La fuerza de la costumbre
El otro día, al abrir la nevera, vi un cartón de leche que, a pesar de tener tapón, estaba cortado en una esquina. En ese momento, me di cuenta de lo que nos cuesta a las personas cambiar de hábitos. Por curiosidad, le pregunté a la señora que nos cocina en casa por qué lo había abierto así, me contestó que no lo había visto, que ni se había dado cuenta de que el tapón estaba ahí. Muertos de la risa, bromeamos sobre la fuerza que tiene la costumbre.
Como responsable de proyectos de transformación ágil, este ejemplo me sirve para ilustrar lo que nos encontramos en algunas organizaciones. Habitualmente, no es resistencia al cambio como tal, sin embargo, una cierta inercia, dificulta o ralentiza los procesos de evolución de las empresas. Por muy obvio que sea que debemos cambiar nuestra forma de pensar y trabajar de maneras diferentes, no lo hacemos.
Agile es la semilla perfecta para la transformación de las formas de pensar y trabajar de profesionales, equipos, departamentos e incluso organizaciones.
Para llevar a cabo la transformación ágil sólo es necesario hacer pequeños cambios, que no tienen ni siquiera que darse a la vez -¡ojalá!-, como: reflexionar sobre las actividades que llevamos a cabo desde una perspectiva más amplia, fijar las prioridades con otros criterios, velar de verdad por las personas, crear equipos más diversos y colaborativos, fomentar un liderazgo catalizador, buscar soluciones más innovadoras, compartir la información con generosidad, decidir en base a los datos que se recogen, aprender durante todo el proceso -tanto de los éxitos como de los errores-, etc.
Soy consciente de que, al igual que la señora no vio el tapón, aunque seamos muy inteligentes y profesionales, aunque tengamos mucha experiencia y ganas de mejorar, todavía muchos no sabemos por qué o cómo introducir en nuestro día a día la filosofía Agile, las metodologías, ceremonias o herramientas ágiles, cómo desarrollar o hacer más visibles nuestras competencias o comportamientos ágiles para consolidar hábitos y prácticas realmente ágiles…
Cada uno nos damos cuenta de lo que tenemos delante a nuestro ritmo, cuando nos toca, lo importante es que lo hagamos y que, cuando ocurra, podamos reírnos de nosotros mismos por haber tardado, alegrarnos de haberlo hecho y compartirlo con los demás.
¿Cómo abres tu el cartón?