Ankara desafía a la OTAN
La situación de muerte cerebral con la que el presidente francés, Emmanuel Macron, diagnosticó a la OTAN poco antes de Navidades, no ha sido nunca tan evidente. Y no es, precisamente, porque la tensión interna que está viviendo, con Turquía como principal protagonista, sea precisamente baja. Pese a que Turquía y Grecia se incorporaron juntas en la primera ampliación que llevó a cabo la Alianza en 1952, su relación nunca ha llegado a ser plenamente satisfactoria. Ha sido entre estos países entre los que se han producido las principales fricciones internas. No en vano, la invasión turca de Chipre, provocó que Grecia suspendiera su pertenencia a la OTAN durante varios años. El numeroso ejército turco, en la actualidad sólo superado por Estados Unidos dentro de la organización, junto con su posición geoestratégica – en la posición más oriental del Mediterráneo, cerca de los entonces países integrantes del Pacto de Varsovia, y puente entre Europa y Oriente Medio –, convertia a Turquía, antes y ahora, en un aliado clave para la Alianza. Sin embargo, sus últimos movimientos militares y diplomáticos, además de la deriva islamista y autoritaria hacia la que Erdogan está dirigiendo a Turquía, han empezado a preocupar a algunos aliados, que ahora se cuestionan el papel presente y futuro del país en la organización.
Ha sido de nuevo el presidente francés, el encargado de verbalizar una opinión más generalizada de lo que parece, pero sobre la que la organización ha tratado de pasar de puntillas: la postura militar que está adoptando Turquía, fuera de lugar en el ámbito de la Alianza, a la hora de intervenir en los conflictos de la región, principalmente los de Siria y Libia. Algo que Ankara ha hecho, además, tratando de involucrar a la organización, cuyo carácter es predominantemente defensivo y disuasorio, bajo la excusa de que su integridad territorial estaba en peligro. No dudó, incluso, de invocar el Artículo 4 de la OTAN para convocar de urgencia al Consejo, tras la muerte de una treintena de sus soldados en la frontera con Siria, en otoño del año pasado.
Las declaraciones de Macron del pasado noviembre, coincidieron con la tibieza dialéctica y diplomática con la que la Alianza reaccionó ante la intervención turca en el norte de Siria, causantes, incluso, de la retirada parcial de las tropas estadounidenses en el norte del país. Sin embargo, la creciente presencia turca en el conflicto libio, el acuerdo diplomático entre Trípoli y Ankara que afecta a aguas griegas, y los roces que se están produciendo en el Mediterráneo Oriental y Central entre medios navales teóricamente aliados, ha hecho que el Elíseo vuelva a alzar la voz de forma contundente. Los choques entre buques turcos que escoltaban cargueros hacia Libia, y buques griegos y franceses en el marco de las operaciones que se desarrollan en el Mediterráneo, tanto de la OTAN como de la Unión Europea, están tensando las ya deterioradas relaciones entre París y Ankara. Esto ha obligado a la Alianza a llevar a cabo una investigación sobre el incidente. Antes de estos hechos Macron se reunió a principios de este año con el Primer Ministro griego Kyriakos Mitsotakis, para estrechar la colaboración militar entre ambos países, planteando incluso la presencia naval francesa en sus aguas en apoyo de la Armada griega, un envite que Erdogan no ha dudado en aceptar, a la vista de los acontecimientos recientes.
Todas estas tensiones, coinciden con un proceso de reinvención anunciado por el Secretario General de la OTAN, Jens Stoltenberg, en la cumbre de Londres de finales del año pasado, justo tras las primeras declaraciones de Macron. En este proceso, se está tratando de desarrollar mecanismos para la mejora de la coordinación entre los Aliados así como del ámbito político de la organización. No obstante, teniendo en cuenta la posición de Estados Unidos respecto a sus socios europeos, el escaso, aunque en teoría creciente, interés en el flanco sur de la Alianza o las desavenencias y hostilidades mostradas por algunos aliados, quizás la reinvención de la Organización, de sus estructuras, de sus objetivos y actuaciones deba ser mucho más profunda y ambiciosa de lo que se ha planteado. La OTAN no puede permanecer silente ante las injerencias de sus miembros en terceros países, y mucho menos ante incidentes como los que se están produciendo entre los propios aliados.
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4 añosParís siempre ha sido el principal contrapeso europeo a la amistad Berlín-Ankara y parece que en esta dinámica de fragmentación que vivimos donde el poder se está desfocalizando desde dos o incluso un polo central hacia diversos polos regionales, está apostando fuerte por usar ese antagonismo para reafirmarse como uno de estos nuevos centros. La que es interesante aquí también es la postura turca de "Ankara frente al mundo" que puede en el medio plazo hacerles mucho daño si llegan a romperse los lazos que están tensando...