La educación socioemocional salvará al mundo
Por Noel Trainor
Es un hecho que para muchas personas en el mundo moderno no resulta fácil lidiar con sus emociones. Quienes ya somos adultos sabemos que en el pasado hubo varias generaciones en las cuales el tema jamás se tocó en las aulas, y en ocasiones tampoco a nivel familiar.
Fue recién en la década de los 90 cuando los educadores más talentosos comenzaron a observar la importancia de la educación socioemocional. Sus ventajas están avaladas por estudios científicos rigurosos, y cada vez más especialistas e instituciones señalan su importancia y aseguran que no incorporarla oficialmente a un plan de estudio hace que este sencillamente quede incompletos.
Para otros actores que nos dedicamos a la educación, siempre se ha tratado de un tema de vital relevancia. Tener conciencia de las propias emociones es la competencia fundamental sobre la cual se construirán las demás.
Entre otras ventajas, una adecuada educación socioemocional nos permitirá —y permitirá a los alumnos de cualquier edad— adquirir un mejor conocimiento de nuestras propias emociones e identificar las de los demás; desarrollar la habilidad de controlar nuestras emociones; prevenir los efectos perjudiciales de las emociones negativas; desarrollar la habilidad para generar emociones positivas y automotivación; y adoptar una actitud positiva ante la vida.
En pocas palabras:
la educación socioemocional nos hará conocernos a nosotros mismos y nuestras virtudes, carencias y reacciones. Y todo eso puede significar la diferencia entre el éxito o el fracaso, no solo en nuestras tareas académicas o laborales sino incluso en nuestras propias vidas.
LA IMPORTANCIA DE LAS HABILIDADES BLANDAS
Las denominadas habilidades blandas son, según el educador Ashutosh Bishnu Murti del Indian Institute of Management, “aquellas habilidades no técnicas que se han determinado como necesarias en el ambiente laboral, son transversales en las competencias del individuo y están más relacionadas a la personalidad, actitud y comportamiento de cada persona”.
Las habilidades blandas no son una característica específica, sino una combinación de habilidades sociales, de comunicación, de personalidad y de otros factores que hacen que una persona conviva de manera positiva con los demás. Entre ellas pueden estar la capacidad de comunicación, la cortesía, la flexibilidad, la integridad, las habilidades interpersonales, la actitud positiva, la responsabilidad, la solidaridad, la capacidad de trabajar en equipo y la ética laboral.
Y la educación en las habilidades blandas resulta cada vez más vital. En especial en el mundo de hoy, en el cual es un hecho que existen desafíos globales surgidos estrictamente por la falta de empatía de muchos actores sociales.
Como ejemplo concreto, apenas a fines de octubre la Organización de las Naciones Unidas aseguró que la solidaridad será una de las tablas de salvación para salir de la crisis mundial generada por el coronavirus.
“La pandemia marca un antes y un después y deja al mundo un mensaje claro”, afirmó el director general de la ONU, António Guterres. Y fue aún más claro: “la solidaridad es, hoy más que nunca, nuestra única tabla de salvación”.
No se trató solo de una visión ideológica o abstracta. En términos concretos, Guterres afirmó que para superar y recuperarnos de la crisis requerimos sistemas de salud fortalecidos y cobertura sanitaria universal, garantizar que la vacuna contra el COVID-19 se considere un bien público mundial accesible para todos, y garantizar la protección y el apoyo de mujeres, trabajadores del sector informal, adultos mayores y personas en situación de pobreza. Solo así, dijo, “se podrá movilizar a todos los actores y socios del sector al servicio de una respuesta verdaderamente mundial”.
En la actualidad muchos países promueven la educación solidaria, que básicamente considera como fin ultimo el bienestar del ser humano por sobre la acumulación de bienes. En América Latina, la Secretaría de Educación Pública mexicana integró desde el ciclo 2018-2019 la Educación Socioemocional en la currícula, y en Argentina se estableció en los planes educativos el concepto “educación solidaria”. Y otros países llegan mucho más lejos: en Dinamarca en concepto hygge se refiere a un estado de bienestar provocado por un entorno familiar cálido y protector, que fortalece emocionalmente a los niños y los hace sentir atendidos, queridos y escuchados, con una autoestima fuerte y al mismo tiempo una gran capacidad para escuchar a los demás. Un concepto que Jessica Alexander e Iben Dissing Sandahl, autoras del libro superventas The Danish Way of Parenting, consideran el factor clave de los altos índices de felicidad en ese país.
En síntesis:
la educación socioemocional de nuestros alumnos es un tema fundamental, que permite tener niños mas sanos y felices, y como consecuencia directa, acercarnos al hasta ahora utópico desafío de construir un mundo mejor para todos.
Es hora de fortalecerla en nuestras aulas. ¡Desde Knotion ya lo hacemos!
Consultor de Política pública, Prevencion Social de la Violencia, Desarrollo Social y Desarrollo Organizacional
4 añosGracias Lilian por compartir este artículo, Abrazo