La escucha activa
Parece ser que tenemos el poder de ayudar a la gente sin mover un dedo y probablemente no seas consciente de ello.
Antes de empezar quiero advertirte de los efectos secundarios de esta fabulosa habilidad. Resulta que también entenderás mejor a la gente, las personas se sentirán más vinculadas a ti y tendrás más probabilidades de conseguir lo que deseas.
Sí, estoy hablando de la escucha activa.
Poca gente sabe cómo utilizarla realmente, pero la escucha activa es una de las herramientas más importantes para relacionarte con alguien por cualquier motivo, tanto para resolver un conflicto entre vosotros como para entender sus sentimientos reales. En este artículo encontrarás un ejemplo práctico en la vida real.
¿POR QUÉ TAN POCA GENTE ESCUCHA ACTIVAMENTE?
Si esta habilidad es tan útil, ¿por qué tan poca gente se molesta en usarla?
La respuesta es que no estamos diseñados para hacerlo. Requiere un esfuerzo que no mucha gente está dispuesta a hacer.
Estamos programados para hablar de nosotros.
A la mayoría de las personas les gusta más hablar que escuchar.
Nos esforzamos por ser interesantes.
El segundo obstáculo es que existe la creencia de que para caerle bien a alguien debemos ser interesantes, lo que implica que terminemos hablando más que escuchando.
Hablando dejamos de oír nuestra voz interior.
Estamos más centrados en ganar la discusión que en escuchar.
Por último, cuando tenemos un conflicto verbal con alguien lo más habitual es que nuestra mente esté ocupada pensando en la respuesta a lo que nos están diciendo. Como asumimos que es algo en lo que no vamos a estar de acuerdo, en lugar de prestar atención nos centramos en cómo rebatir ese mensaje.
Un ejemplo práctico
– Después de la conversación de ayer con el tutor creo que voy a estudiar aeronáutica en lugar de sociología.
– ¿Aeronáutica en lugar de sociología? (parafraseas para empezar demostrando interés) ¿Por qué este cambio de opinión? (pides más información con una pregunta abierta)
– Porque me comentó que tiene muchas más salidas profesionales y que me ve más diseñando aviones que intentando entender a la sociedad…
– Pero sin embargo crees que te vas a arrepentir y estás inseguro, ¿verdad? (reflejas sus emociones de incerteza)
– Es posible. Siempre he querido estudiar sociología pero tal vez mi tutor tenga razón y sea una equivocación.
– ¿Qué piensas que ocurrirá si decides no estudiar sociología? (le haces pensar en las consecuencias de su decisión)
– No lo tengo claro… Supongo que siempre me quedará el remordimiento de no haber estudiado lo que realmente me apasionaba, incluso si encuentro un trabajo más bien pagado en otro campo.
(Haces un silencio porque acaba de sincerarse con sus emociones y quieres que las identifique) – ¿Te gustaría entonces vivir con la sensación de no haber intentado estudiar lo que querías? (clarificas sus pensamientos y sentimientos).
– Pues supongo que no…
–¿Qué ha ocurrido hasta ahora cuando has ido tomando las decisiones que tú creías convenientes sin pedir consejo a nadie? (le pides que exprese en voz alta qué ocurrió la última vez que pasó por algo parecido).
– La verdad es que nada. Hasta ahora me ha ido más o menos bien haciendo lo que yo quería hacer y no lo que se suponía que debía hacer.
– ¿Me puedes poner un ejemplo? (le pides que profundice).
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– Sí, decidí apuntarme al equipo de baloncesto a pesar de que todo el mundo decía que era demasiado bajito y ahora disfruto mucho jugando de base.
– Entonces parece que en el fondo tienes claro que vas a estudiar lo que tú quieras, ¿verdad? (le reafirmas en su decisión y resumes las conclusiones).
– Sí, creo que tienes razón.
Lógicamente éste es un ejemplo ideal, pero la idea es que seas consciente de lo que ocurre cuando utilizas la escucha activa. En ningún momento juzgas a tu interlocutor, su decisión o el tutor. Tan sólo le guías por el proceso de decisión que debería hacer el mismo tarde o temprano.
Al hacerle andar el camino que debería recorrer naturalmente para tomar una decisión es cuando se da cuenta de que su elección es la correcta y queda reafirmada. Mucho más que si intentaras convencerle mediante consejos basados en tus experiencias.
¿Y si realmente quiero escuchar pero lo que me están contando es muy aburrido?
Si no te interesa nada lo que te dice alguien, es mejor ser honesto y no fingir. Lo importante aquí es comunicarlo sin herir sentimientos porque es fácil que tu interlocutor crea que le estás diciendo que no te interesa como persona, en lugar de que no te interesa lo que dice.
En vez de “No me interesa lo que dices” puedes usar un “Disculpa, pero la realidad es que este tipo de temas no me generan mucho interés” para evitar malentendidos.
Ten presente que habitualmente las conversaciones se nos hacen aburridas porque nos quedamos en la superficialidad, en la información objetiva.
Intenta profundizar en las emociones que hay detrás del texto.
Entiende qué motiva a esa persona y por qué siente lo que siente cuando te cuenta eso. Quizás te sorprendas con la conversación que surge.
CONCLUSIÓN
La escucha activa intenta ayudar a la persona escuchada a contactar con sus sentimientos. Se trata de abandonar la superficie del mensaje para profundizar en las emociones subyacentes.
Cuando escuchas activamente tu cometido no es solucionar los problemas de quien te habla o aconsejarle de la forma más sabia posible. Tu misión es lograr que reconozca y entienda sus sentimientos para que encuentre las soluciones por sí mismo. Sólo así podrá quedar convencido de que realmente ha encontrado la mejor solución para él.
Una vez hayas superado esta primera etapa más comprensiva y empática, podrás avanzar a una segunda etapa donde estarás más legitimado para dar tu opinión, aconsejar, o persuadir desde tu propio contexto. Cuando entiendas lo que la otra persona quiere te resultará mucho más fácil comunicarte con ella.
Espero que estas recomendaciones te sirvan de ayuda en tu próxima presentación. Mucha suerte y mucho disfrute.
Y por si te quedaran dudas, siempre puedes preguntarme.
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