La sentencia que ganó la guerra.

Las guerras son siempre crueles y todas concluyen irremediable con la claudicación de uno de los bandos o con una tregua inconforme.

 

Esta guerra de la que os hablo enfrentaba al bando de los "alienados" con los Atlánticos, siendo estos últimos un grupo de 50 fieros guerreros unidos por su firme determinación en liberar a la humanidad del trabajo infrahumano.

 

Harto de sufrimiento y en medio de la batalla el líder de los Atlánticos pidió parlamento.

 

A plena voz gritó hacia el líder de los "alienados": ¿A qué se dedican tus hombres?

 

- "Yo soy oficinista" - Respondió el más cercano.

 

- "Yo soy periodista" - Respondió otro.

 

- ¿Y vosotros Atlánticos cuál es vuestra profesión? - Preguntó mirando hacia su bando.

 

Y se hizo un silencio que el líder Atlántico llenó con la sentencia que ganó la guerra pues era tan evidente que los "alienados" que quedaban en pie no tuvieron más remedio que cambiar de bando:

 

- "Ninguno de tus hombres ha levantado jamás un saco, cuando lo hagan se vendrán a mi bando“ fue esta sentencia que acabó con la contienda.

 

El ser humano es maravilloso, no lo uses para apilar sacos. 

 

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