La honestidad como valor de posicionamiento
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La honestidad como valor de posicionamiento

"La hermosura que se acompaña con la honestidad es hermosa, y la que no, no es más que un buen parecer". (Miguel de Cervantes)

Sumergidos en una sociedad excesivamente mediatizada por la 'apariencia', la escala de valores de referencia se diluye bajo una cortina de niebla de hipocresía.

La lucha por la diferenciación, la relevancia y la singularidad frente a la masa, nos han llevado en muchos casos hacia una priorización de las formas por encima de los fondos. Una circunstancia que acostumbra a conducirse hacia derroteros en los que imperan la vanidad, las medias verdades e, incluso, la mentira directa y sin algodones.

La era digital ha puesto en nuestra manos y en nuestros egos la posibilidad de proyectarnos más allá de lo que nunca pudimos imaginar. Tanto es así, que la vanidad se ha convertido en uno de los pecados más capitales en nuestros días. Un pecado que crece a la sombra de la obligación que tenemos -tanto marcas como personas- de 'definirnos' ante los demás, al objeto de establecer un posicionamiento de valor que permita 'distinguirnos y vendernos' pública y privadamente.

Como consecuencia de este frenesí por destacar, la incorrecta interpretación del social media nos ha llevado a confundir los términos lógicos sobre los que se debería asentar el posicionamiento. La búsqueda de 'fama y relevancia' se ha demostrando como uno de los peores caminos para lograr una comunicación eficaz. Y el dicho, 'quien mucho abarca, poco aprieta', parece manifestarse dolorosamente como resultado de ese afán trascendente.

Las estrategias de marketing buscan resultados, y las personas cuando se comunican, también. Tanto los que emiten, como los que escuchan y responden, buscan cumplir con unos objetivos y expectativas basadas en 'realidades'.

De este modo, los mensajes deben articularse de forma que no pierdan la esencia de verdad, inherente a quien busca generar 'confianza'. La proyección de aquellos que se muestran de forma 'honesta' ante los demás se amplifica gracias a su enorme valor emocional, asentando las bases de un contacto cercano, fiable y perdurable.

Así, la honestidad se constituye como el valor primigenio a la hora de generar confianza... Una confianza que permitirá consolidar una percepción positiva en el público, sobre la que se afianzarán las bases de la reputación.

Quiero creer que el modelo de comunicación actual tenderá a convertir la honestidad en el ansiado valor diferencial al que todos aspiramos. Un camino que debe dibujarse a través de la senda de la verdad y no de la apariencia; de la realidad y no de la falsa expectativa; de la sinceridad y no de las medias verdades...

Y es que, a la hora de construir un posicionamiento diferencial y de calidad, la mejor manera de conseguirlo es a través de la verdad, 'siendo honestos con nosotros mismos y con los demás'... Una honestidad que, a buen seguro, algún día Google agradecerá e indexará.

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