La inteligencia plateada.
Quienes rondan los cincuenta años son personas dinámicas y vigentes, pero al mercado y a las empresas le sigue costando ver la oportunidad de contar con su conocimiento a la hora de tomar personal. ¿No es momento de un cambio de mentalidad?
Una película anoche, me disparó un tema que viene rondando en mi cabeza hace tiempo: la renovación laboral de los +50. Para evitar el spoiler, diré que mujer exitosa de 56 años ve peligrar su carrera por estar perdiendo vigencia. ¿Pero qué pasa en la vida real?
Haciendo una pequeña investigación en internet, los resultados revelan que dentro de esa franja etaria, quienes más buscan trabajo son mujeres. Y si seguimos en el campo de lo real, es válido suponer que no todas son exitosas.
Este grupo de edad está muy lejos de lo que podría ser hace algunos años. Se trata de una población formada, activa y con capacidad para reinventarse. En otras palabras: tiene vigencia.
Hay que apuntar a un cambio de mentalidad en las empresas y en el mercado. Alejar esa idea del siglo pasado, en la que se percibe a los cincuentones más cerca de planear su retiro que de pensar en una reconversión laboral. Este cambio tiene que ver con la cultura del descarte.
Cultura de la vigencia vs cultura del descarte
¿Qué supone ser vigente? Es estar actualizado. Y esto, en el contexto de la sociedad contemporánea, significa mucho. Inmersos en un mundo de permanente aggiornamento en todas las áreas, la inmediatez en la información obliga a estar al tanto de muchísimos aspectos que -es posible- no tengan que ver con la formación inicial con la que comenzaron su vida laboral.
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Con la pandemia del Covid-19, y el enfriamiento de la economía, muchas personas se vieron obligadas a buscar nuevos ingresos en modalidad homeoffice. El grupo de edad al que hacemos referencia fue de los más afectados, ya que implicó actualizarse en el manejo de la computadora y un conocimiento más profundo del uso de las redes sociales, entre otras cosas. Y salvó con honores! Hoy por hoy existen muchísimos cincuentones trabajando desde su casa y brindando servicios.
La cultura del descarte, en cambio, es todo lo contrario. Es el use y tire. En términos ambientalistas, es no reciclar.
¿Pero qué pasa con las empresas? ¿Están dispuestas a brindar formación y capacitación a estas personas para desarrollar proyectos y ocupar lugares de trabajo? En definitiva, a no descartarlas y darle una oportunidad a todo ese potencial. Ya demostraron que pueden hacerlo.
Volvamos al concepto de vigencia. Es un cambio cultural al que hay que apuntar. Es aprovechar el background que poseen estas personas, sus soft skills.
Lograr equipos diversos, desde todo punto de vista, solo puede enriquecer a los grupos de trabajo, y a la postre, a la propia empresa.
Un final feliz para esta película.