La Gente Vitamina: Energía Positiva en la Vida Cotidiana
¡Hola! Hoy mi mente anda reflexiva (y, no les voy a mentir, un poco dispersa), así que decidí compartirles una epifanía: las “personas vitamina”. Últimamente he estado más atenta a la gente que me rodea, y entre chistes y charlas, me di cuenta de que, así como existen los personajes tóxicos que te chupan la energía (esos que solo de pensarlos ya me da paja), también existen estas personas que, con detalles chiquitos, te llenan de buena onda. Son esas personas que, literalmente, son vitaminas para el alma.
Todo parte en el gym, donde, si soy sincera, paso más tiempo tirando la talla que haciendo ejercicio. Si los músculos se marcaran por la risa, ya tendría el six-pack. Las chiquillas ahí me dan la dosis de energía positiva para enfrentar la maratón diaria. Entre risas y chistes mañaneros, me voy olvidando de lo que me espera en el día.
Después, llego a la pega, y el conserje, que es un amor, me recibe con una sonrisa y el Diario Financiero en mano, como diciendo “tú puedes con este día” (o tal vez piensa que leo el diario, pero él no sabe que solo busco los titulares para parecer informada). En la oficina, está Patito, que con su música de año nuevo (él sí sabe animar el ambiente), me recibe con un “hola, mi niña” y unas tostaditas que huelen a cielo (chao dieta!).
Entonces empieza el ritual de la mañana. Patito y su buena onda son mi “boost” inicial. Luego, sigue la oficina, donde las tallas van y vienen como terapia grupal. La hora de almuerzo es otra dosis de energía: risas, anécdotas y bromas (si pudiera embotellar esa energía, sería millonaria!). Y, para terminar, está Boss, el perrito de la oficina, el mejor antiestrés que uno podría pedir. Solo verlo me sube el ánimo; me recuerda que las mejores cosas de la vida son simples, como una pata de perro o una tostada calentita.
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Y aquí va la reflexión: todos podemos decidir qué tipo de persona queremos ser. Ser feliz, al final, es un tema de actitud, y yo quiero ser esa persona vitamina que anda alegrando el ambiente. Pero claro, mantener esta energía también depende de la gente con la que te rodeas. Uno no anda “vitaminado” solo, sino que se apoya en esa cadena de buena onda; si me ven triste, ahí están con un chiste o un abrazo (o alguna cosita rica). Uno no está solo, y esta cadena es como la electricidad: de buena o mala calidad, la energía siempre se pasa.
Así que, después de pensar en esto, me pregunté: ¿qué tipo de persona quiero ser? Yo quiero ser esa chispa que, aunque no esté todo el tiempo en modo zen, suma en vez de restar. Así que agradezco a mis “personas vitamina” por los detalles que llenan el día de buena onda, y los invito a que se pregunten: ¿quiénes son sus personas vitamina? ¿Y están siendo ustedes también una? Porque, al final, andar “vitaminado” es un trabajo en equipo, y, la verdad, ¡es una pega mucho más entretenida!
Ceriños <3