La economía del distanciamiento
Para liderar en momentos de incertidumbre, una de las primeras medidas consiste en identificar certidumbres, es decir: aquellas constantes (buenas o malas) con las que inevitablemente tendremos que lidiar. En el caso de la situación creada por el COVID - 19 estas son, a mi juicio, las más contundentes:
- Si no se toman medidas, el crecimiento exponencial del número de infectados lleva a colapsar los sistemas de salud.
- El virus estará circulando durante bastante tiempo (meses si no años) antes de que haya una vacuna o tratamiento eficaz.
- La cuarentena general es solo viable durante un periodo relativamente corto de tiempo hasta que los muertos sean más por hambre que por la epidemia.
He leído comentarios criticando a los sistemas de salud por no tener suficientes camas o respiradores. Es absurdo esperar que cualquier sistema, de cualquier tipo, tenga recursos disponibles para atender inmediatamente una demanda exponencialmente superior a la que normalmente atiende. ¿A quién se le ocurre tener 1000 respiradores en un hospital, si normalmente se utilizan 10? Con esto no quiero decir que los sistemas no tengan fallas, sino que exigirles efectividad total e inmediata ante un evento inesperado, devastador y desproporcionado ("cisne negro"), es sumamente infantil.
Tomar decisiones es básicamente convertir información en acción. El decisor identifica las variables clave a tener en cuenta para el cumplimiento de sus objetivos, determina su estado actual, su tendencia, sus interacciones y finalmente, con esa información, diseña formas de gestionarlas. Entonces, ¿qué es una pandemia si no otra variable a gestionar?
Casi todas las sociedades tienen variables similares que gestionan mejor o peor. Hay países donde los terremotos son comunes, por tanto, se han adaptado a ello: sus construcciones son antisísmicas, existen planes de contingencia, a las personas se les educa sobre qué hacer ante esas situaciones. Ello no significa que no haya daños cada vez que la tierra tiemble, pero la sociedad lo gestiona, coexiste con ello. No viven en carpas al aire libre para evitar ser aplastados por edificios ante un eventual sismo. Algo similar sucede con los países de clima frío: edificaciones calefaccionadas y aisladas, indumentaria adecuada, sistema de transporte acorde, etc.
Imaginemos que de pronto una nueva glaciación lleve el frío polar durante un año a las islas del Caribe. Miles morirían, al no estar adaptadas las viviendas, ni las personas, ni la vestimenta. La economía (basada en turismo de sol y playa) quedaría destruida. Sería desastroso.
Entendamos entonces que, el problema que enfrentamos hoy, no es COVID - 19 en sí mismo, sino la velocidad inesperada con la que este se ha presentado, muy superior a nuestra capacidad de incorporarlo a nuestras vidas.
Por eso es lógico que ante las primeras "sirenas", "bombas" y muertos, en medio de la confusión, de un enemigo invisible, desconocido y sobre todo: rápido, hayamos salido corriendo a meternos en los "búnkers". De hecho, solo quienes ya conocían enemigos similares (SARS, H1N1) y habían convivido con ellos, supieron responder rápida y eficazmente, sin necesidad de esconderse. Las sociedades para las cuales esta era una variable nueva en su cotidianidad, solo podían, en primera instancia, asumir una postura sumamente defensiva. Quienes decidieron ignorarla, hoy pagan un duro precio.
A veces es necesario "volar" para luego poder "pelear". Pero "volar", es solo una solución temporal. En algún momento hay que volver a "pelear". Asumir esto, es la clave para el éxito. El tiempo en el "búnker" es necesario, en primer lugar, para minimizar las bajas del "bombardeo" sorpresivo inicial, pero sobre todo para prepararnos y salir a dar batalla. No hay un enemigo visible ante nosotros, en un frente claramente definible. No es la "batalla del arco de Kursk", sino "guerra de guerrilla urbana". De poco sirven los muros cuando el enemigo está dentro o es inevitable su entrada.
Así como existe una "economía del frío", "economía del calor" o "economía sísmica", es imprescindible desarrollar una "economía del distanciamiento". Todo parece indicar que los tres ejes de esta serían:
- Aumentar la capacidad del sistema médico para identificar, aislar y tratar infecciones respiratorias.
- Maximizar las medidas de higiene.
- Maximizar el distanciamiento social.
Cada persona, organización o sociedad, deberá encontrar la mejor forma de adaptarse. De esta forma, si queremos salir con los menores daños posibles de este trance, como mismo es impensable construir un edificio en Chile sin seguir normas antisísmicas o ver a una persona sin abrigo caminando en Enero por Svalbard, también nos deberá parecer extraño ver a alguien sin mascarilla en las calles o un ómnibus repleto de personas hacinadas.
Podría pensarse, en primera instancia, que esta podría ser una carga de ineficiencia para la economía: locales donde antes podía atenderse a 100 personas a la vez, ahora quizás solo puedan trabajar con 50; ómnibus que podía transportar 100 personas ahora mueven 40. El espacio y la presencialidad se convierten en variables a gestionar de forma diferente. Lo cierto es que lo que se torna en ineficiencia para algunos se vuelve oportunidad para otros. ¿Acaso los abrigos o las calefacciones no los fabrica alguien?
Una vez reestablecida la actividad, los empleos perdidos en una industria incapaz de adaptarse (o justamente al adaptarse) aparecen en otras: producción de material de protección personal (mascarillas, trajes, desinfectantes), servicios de limpieza, internet y telecomunicaciones, logística y un largo etc. Ese reajuste ya está teniendo lugar a escala global.
Contenida la primera ola, la pandemia del COVID-19 se presenta como un reto extraordinario y una oportunidad (pocas veces vista) de repensarnos de cero. La supervivencia de cada quien dependerá su habilidad de asumir los tres ejes antes mencionados y así convertirse en un triunfador en la "Economía del Distanciamiento".
Consultoría en Desarrollo Organizacional. Docente. Psicóloga clínica
4 añosInteresante. Hay que contemplar también la economía del miedo y de la desconfianza. La capacidad de adaptación evidentemente no pasa sólo por lo económico, sino por las nuevas formas de construir y mantener vínculos que esto implica. Difícil poder convertir la necesidad del contacto físico con los afectos que es un aspecto tan constitutivo del ser.
Managing Partner, CK Associates Consulting SL
4 añosGran y acertada presentación. Ojalá sepamos ahora cómo reaccionar social y económicamente ante el daño y dolor causado por ésta pandemia mundialmente. Con la población consternada y economías en recesión (stress postraumático) hará falta visión y mucho esfuerzo para enderezar el curso. No deja de ser otro "Big Bang" en el desarrollo de la humanidad, donde unos querrán volver a recuperar la situación anterior y otros dar un salto cuántico hacia delante. Es una gran oportunidad para intentar solventar muchas de nuestras flaquezas y desajustes de nuestra Sociedad global. Espero te vaya todo bien y cuídense. Feliz Pascua
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4 añosExcelente, exposición de la problemática y como nos tienes acostumbrado,una inmejorable postura para el nuevo desafío
Directora en H-Move. Consultora en Liderazgo, Gestión y RRHH. Docente. Terapeuta. Amo el arte de liberar el potencial de personas y organizaciones.
4 añosMuy buena la lectura Carlos! Creo que hay un desafío incluido en la misma pero no sé si tan explícito, que es la capacidad de reinventarse masivamente, así como la capacidad de gestionar una secuela silenciosa de la pandemia, que está constituida por los trastornos mentales concomitantes.