La e-TICa y el futuro
Privacidad, transparencia y trabajo
Estamos en un momento de la historia en el que la tecnología tiene tanto peso en nuestra vida cotidiana que amerita reflexionar sobre su impacto.
Estamos descubriendo día a día y a pasos agigantados todos sus beneficios y a un ritmo más lento cuáles son los interrogantes que surgen sobre la privacidad, justicia, responsabilidad, transparencia e incluso futuro del trabajo.
“La vida es una moneda” cantaba el rosarino Juan Carlos Baglietto, y toda moneda tiene dos caras. Con los avances tecnológicos podemos decir lo mismo. Por ejemplo, la energía atómica puede iluminar una ciudad, pero también destruirla por completo. Por eso creo que quienes trabajamos en esas industrias debemos hacerlo con respeto, responsabilidad y éTICa.
Vamos a referirnos a la é-TICa, como una conjunción de palabras que nos ayuda a entender este fenómeno en el que se cruzan la ética y las tecnologías de la información. Debemos pensar la ética más allá de un valor moral, porque en este caso guarda relación con los límites a dónde uno quiere llegar a través de los desarrollos tecnológicos y también con resistirse a la tentación de acumular información y para qué se utiliza.
Pero como en todos los ámbitos de la vida, creo que hay derechos y obligaciones, tanto para los individuos como para las organizaciones, tanto privadas como públicas. En septiembre de 2019 el Primer Ministro británico Boris Johnson sorprendió a los asistentes de la reunión anual de la Naciones Unidas con un discurso en el que hizo referencias a un futuro distópico y casi apocalíptico motivado por la tecnología en general y por la inteligencia artificial en particular.
¿Estamos condenados a un futuro frío y sin corazón?
Se le escuchó decir cosas como: “¿Deberían las máquinas, y sólo ellas, decidir si somos elegibles para optar a una hipoteca, un seguro o una cirugía? ¿Estamos condenados a un futuro frío y sin corazón en el que la computadora dice que sí o que no con la sombría resolución de un emperador en la arena?". O bien “¿En qué se traducirá la inteligencia artificial? ¿En útiles robots que cuiden y laven a una población envejecida, o en terminators de ojos rosados enviados desde el futuro a sacrificar la raza humana?".
Más allá del futuro sombrío que imagina uno de los principales dirigentes políticos del mundo occidental, es necesario dejar en claro que no todo lo que rodea a la tecnología es lindo y positivo. Hay una gran responsabilidad que nos obliga a cuidarnos como usuarios (individuos) y a las empresas a ser absolutamente responsables.
¿Alguna vez pensaste que la mayoría de tus decisiones de consumo hoy pasan por tu actividad en internet?
En internet decidimos qué mirar, qué cenar, qué leer y qué escuchar, entre muchas otras actividades. Pensemos por ejemplo que los sistemas de recomendación de todas las plataformas utilizan inteligencia artificial para predecir qué ítem te va a gustar más (o cuáles tienen más chances de ser consumidos por un usuario determinado). Una vez que el sistema realizó una predicción, te la recomienda de manera explícita o sugerente.
Este es uno de los temas que aborda el film "El dilema de las redes sociales" (2020), de Jeff Orlowski. Se trata de un documental que está disponible en Netflix, producido para esa plataforma y que aborda de manera entretenida un asunto pertinente y de actualidad: los riesgos psicológicos y políticos de redes como Facebook, Twitter e Instagram. Pero sugiero tener una mirada más amplia del film y su análisis donde el documental señala cuáles son los deberes, derechos y obligaciones que tiene cada uno de los actores de esta industria, en ambos lados del mostrador.
De una u otra manera todos hemos tenido experiencias en los últimos años con la manipulación de la información en los espacios digitales.
En este punto es interesante leer a los premios Nobel de Economía 2001 y 2013, Akerlof y Shiller quienes se refirieron a la Economía del Engaño: allí señalan que si el mercado y la búsqueda de la ganancia satisfacen las necesidades de la demanda, "también crean un equilibrio que es propicio para que las empresas manipulen o distorsionen nuestro juicio".
