La hazaña humana frente a otros seres

"¿Qué quisiste decir? No entendí nada. Mejor déjalo así antes que nos vayamos a los golpes. Deja de hablar tonterías o locuras. Aterriza, déjate de abstracciones que no dan plata". Frases hechas o asociaciones de ideas como estas son comunes hoy en día entre los seres humanos, que sólo han aprendido a hacer quiebres mentales artificiales entre lo empírico y lo sagrado, creyendo que así pueden hacer ciencia y creer en Dios, como en la época del racionalismo dogmático, que mediante teoremas a priori lógicos y matemáticos también hacían ciencia y podían probar la existencia de Dios hasta la irrupción de las leyes de Newton.

La influencia del empirismo, ateísmo y racismo de David Hume y el racionalismo dogmático de René Descartes en Immanuel Kant lo llevó a construir un sistema filosófico, dominante hoy en día, que consistía en hacer ciencia probando la existencia de Dios mediante el cumplimiento del deber para así reclamar una fe digna. Y eso es lo que realmente hacen los cristianos.

A los creyentes se le permite hacer ciencia, de ahí que existan médicos, ingenieros, físicos, abogados cristianos, etc, siempre que cumplan el deber social de ir a misa, rezar el rosario, orar, trabajar ocho horas, casarse y tener una familia, para reclamar así una fe digna sin derecho a rebelarse ante las autoridades. Pero el deber es un anticoncepto que anula la facultad conceptual de cognición del ser humano, y el cristiano no le interesa más nada que hacer lo que se viene haciendo desde el giro copernico de Kant.

El triunfo del anti ideal parecía inevitable: lo incognoscible, lo inalcanzable y lo insoportable del mundo natural hasta la llegada del Objetivismo de Ayn Rand, quien logra desarrollar por primera vez una teoría de los conceptos de la racionalidad, excluyendo los nombres comunes y los conceptos místicos.

El objetivo de esta teoría de la omisión de medidas consiste en que los significados y definiciones de conceptos como resultado de las abstracciones que hacemos sean objetivos, siguiendo un método de identificación y clasificación en un proceso de diferenciación e integración de cosas que existen en la realidad.

Exige enfocar la mente estableciendo los linderos entre fe y razón, para dejar libre a esta última como facultad autónoma del universo. Para comprender este mundo natural, la razón es la clave. No vale la aberración de evadir para justificar la maldad del colectivo al cual pertenecemos, como ocurre con los curas y pastores pedófilos, y políticos corruptos.

Enfocada la mente entramos a la etapa del conocimiento, de la comprensión de los fenómenos naturales siguiendo las reglas de la lógica: principios de no contradicción y ley de causalidad, reducida arbitrariamente por David Hume a meras suposiciones.

Como la formación de los conceptos es en gran parte un proceso matemático, lo primero que observamos es aritmético: una secuencia de pasos históricos y empíricos de forma aleatoria al parecer sin ninguna relación una con otra. Vemos que los individuos han existido desde una determinada época histórica, pero implícitamente sabemos que tienen características comunes: cerebro, pies, brazos, manos, hígado, etc, salvo mutaciones o problemas congénitos.

Sabemos que los seres humanos son lo que son y que no pueden actuar contrario a su identidad. No pueden comportarse como perros, gorilas y leones, aunque actúan así muchas veces: delincuentes y autoridades. Entonces pensamos que es imposible ser razonables, que no existe una característica esencial que nos distinga de los animales superiores y estamos condenados a la maldad y las guerras, así que solo la fe nos cuidará de la depravación moral del mundo natural porque no creen en Dios, una triste noción inculcada por Juan Calvino y muy arraigada actualmente.

Es correcto que compartimos la conciencia perceptiva o aritmética con los animales superiores, con la enorme diferencia que en ellos es inocente, en nosotros es deliberadamente mala. La neurociencia la llama memoria perceptiva, es de la más primitiva que poseemos, de ahí nuestras reacciones emocionales a cualquier estímulo exterior incómodo.

La hazaña humana que nos distingue de ellos es la capacidad que tenemos de conceptualizar, de ir más allá de frases hechas, asociaciones de ideas, sensaciones retenidas e integradas en percepciones en forma automática y de actuar por instinto. Podemos captar que los seres humanos tienen alguna forma u otro atributo de ojos, hígado, cabeza, brazos, capacidad conceptual, pero puede ser cualquier forma o atributo de ojos, hígado, cabeza, brazos, capacidad conceptual.

Puede ser que un individuo tenga los ojos grandes, hígado graso, cabeza chica, brazos largos y una enorme capacidad para razonar frente a otro que tiene los ojos pequeños, hígado sano, cabeza grande, brazos cortos y raras veces se enfoque para razonar, evade constantemente enfocándose lejos de los hechos concretos.

La conciencia conceptual es la conciencia algebraica del ser humano, siendo la facultad conceptual de cognición la característica esencial que nos distingue de los animales superiores y otras especies de organismos vivos. Solo conceptualizando podemos entendernos en este mundo natural y dejar de actuar emocionalmente, que sólo conduce a la maldad y las guerras, en un claro desprecio por la vida y libertades de los ciudadanos de las sociedades.






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