La Eficiencia Operacional en Salud: Una Reflexión Sobre Costos, Gastos y Calidad.
Recientemente, durante una entrevista de trabajo, me plantearon una pregunta fundamental: ¿Qué es un costo y qué es un gasto en el contexto de la salud? La pregunta provenía de un financiero, y aunque respondí los conceptos, esta experiencia me llevó a reflexionar profundamente sobre la relación entre eficiencia operacional y la gestión de los recursos financieros en el sistema de salud.
En el sector salud, los costos representan el conjunto de recursos invertidos directamente en la prestación de servicios médicos. Esto incluye, por ejemplo, los insumos quirúrgicos, medicamentos, equipos médicos y el pago al personal de salud involucrado en la atención directa de los pacientes. Estos elementos son esenciales para garantizar la calidad y efectividad en los resultados clínicos.
Por otro lado, los gastos son los recursos que se destinan a mantener la operación administrativa y logística del sistema de salud. Esto incluye costos indirectos como el mantenimiento de instalaciones, servicios de tecnología de la información, capacitación del personal y actividades de gestión administrativa.
Esta diferenciación es clave porque, en muchas ocasiones, la toma de decisiones en salud tiende a enfocarse exclusivamente en la reducción de costos y gastos, ignorando la necesidad de un enfoque integral de eficiencia operacional.
La Eficiencia Operacional: Un Pilar Subestimado
La eficiencia operacional en el sector salud no se trata únicamente de reducir costos o minimizar gastos; se trata de optimizar los recursos disponibles para garantizar la mejor calidad de atención. Esto implica:
Integrar equipos expertos: Crear grupos multidisciplinarios con alta especialización en la gestión de condiciones clínicas específicas es clave para mejorar la calidad y la eficiencia en los servicios de salud. Desde mi experiencia en la formación de Centros de Excelencia en la prestación de servicios clínicos integrales, he observado que la integración de especialistas, como cirujanos ortopédicos, fisioterapeutas, nutricionistas y psicólogos, puede marcar una gran diferencia en el tratamiento de condiciones complejas. Por ejemplo, en uno de los proyectos que lideré, un Centro de Excelencia para la atención de pacientes con enfermedades osteoarticulares logró reducir los tiempos de recuperación postquirúrgica en un 30% al implementar un protocolo interdisciplinario que incluía rehabilitación temprana y seguimiento continuo mediante telemedicina. Asimismo, hospitales acreditados por JCI, como el Mayo Clinic en Estados Unidos, destacan por equipos especializados que manejan casos de alta complejidad, combinando la experticia técnica con la personalización del tratamiento. Este modelo no solo optimiza recursos, sino que también mejora significativamente los resultados clínicos y la satisfacción del paciente.
Optimizar procesos: Diseñar flujos de trabajo eficientes implica eliminar redundancias y reducir los tiempos muertos para garantizar que cada recurso cumpla su función de manera efectiva. Por ejemplo, en el Johns Hopkins Hospital, acreditado por la Joint Commission International (JCI), se implementaron procesos automatizados para la dispensación de medicamentos, lo que no solo redujo los errores humanos, sino que también optimizó los tiempos de administración en un 40%. De manera similar, el Hospital Mount Sinai en Canadá integró un sistema de triaje digital que asigna niveles de urgencia a los pacientes en tiempo real, reduciendo significativamente los tiempos de espera en salas de emergencia. Estos ejemplos demuestran cómo los procesos optimizados pueden impactar positivamente la experiencia del paciente y la eficiencia operativa, asegurando una atención más rápida y precisa.
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Mantener la calidad como prioridad: Implementar estrategias que aseguren la excelencia clínica es fundamental para generar confianza y garantizar resultados efectivos. Esto implica incorporar tecnologías avanzadas, como sistemas de apoyo a la toma de decisiones clínicas y equipamiento médico de última generación. Asimismo, los protocolos basados en evidencia, como las guías clínicas actualizadas por organismos internacionales, permiten estandarizar la atención y reducir la variabilidad en los resultados. La formación continua del personal no solo asegura que los profesionales estén al día en sus especialidades, sino que también fomenta la adaptabilidad a nuevos enfoques y tecnologías. Por ejemplo, capacitaciones en manejo de emergencias o el uso de nuevas herramientas digitales mejoran la eficiencia y la experiencia del paciente. Mantener la calidad como prioridad significa también promover una cultura organizacional donde la seguridad del paciente sea innegociable y se realicen auditorías regulares para identificar áreas de mejora.
Adoptar tecnologías innovadoras: Desde la telemedicina, que permite atender pacientes en zonas remotas sin necesidad de traslados, hasta la cirugía robótica, que ofrece mayor precisión en procedimientos complejos como reemplazos articulares o resecciones tumorales. Asimismo, tecnologías como los sistemas de monitoreo remoto ayudan a gestionar enfermedades crónicas como la diabetes o la hipertensión, reduciendo hospitalizaciones. Por otro lado, el uso de inteligencia artificial en el diagnóstico por imágenes acelera la detección de patologías graves, mientras que los historiales clínicos electrónicos centralizados optimizan la gestión de datos y mejoran la coordinación entre equipos de salud. Estas herramientas no solo generan ahorros significativos, sino que también potencian la calidad de la atención y los resultados clínicos.
La Conexión Entre Eficiencia y Sostenibilidad.
Un sistema de salud eficiente no solo optimiza los recursos, sino que también garantiza su sostenibilidad a largo plazo. Al reducir costos innecesarios y maximizar el impacto de cada peso invertido, se logra un equilibrio entre la viabilidad financiera y la calidad del servicio. Además, los sistemas eficientes tienden a ser más resilientes frente a crisis y cambios en el entorno.
Reflexión Final.
La entrevista que mencioné al inicio fue un recordatorio de que el sector salud requiere un enfoque más integral y estratégico para enfrentar sus retos. La eficiencia operacional debe ser entendida como un eje central, y no como un componente secundario, si realmente aspiramos a construir sistemas de salud que sean tanto sostenibles como efectivos.
Te invito a compartir este artículo si te ha generado reflexión y a seguirme para continuar explorando temas relacionados con la salud, la gestión y la innovación.
¡Hagamos de este un espacio de aprendizaje y discusión constructiva!
Coordinacion administrativa y de operaciones en Clinisports IPS. Administradora en salud, Especialista en gerencia en seguridad y salud en el trabajo.
6 díasEstoy de acuerdo