Dicho esto en el mundo digital, las personas en su natural inocencia caen en trampas semánticas, en los famosos phishing que no es otra cosa que pescar a los desatentos en el mar digital. Desde suplantación de identidad hasta engaños como los que uno conoce como el cuento del tío son los que sorprenden muchas veces a los más entrenados en la dialéctica.
Cada uno de nosotros debemos entender los conceptos básicos del mundo digital, su comunicación y sus reglas tanto como en la vida cotidiana. Estar prevenidos de los fraudes, pero ante todo entender qué es lo que aceptamos cuando damos clic a los términos y condiciones de las plataformas. No sólo de las empresas grandes y dominantes, sino de aquellas que tienen aplicaciones gratuitas.
Como usuarios es importante detenerse a pensar no sólo lo que nos ofrecen estas empresas, sino y fundamentalmente, lo que quieren de nosotros. Como decía un querido amigo: “nuestra información muchas veces nos lleva a recordar cuando se intercambiaba oro por baratijas”.
Sobreinformación y trabajo
Otro de los temas a los que nos enfrentamos los individuos es a las noticias falsas o fake news que reinan en la red como los rumores en la vida real y tradicional, pero con la diferencia que se expanden inmediatamente y eso genera un ruido que hace difícil distinguir la verdad de la mentira.
La gran proliferación de información, datos y contenidos que inundan la red, más allá de conocimiento generan efectos secundarios como la infoxicación o intoxicación de información que nos abruma y nos confunde. Procesar los contenidos, generar hábitos, buscar fuentes confiables son ejercicios que nos protegen a los individuos de los engaños.
Hoy no tenemos todas las respuestas y por eso queremos generar un debate amplio sobre el tema entre personas y sectores claves: expertos en tecnología, pensadores, gobierno, empresas privadas, creadores de tecnología y la sociedad civil, para entender cuál es el camino a recorrer para el uso ético, responsable e inclusivo que queremos. Es en este contexto que hay organizaciones que representan a la sociedad civil y a las empresas que desarrollan tecnología y que proponen consensos y estándares para trabajar protegiendo los intereses de cada parte.
Buscar fuentes confiables nos protege de los engaños.
Un ejemplo que puedo citar es la Global Networking Initiative. Allí se definieron los Principios GNI que establecen el compromiso general de los miembros de colaborar en el avance de los derechos de los usuarios a la libertad de expresión y la privacidad.
Los principios brindan orientación de alto nivel a la industria de las TIC sobre cómo respetar, proteger y promover los derechos de los usuarios a la libertad de expresión y privacidad, incluso cuando se enfrentan a demandas gubernamentales de censura y divulgación de la información personal del usuario.
También existe otra iniciativa como la Coalición Dinámica de Principios y Derechos de Internet (IRP Coalition). Se trata de una red abierta de individuos y organizaciones con base en el Foro de Gobernanza de Internet de las Naciones Unidas (IGF) comprometida con hacer que los derechos humanos y los principios funcionen para el entorno en línea. El trabajo principal de la Coalición IRP ha sido traducir los derechos humanos existentes al entorno de Internet para crear conciencia, comprensión y una plataforma compartida para la movilización en torno a los derechos y principios de Internet.
Como parte de estos esfuerzos, en este caso dentro de una compañía, en septiembre de 2018 Salesforce creó una Oficina de Uso Ético y Humano de la Tecnología en su sede central ubicada en San Francisco, Estados Unidos. En la inauguración, el fundador y CEO de Salesforce, Marc Benioff, sostuvo que “la tecnología no es inherentemente mala o buena. Lo que importa es lo que hacemos con ella”.
