La inmediatez en la era digital: ¿quién es realmente el maleducado?

La inmediatez en la era digital: ¿quién es realmente el maleducado?

Recientemente, leí un artículo de Ramón Oliver en la revista Ethic titulado "Hágame caso por tierra, mar y WhatsApp,"que plantea una cuestión muy relevante en nuestros tiempos: estamos tan habituados a que nuestras demandas de atención sean atendidas de inmediato que, cuando esto no sucede, nos sentimos ofendidos o, incluso, desdichados. ¿Por qué deberíamos buscar excusas para no responder a esos requerimientos a la velocidad del rayo? En un mundo donde un simple mensaje de WhatsApp puede generar expectativas de respuesta instantánea, vale la pena detenerse y reflexionar sobre lo que esto dice de nosotros y de nuestra cultura de la comunicación.

La frase que más me impactó del artículo fue: "en general, el maleducado no suele ser quien demora la respuesta, sino quien la exige." Este simple enunciado nos invita a repensar nuestras dinámicas comunicativas. Nos hemos acostumbrado a medir nuestra capacidad de respuesta en segundos, como si nuestras relaciones personales y profesionales fueran tan veloces y precisas como un pit stop de Fórmula 1. Pero, ¿qué estamos sacrificando en el altar de la inmediatez?

La tiranía de la mensajería instantánea

En la actualidad, muchos de nosotros vivimos bajo la tiranía de la mensajería instantánea. Aplicaciones como WhatsApp han transformado la manera en que nos comunicamos, acortando los tiempos de espera y haciendo que el silencio se interprete casi como una afrenta personal. Los famosos tics azules, indicadores de que un mensaje ha sido leído, se han convertido en pequeños tiranos de nuestro día a día, exigiendo respuestas rápidas y sin demora.

Sin embargo, la velocidad de respuesta no siempre debería ser nuestra prioridad. La verdadera calidad de una comunicación no se mide en la rapidez de la respuesta, sino en su contenido y significado. Nietzsche decía que había que aprender a no responder inmediatamente a un estímulo, a entrenar el arte de aplazar las decisiones y las acciones. Quizás, como sugiere el filósofo, deberíamos recuperar la práctica de tomarnos nuestro tiempo, de reflexionar antes de responder. Después de todo, la prisa es terreno abonado para la precipitación y el error.

La presión de responder: un reflejo de inseguridades modernas

¿Por qué nos sentimos tan presionados para responder inmediatamente? Tal vez sea porque, en algún nivel, hemos asociado la velocidad con la eficiencia, y la eficiencia con el valor. Vivimos en una época donde se valora la multitarea, la productividad y la constante disponibilidad. Pero esta forma de vivir y trabajar puede llevarnos a la ansiedad y al agotamiento. Nos hemos acostumbrado a creer que estar ocupados y disponibles todo el tiempo es un signo de éxito. Sin embargo, esta mentalidad también puede ser un síntoma de inseguridad y falta de control sobre nuestras propias vidas.

Nos hemos vuelto tan dependientes de la gratificación instantánea que nos resulta difícil aceptar el hecho de que alguien necesite tiempo para pensar, reflexionar o simplemente estar desconectado. Pero, ¿no es eso precisamente lo que hace valiosa a una respuesta? El tiempo y la consideración son ingredientes esenciales en cualquier comunicación significativa. Si todo es inmediato, nada es realmente profundo.

El impacto de la inmediatez en el ámbito profesional

En el ámbito profesional, esta cultura de la inmediatez puede ser particularmente problemática. Las expectativas de respuestas instantáneas pueden afectar la productividad, la calidad del trabajo y la salud mental de los profesionales. Cuando los profesionales sienten que deben estar disponibles todo el tiempo y responder a cada mensaje al instante, se ven obligados a interrumpir su flujo de trabajo y su concentración. Esta interrupción constante puede llevar a una disminución de la eficiencia y a un incremento en los errores, ya que las personas no tienen el tiempo necesario para pensar profundamente o analizar cuidadosamente las situaciones antes de responder.

Además, la presión para responder de inmediato puede llevar al agotamiento y al estrés. El sentimiento de estar constantemente "conectado" y accesible puede impedir que los profesionales se desconecten realmente del trabajo, incluso fuera de las horas laborales, lo que afecta negativamente su bienestar y equilibrio entre la vida personal y profesional.

¿Qué podemos hacer para resistir la presión de la inmediatez?

Quizás la respuesta no esté en las tecnologías que utilizamos, sino en cómo elegimos usarlas. Podemos empezar por ser más conscientes de nuestras expectativas y más respetuosos con el tiempo y las circunstancias de los demás. Reconocer que cada mensaje no requiere una respuesta inmediata es un buen comienzo. Podemos permitirnos el lujo de no estar disponibles en todo momento, de establecer límites y de priorizar nuestras respuestas según su importancia real, no su urgencia percibida.

Podemos recordar que, como decía el artículo de Ramón Oliver, "en general, el maleducado no suele ser quien demora la respuesta, sino quien la exige." Sería útil recordar que no responder inmediatamente no es una señal de desprecio o desinterés, sino una elección consciente de dar a cada interacción el tiempo y la atención que merece. A veces, la respuesta más educada y considerada es la que se toma su tiempo.

Volviendo a lo esencial: la importancia de la calidad sobre la velocidad

En un mundo que se mueve a la velocidad de la luz, tal vez deberíamos hacer una pausa y valorar la calidad de nuestras interacciones sobre la cantidad de ellas. Tomarnos un momento para pensar, reflexionar y responder con consideración podría ser la clave para una comunicación más efectiva y significativa. Después de todo, las prisas nunca fueron buenas consejeras. La verdadera cortesía reside en valorar el tiempo y las palabras, no en la velocidad de la respuesta.

Podemos aprender a aceptar que, en muchas ocasiones, el silencio es simplemente un espacio para pensar, y que ese espacio es tan necesario como la respuesta misma. Si podemos aprender a valorar el silencio y la pausa, tal vez también podamos redescubrir una forma de comunicación que sea más humana, más reflexiva y, en última instancia, más gratificante.

Juan Cuesta

Customer & Digital Experience Specialist en la Industria del Fitness #CX #CustomerExperience

1 mes

Gracias por compartir esto! Vivimos en esa inmediatez diaria, y a veces no nos damos cuenta que tomar un tiempo es esencial. Creo además que se nota en muchos ámbitos, como en el aprendizaje de cualquier cosa, o en la espera de resultados que requieren tiempo. Todo para ya! 🥴🥴

"Si todo es inmediato, nada es realmente profundo" 💜

Carlos Moros

Jugador de Fútbol Profesional | PhD Candidate | People & Culture | Liderazgo | Gestión de Talento & Soft Skills | Gestión Deportiva

1 mes

Me encanta, Álvaro Merino. Sobre todo, en ocasiones se nos olvida algo básico y primordial. La libertad que tenemos cualquier persona al escribir un mensaje es la misma que tiene el destinatario para poder tomarse el tiempo que desee, tanto para contestar como para no hacerlo. Un abrazo y gracias por compartir por la reflexión.

Raquel Benavides

Cap d'Espòrts en Conselh Generau d'Aran

1 mes

MERCI Álvaro por hacernos reflexionar en esta nueva semana 🙏🏼 El otro día llegó a mi el concepto Work-Life Balance…, ahora me llega tu mensaje… 🔆 Conciencia y equilibrio ✨♻️

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