La Era Digital está pariendo con dolor un gran CAMBIO CULTURAL

La Era Digital está pariendo con dolor un gran CAMBIO CULTURAL

No estamos viviendo una Era de cambios, estamos cambiando de Era

La historia de este momento que estamos viviendo, y que nuestros nietos van a estudiar, la estamos escribiendo nosotros aquí y ahora, en medio de este presente VUCA (Volátil, Uncertain-incierto, Complejo y Ambigüo), tomado el bando de los protagonistas, de los agentes de cambio que empujan el carro de la transformación cultural, del cambio de mentalidad, conscientes de que este momento histórico, no es un cambio más. No estamos viviendo una Era de cambios, estamos cambiando de Era. A partir del Covid 19, la transformación digital definitivamente está comenzando a afectar todas las áreas de acción de los seres humanos, y sus consecuencias cambiarán el curso de la historia.

Algunos entendidos dicen que fue la aparición de la triple “w”, otros que es el surgimiento de la Inteligencia artificial, y también hay quienes apuestan a que fue el Internet de la Cosas o “IoT” por sus siglas en inglés “Internet of Things”, pero hay coincidencia en que fue, entre fines del siglo XX y la primera década del siglo XXI cuando la historia de la humanidad cambió nuevamente de Era. Sin embargo, no fue hasta el estallido de la pandemia, que actuó como acelerador de los procesos de digitalización y toma de consciencia de la influencia que estaban teniendo las tecnologías disruptivas en nuestras vidas, que ya no podemos seguir hablando de “Edad Contemporánea” para referirnos a este período que nos ha tocado vivir.

El ser humano que nació en plena Edad Contemporánea y su sociedad industrial (desde la segunda mitad del siglo XX), formaba parte de una estructura vertical, ordenada, jerárquica, en la que, con un comportamiento estándar, lograba adaptarse a una sociedad que requería de estereotipos de hombres y mujeres que no desafiaran el “ideal social”. Pero debido a la cuarta revolución industrial, estas mismas personas han tenido que experimentar la exponencialidad de las tecnologías disruptivas, comenzando a cohabitar en una dimensión virtual, en donde la globalización, la ubicuidad, la inmediatez y la asincronía de la información, supera nuestra capacidad de adaptación. Interactuamos con máquinas mucho más fuertes, veloces y con mayor capacidad de procesamiento de información que el humano. Definitivamente, la definición de contemporaneidad ya no nos representa.

Este salto cuántico que estamos experimentando como humanidad, no nos han dado tiempo para adaptarnos. Esta es la primera vez que no tenemos tiempo para pensar en lo que queremos conservar, cuando los cambios ya han cambiado en sí mismos.

En el paleolítico, el surgimiento de la tecnología lítica, es decir, cuando el hombre aprendió a pulir la piedra para darle forma de flecha, surgió la caza a distancia, mejorando la supervivencia de la especie. Bajó la tasa de mortalidad y cambió la forma en que se organizaban socialmente, ya que intuitivamente se distinguieron aquellas personas que tenían habilidades para pulir la piedra, otras para cazar, y entonces surgió por primera vez la división del trabajo y los diferentes roles dentro de la sociedad. La tribu se complejizó, y en miles de años el ser humano se adaptó al nuevo contexto.

La tecnología que permitió la domesticación de las especies dio lugar al surgimiento de la agricultura y la ganadería, y a partir de entonces, la sedentarización de los seres humanos permitió la producción de excedentes, y su almacenamiento dio lugar a la defensa armamentista, el comercio, la propiedad privada, el surgimiento de las ciudades, la lucha por el poder y la guerra. Varios siglos dieron forma al nuevo ser civilizado y urbano.

En el siglo XVIII las tecnologías que permitieron el surgimiento de la industrialización, (la máquina a vapor, el carbón, después la electricidad y las máquinas) cambiaron la forma en que se organizó la sociedad. Surge la sociedad de consumo, la definitiva migración campo-ciudad, el imperialismo y el colonialismo cambiaron las correlaciones del poder de los Estados a nivel internacional, y dividieron el mundo entre dueños de los factores productivos y masa consumidora y trabajadora. Y nos habíamos adaptado bien, incluso llegamos a aceptar que la felicidad estaba en la adquisición de bienes materiales, y la estabilidad, en un título universitario y una conducta que no desafiara al sistema.