Pedro Less Andrade, un especialista con 25 años de experiencia en tecnología, regulación y políticas públicas, co-fundador de ALAI (Asociación Latinoamericana de Internet), CABASE, EcomLAC y CACE, ex director de políticas públicas de Google y actual vicepresidente de Política públicas para América Latina de Facebook, explica que son varios esfuerzos que diferentes actores público y privados, de manera individual y conjunta están haciendo para fomentar un uso ético de las nuevas tecnologías, pero también hay que mirar, dice él, cómo la inteligencia artificial se pone al servicio de un uso ético de las tecnologías.
Recomendado por LinkedIn
Hoy, la inteligencia artificial nos permite actuar a gran escala sobre el análisis de contenido que puede generar daño en redes sociales. No solo permite detectar, remover y actuar sobre contenido dañino o violatorio de políticas internas, sino también ayuda a priorizar los casos más críticos.
Por ejemplo dentro de la plataforma de Facebook durante el segundo trimestre de 2021 se dieron de baja 7.9 millones de piezas de contenido por violar nuestra política contra bullying y acoso; y 31.5 millones por violar políticas sobre discurso de odio. Y en el caso de prevención de suicidio la Inteligencia Artificial ha permitido encontrar, remover y enviar recursos de apoyo y líneas de ayuda a nuestros usuarios (90% de las veces hemos logorado hacerlo antes de recibir el reporte de un usuario)”.
Y adelantándose a lo que vendrá con el llamado Metaverso, Less Andrade adelanta que ya están trabajando con gobiernos, la industria y la academia para pensar en los desafíos y oportunidades alrededor del Metaverso. Por ejemplo, hay que involucrar comunidades de derechos civiles y derechos humanos desde el inicio para asegurar que esas tecnologías sean inclusivas y empoderen a la gente.
El desafío es anticipar riesgos en temas como:
El apuro por encontrar culpables o responsables en los dilemas éticos de la tecnología definió a las empresas como el gran enemigo. Más allá de este error de percepción, hay organizaciones, instituciones y gobiernos que cuidan los derechos de los ciudadanos y ponen estándares a las empresas.
En definitiva es un ecosistema que debemos proteger, cuidar y hacer crecer mirándolo de cerca.
Las empresas como Amazon, Apple, Facebook, Microsoft, Google y Netflix han experimentado un crecimiento sorprendente en los últimos años, lo cual las ha convertido en el conjunto de las empresas más valiosas del mundo. Gracias a que poseen la tecnología que dominará una gran parte de la vida en el futuro próximo, también están obteniendo un enorme poder político y social sobre una buena porción del mundo más allá de la industria tecnológica.
Son necesarias las regulaciones que protejan a los niños online.
En este sentido vemos un necesario incremento en la aparición de regulaciones que protegen a los niños cuando están online. La ley COPPA (Children ́s Online Privacy Protection Act) fue pionera en EE.UU. La Unión Europea tiene su propia legislación con la GDPR-K. También están implementando normativas en China, India, Corea del Sur y recientemente en Brasil, alcanzando y protegiendo hoy a más de 850 millones de niños alrededor del mundo.
En definitiva internet es un espejo y al mismo tiempo una lupa de nuestra sociedad, mostrando y amplificando todo: lo bueno, lo lindo, lo malo y lo feo. Ese mundo hoy está luchando por descifrar qué regulación les cabe y está descubriendo que los cambios que están generando en la economía, la vida política y cívica, las artes y el entretenimiento, no son fáciles de entender, mucho menos de limitar.
Un último aspecto para reflexionar tiene que ver con el futuro del trabajo. Según explica el Institute of the future, la humanidad con una previsión reflexiva, creativa y audaz, puede desarrollar, implementar y gobernar tecnologías emergentes que fortalecen las asociaciones entre humanos y máquinas y fomentan las oportunidades de empleo, el empoderamiento económico y el trabajo decente para todos. Aumentar las oportunidades para que más personas y comunidades realicen un trabajo significativo, creativo y sostenible es la piedra angular de los esfuerzos nacionales y mundiales para mejorar la prosperidad económica en el futuro cercano, en particular para las mujeres y los jóvenes.
