La Hibristofilia que corre por nuestras venas
El Rey del Carón. Barandash Karandashich.

La Hibristofilia que corre por nuestras venas

Hace un par de años, escuché a un 'empresario' mexicano decir que él financiaba sus proyectos con las monedas que guardaba en el cenicero de su auto. En ese momento, no le di mucha importancia, ya que tenía la esperanza de que se uniera como inversionista a mi proyecto de tecnología. Sin embargo, con el paso de las semanas, descubrí por qué esa persona pensaba que esa frase, que parecía un chiste, era algo común en el estilo de liderazgo empresarial en México.

No tengo duda de que una de sus mejores habilidades era estar bien conectado en el circuito político-empresarial de ese México que olía a cubitas de ron y sufría de jaquecas matutinas debido a las comidas a las que había que asistir para obtener el favor de compartir recursos. Pero en ese momento me di cuenta de que agarrarle la pata a la vaca te convierte en el asesino de la vaca. Desilusionado una vez más, decidí dar marcha atrás con mi ingenua intención de encontrar un socio y empecé a reflexionar sobre cómo los términos 'empresario' y 'líder' han perdido todo su valor y credibilidad.

Hoy en día, tenemos líderes de la industria corruptos, ambiciosos, carentes de empatía, sin escrúpulos y con una carencia aún mayor: la falta de amor por lo que hacen. Estos líderes solo mueven un dedo si eso se traduce en números. No hay inversión a largo plazo ni desarrollo que valga. El concepto es muy básico: el capitalismo banquetero se basa en maximizar la rentabilidad, sin darse cuenta de que esto nos cierra oportunidades a todos en el ecosistema, impidiendo nuestro crecimiento, creación y evolución.

Lo peor de todo es que nos han inculcado una especie de atracción hacia estos delincuentes, una filia que lleva por nombre hibristofilia. Nos equivocamos en nuestros juicios morales y aplaudimos a cualquiera que haya tenido éxito económico y profesional, sin importar si ha copiado, eliminado, silenciado, golpeado o incluso asesinado a su competencia. Suena muy shakespeariano, pero al escuchar cómo las corporaciones toman control de la sociedad, limitando las oportunidades y aniquilando la posibilidad de un futuro mejor, el adjetivo 'romántico' se queda corto al describir la tragedia humana en la que vivimos en el ámbito corporativo y profesional.

Siempre hay tiempo para cambiar, para replantear los fundamentos de un sistema que no nos está funcionando. Como se dice, la educación y el sentido común nos permitirán actuar correctamente. Nunca es tarde para empezar de nuevo, sobre todo porque el futuro pertenece a nuestros hijos, sobrinos y nietos, quienes deberán luchar por su valía profesional con piedras y palos.

Aquí se plantea una reflexión que resonará y tomará forma en sus mentes. Expresa lo que sientes, porque hoy estamos en un momento en el que nuestro valor personal es lo más importante.

¡Que viva la revolución de nuestras mentes!

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