Pero con el surgimiento de internet, aparece la posibilidad de habitar una nueva dimensión virtual, que coexiste con la realidad física y material de nuestra existencia, y que pone el mundo y todo su conocimiento al alcance de todos. Estas tecnologías disruptivas, cuyo desarrollo es exponencial, están provocando, al igual que lo hicieron otras tecnologías antes en la historia, un cambio radical en las formas de organización, en los sistemas productivos, en la forma en que nos organizamos como sociedad, cómo dividimos el trabajo, los modelos de negocio, nuestra percepción y concepción del éxito, de la identidad, del sentido de pertenencia… se están modificando nuestras teorías sobre el margen y la utilidad, está cambiando la forma de ser productivos y competitivos, definitivamente a partir de esta nueva realidad digital, no somos los mismos, aunque nuestra naturaleza humana nos impulse a seguir haciendo más de lo mismo, para sentirnos seguros, aunque intuyamos que la palabra seguridad y estabilidad, forman parte de un pasado que no volverá.

En esta ERA DEL CONOCIMIENTO la generación de la información ya no está reservada a la elite académica, sino que la tecnología también ha democratizado la producción del conocimiento. Hoy día cualquiera produce información y es la gente quien valida o no su veracidad o su implicancia, rompiendo con nuestros viejos paradigmas de valoración y validación de la verdad a partir de la fuente de dónde emanaba esta verdad.

Los que nacimos en el siglo XX, recordaremos que el acceso al conocimiento fue abriéndose con el mismo paso del siglo. Nuestros abuelos tenían restringido el acceso a la información, y sólo podían acceder al conocimiento dentro del espacio público, a través del cine o las bibliotecas. A la música, a los cantantes de esa época, solo se accedía en vivo, en bailes o conciertos, pero era muy restrictivo su acceso. Luego con la aparición de la radio y la televisión, el contenido ingresó al ámbito privado, al hogar, y los que tenían poder adquisitivo pudieron tener acceso a la información desde la intimidad de su hogar.

La historia que se contaron nuestros padres, sobre seguridad y estabilidad, era producto de la información que las élites querían transmitir y que aseguraba el fortalecimiento del status quo. Un orden que garantizaba la sociedad de consumo como base de una industrialización, que, en ese momento, se pensaba como la única forma de alcanzar el bienestar de la sociedad, pero que hoy sabemos, dejó consecuencias bastante nefastas para el sistema planetario. 

Pero hoy día el conocimiento está al alcance de todos. Después del COVID 19, las mejores universidades del mundo están ofreciendo cursos gratuitos, con el consiguiente efecto sobre la educación a nivel mundial y su modificación como modelo de negocio. Los periodistas ya no son los únicos que pueden publicar contenidos, los médicos tendrán que dejar de molestarse cuando consultemos en internet y tendrán que reinventar la relación médico paciente. Los profesionales de la gestión, la logística y la administración no podrán competir con los poderosos software que no se equivocan, ni se enferman. La tasa de reemplazo de la automatización dejará un desempleo estructural de difícil reabsorción. Las bajas pensiones, el aumento de la esperanza de vida y la falta de congruencia entre la oferta de la educación superior y la demanda empresarial por profesionales con nuevas habilidades digitales, provocarán un masivo crecimiento en los emprendimientos que tendrán que adaptarse al entorno virtual y a las cambiantes necesidades del nuevo consumidor. Todos los trámites y los servicios que hoy estamos obteniendo por internet, no volverán a realizarse de forma presencial, y la experiencia digital de la vida en pandemia, modificará las correlaciones de poder más allá de nuestra capacidad de adaptación y aceptación. Y claramente, por más que soñemos, no hay vuelta atrás.

Darwin nos dejó claro que la especie que sobrevive no es la más fuerte, sino la que se adapta con facilidad (no sin dolor), la que tiene la flexibilidad necesaria para cambiar sus modelos mentales y aprende a observar y vivir en el nuevo escenario que los cambios le presentan. Así ha evolucionado la historia de la humanidad.

El ser humano que habitó en los siglos de transición hacia la Edad Moderna tuvo tiempo para cambiar sus paradigmas y dejar el modelo mental “teocentrista” que le permitió transitar por la Edad Media con mediana plenitud. Las cruzadas fueron incorporando lentamente elementos de la cultura greco-romana en la Europa feudal, que fue abrazando los nuevos paradigmas del antropocentrismo, la experimentación y la apertura mental que permitió comprobar la redondez de la tierra y la exploración de nuevos territorios y nuevas culturas. El hombre del siglo XV tuvo tiempo para reinventarse, y dando batalla a la siempre enconada resistencia al cambio, evolucionó hacia un nuevo ser que dibujó los límites de los estados modernos. Así también ocurrió con el campesino que perdió su sustento producto de la aparición de las máquinas que potenciaron el desarrollo de la agricultura industrializada, y tuvo que migrar a las fábricas textiles, adaptándose a un mundo urbano precario, en el que comenzó a luchar por sus derechos, instalando la lucha de clases de la mano de la explosión demográfica y la explotación masiva de los recursos naturales.

