La Guerra Antieconómica
La guerra es la forma de conflicto socio-político más grave que existe entre dos o más grupos humanos. Es quizá una de las más antiguas de las controversias conflictivas entre grupos o países antagónicos, adquiere mayor relevancia con el comienzo de las civilizaciones, y en su acepción más conocida supone el enfrentamiento organizado de grupos humanos armados con el propósito de controlar recursos naturales o humanos, o el desarme de los vencidos, o para imponer algún tipo de ideología o religión, sometimiento y, en algunos casos, destrucción del enemigo.
Las guerras se producen por múltiples causas, entre las que suelen estar el mantenimiento o el cambio de relaciones de poder, dirimir disputas religiosas, económicas, ideológicas, territoriales, etc.
La guerra ha sido un habitual medio de resolución de problemas entre grupos a lo largo de nuestros siglos. Una guerra comienza cuando se abandona el dialogo y aparece la violencia; todo con la finalidad de someter al contendor, al que se transforma en “enemigo”.
El Diccionario de la Real Academia Española admite la acepción: “Oposición de una cosa con otra”. Por tanto no todas las guerras son enfrentamientos armados y una Guerra Económica es un conflicto donde se utilizan los medios económicos para someter al contendor, transformado en enemigo por la falta de diálogo, con la consecuente destrucción de los medios económicos del perdedor.
Es obvio que cuando los grupos contendores son de un mismo país este es el gran perdedor independientemente de cuál grupo resulte ganador dado que la destrucción de sus medios económicos genera pobreza, conflictos sociales e ingobernabilidad.
Según las reiteradas declaraciones públicas de voceros del Gobierno, en Venezuela se desarrolla una guerra económica como consecuencia de la incapacidad de resolver los conflictos por la vía del diálogo. El actor más conspicuo en esta guerra denominada económica es el Gobierno Nacional, quién para hacer valer su supremacía se ha valido, entre otras, de acciones como las siguientes:
Expropiaciones de empresas industriales, comerciales y de servicios, de inmuebles, de fincas agrícolas, restricciones para el acceso a las divisas (Es ampliamente conocida la frase “ni un dólar más para la oligarquía” y su posterior entrega a empresas fantasmas), leyes laborales, controles de precios, injerencia en la distribución de bienes y servicios, supervisiones excesivas, importaciones de bienes y servicios que se producían en el país, contrataciones de obras con empresas extranjeras, ocultamiento de parte de la información económica, uso de la justicia como arma de amedrentamiento, etc.
Según informaciones de Conindustria, los resultados de la encuesta de coyuntura industrial correspondiente al primer trimestre de 2014 revelan un panorama nada alentador. La capacidad utilizada de las empresas reportada por los encuestados descendió a su menor nivel desde el tercer trimestre de 2003, al ubicarse en 48,02%. Eso significa que los niveles de producción del sector manufacturero están por debajo del 50% por primera vez en más de 10 años.
Respecto a la agricultura y la ganadería el profesor e investigador de la Facultad de Agronomía de la Universidad del Zulia, Werner Gutiérrez, afirmó que el 2015 fue el peor año para en Venezuela en los últimos 60 años”. Y es que en el país “desde 2007 venimos en una tendencia de marcada caída en la superficie sembrada y por supuesto en los productos cosechados en la parte vegetal”. En el caso de 2015, Gutiérrez enfatizó que la superficie de siembra del período correspondiente a abril y mayo disminuyó en promedio un 25% en comparación con la época de siembra “norte verano” que comenzó en noviembre de 2014.
Los efectos sobre la población venezolana de la destrucción de parte del aparato productivo del país, potenciados por la drástica caída de los precios del barril de petróleo, los cuales cada vez más se acercan a los costos de producción, están siendo devastadores.
En las elecciones de los diputados de la Asamblea Nacional, efectuadas el pasado 6 de diciembre, los resultados le fueron ampliamente adversos al Gobierno por su incapacidad de dialogar para resolver los conflictos y por usar su poder económico para destruir a sus opositores.
Los electores en forma mayoritaria comprendieron lo antieconómico de los resultados de la ofensiva económica y se pronunciaron a favor de la Paz Económica. Ojalá que ambos grupos puedan entender e interpretar dichos resultados. El panorama económico al cual nos han llevado las erradas políticas económicas y la caída de los precios del petróleo, no puede ser peor y se requiere el concurso de todos los factores de la economía para detener la caída del PIB y echar las bases para la recuperación del aparato productivo del país, que no resistirá la continuación de las confrontaciones económicas.