La diversidad no exige justificación
Si bien, en los últimos artículos me enfoqué en compartir de forma persistente y fehaciente varios de los beneficios que genera el fomentar una cultura inclusiva, hoy quiero exponer un nuevo enfoque que parte de un lado más humano, y desde mi perspectiva, más acertado.
Si miramos a nuestro alrededor, encontraremos que la mayoría de las empresas – si no en su totalidad – tienen definidos y promueven valores propios de su organización, tales como la innovación, resiliencia e integridad. ¿En alguna ocasión estas empresas sustentaron el porqué de esta elección?, o más aún ¿Se enfocaron en generar métricas que validaran el interés por algún valor en particular? ¿No verdad?, en esta línea de ideas, ¿por qué la diversidad debería ser abordada de forma diferente?
Esta es la posición que expone el artículo titulado Stop Making the Business Case for Diversity, escrito por Oriane Georgeac (Profesora de Comportamiento Organizacional en la Universidad de Harvard), y Aneeta Rattan (Profesora de Comportamiento Organizacional en London Business School). Líneas abajo dejo el enlace por si desean leer el artículo completo. Toda la información registrada a continuación parte de los hallazgos registrados en dicho documento.
La posición expuesta por las autoras está basada en 6 estudios diferentes, los cuales se enfocan en evaluar el impacto externo que generan las comunicaciones corporativas en materia de DEI, así como su nivel de efectividad, considerando el apercibimiento de las narrativas empleadas desde la perspectiva de los candidatos no representados.
El primer estudio se basó en extraer información de las websites oficiales de todas las empresas que eran parte de la lista Fortune 500, así como de algunos reportes de diversidad, blogs y demás fuentes públicas. Basados en esta información, se construyeron 2 posiciones:
En el estudio se encontró que prácticamente el 80% de las organizaciones adoptaban la posición de Caso de Negocio (CN), menos del 5% enfocaban sus iniciativas considerando el Caso de Justicia (CJ), y el resto (CNe), o no consideraba la diversidad como un valor, o lo hacía sin definir convicciones claras y válidas en el proceso.
Oriane y Aneeta mencionan que, dada la popularidad del primer enfoque, hasta cierto punto se podía prever que los candidatos (pertenecientes a algún grupo minoritario) encontrarían esta posición más atractiva, hipótesis desmentida en los siguientes estudios. En estos, se solicitó a más de 2500 individuos (incluídos los grupos LGBT, mujeres de campos STEM y personas de raza negra) que leyeran las narrativas empleadas en sus organizaciones prospecto. Estas organizaciones se acogían a alguno de los enfoques o casos presentados anteriormente. Después, se les solicitó responder a la siguientes preguntas: ¿cuán proclive te sientes a ser parte de la organización?, ¿qué tanta preocupación te generaría el ser juzgado considerando los posibles estereotipos de esta?, y finalmente ¿cuán interesado te mostrarías por formar parte de esta?
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Los resultados fueron contundentes:
Aquí me detengo para hacer una breve reflexión: Desde que una organización considera que un colaborador es completamente intercambiable, deja de ser diversa e inclusiva, y esto porque la diversidad, precisamente, se esfuerza por fomentar la valía que se le otorga a la singularidad humana.
Como punto adicional, se evidenció que, los participantes, al ser conscientes del enfoque que su organización prospecto adoptaba, y de ser esta posición CN, redujeron en un 6% la inclinación que inicialmente sentían por querer pertenecer a la misma.
¿Por qué las autoras consideran que el primer enfoque (CN) podría no ser sostenible? El CN considera que los candidatos – provenientes de un grupo minoritario – ofrecen diferentes habilidades, perspectivas, experiencias, estilos de trabajo, y demás contribuciones que “guían” el éxito de las compañías. ¿Acaso esto indica que los demás individuos no lo hacen? De otro lado, esta posición enmarca la DEI como un objetivo de negocio, y no como una necesidad moral, siendo ventajosa sólo en la medida en que se refuerzan los resultados de la organización. Por último, sugiere que la contribución de los candidatos guarda relación con variables como la raza, género y orientación sexual, desatendiendo otras variables importantes como los son las capacidades actuales y el nivel de experiencia del candidato. Este estereotipo no sólo despersonaliza al individuo, sino que mengua su sensación de pertenencia.
Finalmente, parafraseo la recomendación de las autoras: no justifiques tu compromiso con la diversidad, la diversidad es un valor como cualquier otro que no exige fundamento, con solo saber que es moralmente correcto, es suficiente (y aquí los filósofos se detendrán a cuestionar que es moralmente correcto o incorrecto, tópico para otro artículo).