La hipocresía navideña
Dicen -Llegó diciembre- Ese mes en el que todos nos convertimos en versiones mejoradas de nosotros mismos, como si una fábrica de buenos propósitos se hubiera puesto a funcionar. De repente, la gente que normalmente te ignora en el pasillo del trabajo empieza a desearte "felices fiestas" con una sonrisa más grande que la de un niño en una tienda de dulces. ¡Es un milagro!
Pero, seamos sinceros, esta felicidad navideña es un poco como el papel de regalo: brillante por fuera, pero frágil y fácil de romper. En tres semanas, la amabilidad se esfuma más rápido que las galletas en la mesa de Nochebuena. ¿Te acuerdas de esos amigos que prometen ser más sociables? ¡Sí, esos! A partir del 7 de enero, vuelven a ser los mismos seres humanos que olvidan tu cumpleaños.
Y lo mejor es que ahora vivimos en un mundo donde el "me gusta" se ha convertido en la moneda social más valiosa. La gente prefiere publicar su cena navideña perfecta, con el pavo dorado y las luces brillantes, que invitar a alguien a compartirla de verdad. Es como si los algoritmos nos dijeran: "¡No te preocupes por lo real! Solo asegúrate de que tu muro brille más que la bola de Navidad del vecino".
Mientras tanto, hay personas que no tienen ni una migaja para comer y que no pueden permitirse el lujo de buscar la felicidad en una pantalla. Es fácil olvidarlo cuando estamos tan concentrados en mostrar lo felices que somos con nuestros filtros y hashtags. Pero la realidad es que detrás del brillo digital hay historias reales y corazones necesitados.
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Así que este año, mientras te preparas para sacar esas fotos perfectas con tus amigos y tu familia (y no olvides el ángulo correcto), piensa también en lo que puedes hacer por quienes realmente lo necesitan. ¿Por qué no usar parte de esa energía festiva para hacer algo bueno? Tal vez donar algo a una causa local o simplemente invitar a alguien a pasar las fiestas contigo.
Al final del día, la verdadera magia navideña no está en las luces o los regalos caros; está en las conexiones auténticas y los momentos compartidos. Así que brinda por lo real, por esas risas genuinas y por todos esos momentos imperfectos que hacen la vida tan especial.
Recuerda: ¡la vida es demasiado corta para solo aparentar! Así que deja el filtro a un lado esta Navidad y disfruta de lo auténtico. ¡Felices fiestas - H!