soberanía nacional de los Estados. Actualmente contamos con unas fuerzas de despliegue rápido ante la ausencia de un ejército europeo. Aun siendo sabedor de que la creación de un ejército europeo forma parte de los objetivos de la UE en el medio plazo, resulta difícil de creer que esto se vaya a lograr habiendo sido incapaces de unificar siquiera el armamento de infantería por ejemplo.
A esto se suma el debilitamiento de la relación trasatlántica, ya que EEUU ha cambiado su interés geoestratégico hacia la zona Indo-Pacífico y de Asia Central, con el propósito de aislar a China, su gran competidor económico, tecnológico, armamentístico e ideológico. Ejemplo de esta transformación de las relaciones bilaterales EEUU-UE y EEUU-España es el caso de Afganistán, donde España entró por el art. 5 del Tratado de Washington pero tuvo que salir sin que EEUU argumentase el por qué de su voluntad de marcharse. Además, la alianza militar AUKUS entre EEUU,
Reino Unido y Australia también debe hacer preguntarse a España y a la UE qué cuestiones debemos modificar y mejorar, como puede ser la reducción de la OTAN a su papel original, es decir, una alianza política promotora de los valores democráticos, e iniciar nuestra propia política de defensa.
Dicho esto, desde mi punto de vista, la UE aún no está plenamente concienciada ni deseosa en su totalidad de conseguir una autonomía estratégica, entre otras cosas por la ausencia de una voluntad común de los veintisiete y la falta de recursos económicos por culpa del coronavirus. Por esta razón, dudo que se avance demasiado en el medio plazo, por lo que es importante mantener nuestra alianza con la OTAN en los próximos años. En el largo plazo, sí creo que la creación de un ejército europeo será una realidad, pero para ello habrá que aumentar los medios para ejercer una
presión político-militar cuando sea necesaria, ya que otros Estados competidores realizan grandes inversiones en defensa y armamento, y la política militar constituye en definitiva una prioridad en su política exterior.
¿Por qué la UE debe contar con su propia fuerza militar? ¿Cómo se podría crear un ejército europeo? ¿Cómo actuaría y dónde? ¿Qué relación tendría con la OTAN?
Es de suma importancia para los veintisiete Estados miembros de la UE tener un ejército común que prevenga ataques externos y actúe conjuntamente cuando se den contra cualquiera de ellos. En un mundo cada vez más polarizado y competitivo en todos los aspectos, y con la llegada de nuevas amenazas como la terrorista, el fenómeno migratorio, o el ascenso de populismos en Sudamérica, Asia o incluso Europa, que ponen en duda los valores democráticos que nos han brindado tanta paz, prosperidad y progreso, así como el Estado de derecho o la separación de poderes en los países verdaderamente democráticos, es fundamental poseer un ejército que garantice la seguridad de todos los europeos ante los ataques e
injerencias países como Rusia, China, Cuba, Venezuela o Nicaragua en nuestras instituciones, procesos electorales y empresas.
Sin duda, pienso que creando un ejército comunitario, estos países se replantearían actuar como vienen actuando en los últimos años. Ahora lo estamos viendo, desgraciadamente, en la invasión rusa de Ucrania. También en los intentos de Rusia de influir en las elecciones alemanas o francesas, en el referéndum holandés sobre Ucrania o el de Cataluña, estando este último demostrado, o en el Brexit, con el objetivo de desestabilizar a la UE. La injerencia rusa en estos países nos hace ver cómo hay que mejorar e invertir más en seguridad y defensa.
Si hablamos de China, podemos recordar el proyecto de financiación económica en forma de préstamo por parte del Chinese Export Import Bank a Montenegro, lo que ha creado en este país una deuda irreparable, y un empobrecimiento y gran dependencia de China. Tanto China como Rusia buscaron atraer a los países de los Balcanes y alejarlos del flujo europeísta a través de las vacunas Sinopharm y Sputnik V respectivamente. Sin embargo, Europa sigue siendo el principal socio económico de Serbia, Montenegro, Albania, Macedonia del Norte, Bosnia Herzegovina o Kosovo. Pekín también se dedica a imponer sanciones al derecho de libertad de expresión de académicos y parlamentarios europeos como contramedida a las sanciones impuestas por Europa por la violación de los derechos humanos hacia los uigures en Xianjian. Ahora vemos cómo China no
considera la actuación rusa sobre Ucrania una invasión, y no la condena por supuesto.
Viajando a Sudamérica, no podemos olvidar las acusaciones del gobierno venezolano a la UE por injerencia en la misión de observación electoral, o las declaraciones del vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela, Diosdado Cabello, diciendo que España no podía hablar de democracia hasta que no se eligiese al Rey en unas elecciones.
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Desde Cuba se acusa directamente a España, país miembro de la UE, de injerencia y agresiones mediáticas hacia su país, tachando a los eurodiputados españoles de franquistas, golpistas e imperialistas. Tampoco podemos olvidarnos de las declaraciones del presidente nicaragüense Daniel Ortega llamando a España y a la UE fascistas y nazis, y acusando a EEUU de querer adueñarse de Nicaragua.
La tenencia de unas fuerzas comunitarias sería un medio de presión político, diplomático y militar más, que reforzaría la seguridad
de los de los ciudadanos europeos, las instituciones democráticas y la integridad territorial de todos los Estados miembros de la UE.
Con respecto a cómo crear el ejército, lo más sencillo e igualitario sería que cada Estado proporcionase un número de soldados proporcional a la totalidad de los que disponga, es decir, si España cuenta con unas fuerzas de seguridad mayores en número que Polonia, debe poner a disposición de la UE más soldados que esta. Así mismo, las aportaciones económicas de cada país miembro se derivarían de la renta nacional bruta, como ocurre en la OTAN. El objetivo es lograr la mayor aceptación de los países europeos, y no debilitar la seguridad interna de los Estados.
El ejército actuaría siempre y cuando un Estado miembro de la UE, o país asociado sufriese un ataque externo a esta y se identificase al agresor. También debería, bajo mi punto de vista, participar en misiones de paz en otras partes del mundo, ya que la seguridad de la UE depende también de la estabilidad económica, política y social del resto de países. Por supuesto serviría de gran ayuda a la hora de ejecutar la política migratoria común europea de la que aún no dispone la Unión pero veo de urgente creación del mismo modo.
La regulación del ejército, me refiero a su política de actuación, debe quedar reflejada en un estatuto, y que los procesos de actuación sean lo más transparente y conformes a Derecho posible.
Por último, sería conveniente que este contingente europeo estuviese en contacto estrecho con la OTAN, y colaborase conjuntamente con ella en determinadas cuestiones como la ciberseguridad, el terrorismo, el tráfico ilegal de personas, capitales y sustancias, la violación de los derechos humanos, o la preservación de la democracia. No hay que olvidar que siendo víctimas de los mismos ataques por parte de los mismos actores, sería inútil no trabajar unidos en beneficio de ambos.
En conclusión, la UE tiene un gran reto por delante, que es lograr su autonomía estratégica, que ya sea en el medio o en el largo plazo, debe conseguir visto el giro de EEUU hacia Asia en su política exterior y de seguridad. No obstante, no podemos olvidarnos de la necesidad de continuar con nuestras relaciones con la OTAN durante los próximos años hasta que el ejército europeo sea una realidad.
Mario Sanz Galacho