En el transcurso de la historia, cada cambio de Era trae consigo un especial momento de ajuste, en el cual coexisten las fuerzas de la resistencia y las del cambio, que normalmente son impulsadas por el surgimiento de nuevas tecnologías. Son momentos en los que lo nuevo no puede nacer porque lo viejo se resiste a morir. Entones surgen los peores monstruos de la resistencia que tratan de imponer su verdad a través de la fuerza, amparados por el terror a lo desconocido. Pero también surgen los grandes líderes transformadores que arriesgan su vida, su normalidad, su seguridad, por el logro de su propósito. Galileo Galilei, Cristóbal Colón, Gandhi, M. Luther King no se quedaron en su zona de confort. Lo intentaron una y otra vez, insistieron hasta vencer la resistencia y lograr sus propósitos. Sus historias no son historias de éxito y logros instantáneos.

Si el hombre medieval fue un ser teocéntrico, el hombre de la Edad Moderna era aventurero y racional, el ser contemporáneo alcanzó un progreso material increíble de la mano del individualismo y la competitividad, en esta Era Digital, el SER DIGITAL podrá habitar plenamente este mundo, logrando los resultados necesarios para una sociedad más justa y sustentable, sólo si aprende y reinventa la forma en que nos relacionamos como seres que abortan el YO PRIMERO, y aprenden a anclar su acción sobre la roca firme de los principios universales.

Principios entendidos como leyes naturales, objetivas, universales y evidentes por sí mismas, que actúan con total independencia a nuestra comprensión y aceptación. Principios que están fuera de nuestro control, sin embargo, nos gobiernan. Independientemente de quienes seamos, a qué nos dediquemos, la cultura a la que pertenezcamos. Los principios nos guiarán a través de la incertidumbre con sabiduría, como un faro en medio de la tormenta.

Nuestros nietos aprenderán la historia del siglo XXI y la nueva Era Digital que se instaló definitivamente gracias al acelerador del COVID 19, a partir de las acciones que personas como tú y yo, realicemos y coordinemos hoy día, en base a principios.

Nos dirigimos hacia un modelo de relaciones totalmente diferentes a las que estábamos acostumbrados. El control y mando no sirven de nada en este momento de duro ensayo y error, de iteración, de instalación improvisada de las tecnologías que definitivamente son más eficientes y efectivas que nosotros, y con las que sí o sí tendremos que convivir.

De nosotros depende aprender a relacionarnos productivamente. En medio de este forzado e improvisado teletrabajo, debemos co crear una nueva forma de productividad, basada en la conciliación y no en la lucha egocéntrica por imponer nuestra verdad. La nueva forma de producir resultados efectivos surgirá del respeto irrestricto a las diferencias, de la orientación a objetivos compartidos, de la colaboración entre personas autogestionadas. Si quiero que otros me sigan y compartan mi forma de pensar tengo que inspirarlos y no someterlos. Recuerden que la evolución la permite la capacidad de adaptación, no la fuerza.

El nuevo SER que habite esta Era DIGITAL encontrará su efectividad en las nuevas relaciones horizontales, transparentes y basadas en un genuino ganar – ganar. No será fácil, no está siendo fácil. Hay dolor en la resistencia y las consecuencias que provoca la ceguera y el egoísmo del grupo que querrá evitar a cualquier precio perder sus privilegios y poder, continuará negándose a escuchar, continuará analizando el contexto de forma simple y binaria, continuará avivando el odio y las diferencias. El cambio requiere del esfuerzo colectivo, de todos aquellos que renuncien a tener la razón y busquen serendípicamente poner el foco en las soluciones a los grandes problemas de la humanidad por sobre sus propias ideas. La Era digital está pariendo seres nuevos, que están fortaleciendo sus habilidades relacionales, sustentados en un genuino pensamiento ganar-ganar, en la colaboración, en la acción colectiva inspirada en un propósito común, en la búsqueda de nuevas y mejores alternativas que aporten un valor real que incorpora la sustentabilidad y el bienestar de la mayoría, como requisitos intransables.

Podemos aprovechar este período histórico como oportunidad siempre que nos atrevamos a deconstruir nuestros paradigmas analógicos y aprendamos a incorporar los hábitos y habilidades del nuevo Ser Digital con autoconocimiento, autoconsciencia y autogestión.

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Marco Fritz Castro

Proyectos sector privado

4 años

Gracias Susana por este texto que nos invita a revisarnos respecto de nuestros paradigmas, hábitos y el tipo de relaciones que sostenemos y las que necesitamos para adaptarnos culturalmente al cambio en la era digital. Lectura absolutamente recomendada.

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