Más allá de los títulos: La era de las habilidades
Buen día a todos y todas. Es un gusto saludarles.
En el mundo laboral actual estamos presenciando un cambio significativo en la forma en que las empresas evalúan y seleccionan a sus colaboradores. Antes era común que, al momento de contratar, las empresas se fijaran en factores como la formación, los títulos académicos o el nombre de las instituciones de egreso de los candidatos.
Por fortuna, esta práctica está quedando en el pasado. Y ello queda especialmente patente en las empresas más innovadoras y progresistas.
¡Se trata de una buena noticia!
Hoy las empresas líderes en el mundo ya no se limitan a evaluar a los candidatos por sus credenciales académicas o el prestigio de su alma mater. En lugar de eso optan por pruebas de habilidades y evaluaciones prácticas, que les permiten conocer las capacidades reales de los candidatos y su potencial para desempeñarse en roles específicos.
Desde el punto de vista empresarial, priorizar las habilidades por encima de los títulos académicos tradicionales ofrece múltiples ventajas.
¿Cuáles pueden ser algunas de ellas?
Una aproximación de este tipo permite a las empresas identificar y reclutar talentos con habilidades prácticas y competencias específicas, que serán muy relevantes para los roles que se desempeñarán; todo esto se traduce en una mayor eficiencia y productividad, ya que los colaboradores están mejor preparados para enfrentar los desafíos específicos de sus puestos. Por otra parte, valorar las habilidades reales fomenta un ambiente de trabajo más inclusivo y diverso, donde se reconoce y valora la contribución única de cada individuo independientemente de su historial educativo o su apellido. A la larga este enfoque puede resultar en una reducción de la rotación de colaboradores, ya que los individuos se sienten más valorados y comprometidos con una organización que reconoce y aprovecha sus habilidades y potencialidades únicas.
Pero, además, este tipo de selección puede impactar positivamente a nivel social.
¿Por qué digo esto?
Porque centrarse en capacidades y competencias fomenta un ambiente de igualdad de oportunidades y consolida la meritocracia. Permite atraer a los mejores talentos, y sobre todo, ayuda a identificar a personas talentosas que (muchas veces debido a factores externos) no han tenido la posibilidad de acceder a instituciones prestigiosas o de reconocida excelencia académica. En el largo plazo, priorizar habilidades y rendimiento por sobre otros factores hace que empresas, e incluso los países, puedan asegurar que aquellos y aquellas más capacitados ocupen posiciones clave. Y ello conducirá a una toma de decisiones más efectiva y a la maximización del potencial colectivo.
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Como es lógico, en nuestras empresas compartimos esta visión progresista y centrada en las capacidades reales de las personas.
De manera personal, creo firmemente que lo más importante al seleccionar a un nuevo miembro de nuestros equipos es acoger a personas que sean genuinamente buenas, éticas y alineadas con nuestros valores corporativos. Se trata de una ecuación en la cual todos podemos ganar algo:
Los colaboradores, que encuentran un entorno ideal para desarrollarse profesionalmente;
Las empresas, que logran atraer y conservar el talento;
Los países o sociedades enteras, que poco a poco comienzan a interiorizar el valor de la meritocracia y, de esa forma, se aseguran que las decisiones estén en manos de los y las mejor preparados.
Bajo esta perspectiva, desde nuestras empresas también podemos aportar hacia la construcción de un entorno mejor para todos. Dar espacios a los hombres y mujeres que no solo poseen las habilidades técnicas necesarias, sino que también son capaces de contribuir de manera positiva al ambiente laboral e individual, puede ser una buena fórmula para avanzar hacia un mundo más justo y equitativo.
¡Les invito a reflexionar al respecto!
Ha sido un placer saludarles. Agradezco todas las impresiones y comentarios.
Atentamente,
Noel.