Las nuevas tecnologías como la inteligencia artificial colaborativa, el aumento sensorial, la realidad extendida y las cadenas de bloques tienen el potencial de establecer un entorno inclusivo y equitativo que brinde a las personas oportunidades para un trabajo significativo, creativo y sustentable. Pero este escenario positivo no es seguro. Sin un enfoque prospectivo para la aplicación de tecnologías emergentes, estos avances podrían actuar en nuestra contra.
Hace años aprendí la metodología de Análisis de Futuros Alternativos, de la mano de mi amiga la Ing. Roxana Bassi, una herramienta del Institute of the future qué permite pensar los escenarios futuros alternativos que podríamos vivir analizando escenarios de crecimiento, transformación, abundancia y colapso. No esperemos que nos cuenten cómo será el futuro, es importante que podamos proyectar y en gran medida establecer cómo deberíamos comportarnos, cómo debería ser ese futuro que queremos.
Es una tarea muy difícil porque vivimos en un mundo cambiante en el que la adaptación y la flexibilidad son nuestras herramientas más potentes y poderosas pero no debe impedir nuestros derecho a ser inquietos, a curiosear, a aprender de las herramientas, a usarlas con ética y con el espíritu de desarrollar y crecer como sociedad.
Esto para mí es rockear las comunicaciones.
Principios éticos de la tecnología del futuro
Recientemente se llevó a cabo en Argentina la primera sesión del foro sobre uso ético, responsable e inclusivo de la tecnología organizado por Saleforce. El objetivo de la propuesta fue pensar estratégicamente cómo enfrentar el desafío que tienen tanto las empresas como el sector público y los individuos para que desarrollemos y utilicemos la tecnología como una herramienta para el bien. Desde allí me gustaría extraer algunas ideas principales:
El camino es el bienestar digital
Implica la necesidad de tomar decisiones que nos acerquen al bienestar digital, lo que implica el uso intencional, crítico, balanceado e informado de las plataformas tecnológicas. Para lograr esto debemos ser los individuos quienes controlemos la tecnología, que seamos nosotros quienes la usamos cuando tengamos una necesidad y que nos informemos sobre los peligros que un mal uso podría llegar a representar.
El usuario debe ser el centro
Esto no significa más que al momento de interactuar con la tecnología el usuario siempre debe estar en el centro. La importancia de poner a la persona en el centro al momento de la creación y del uso de la tecnología, protegiendo sus derechos por sobre todo.
La importancia de informar sobre el impacto de la tecnología
Para un buen uso de la tecnología es importante brindarles a los usuarios información acerca de cómo funciona el cerebro con la tecnología y las redes sociales para que tengan más poder sobre ellas. Al mismo tiempo es recomendable contar con educación formal para informar de los peligros de la tecnología, pero también de lo noble que puede ser para cosas buenas.
La tecnología debe ser inclusiva
La tecnología debe ser inclusiva: este punto hace referencia a que la experiencia de usuario debe ser accesible para todas las generaciones y que la tecnología, como herramienta democratizadora, esté disponible para todos y en todos los puntos del país.
Gracias Leandro Africano por ayudarme a ordenar las ideas y editar este capítulo
Investigadora en Valeria Vizioli Comunicación
2 añosMuy buen artículo y excelentes reflexiones. Gracias por compartirlas!
Retired Sales Operations & Business Operations Specialist (@San Antonio de Areco, Buenos Aires, Argentina)
2 añosCarlos, que buena orientación le diste a este artículo. Me trae a la memoria varias conversaciones que pude mantener con Horacio de Dios (gracias a tus encuentros anuales donde me re-encontré con el). Agradezco que tengas el empuje de por seguir este camino de divulgar e incentivarnos a pensar, mas alla del día a día.
Especialista en Familia y temas sociales
2 años👏👏👏👏👏lo comparto . Muchas gracias !