La inutilidad de los "políticos" ante la catástrofe de la DANA: Un fracaso de proporciones criminales.

La inutilidad de los políticos ante la catástrofe de la DANA: Un fracaso de proporciones criminales

Este octubre de 2024, la DANA ha dejado a Valencia sumida en la tragedia. Cerca de 150 vidas perdidas, barrios enteros anegados, y un daño humano y económico que tardará años en sanar. Localidades como Catarroja, Algemesí y otras áreas sufrieron inundaciones devastadoras, carreteras intransitables y un sistema de vías ferroviarias destrozado. En una situación de este calibre, con personas atrapadas en sus casas, pérdidas irrecuperables y familias al límite, un estado de alarma y la movilización inmediata del ejército eran medidas necesarias, no opcionales. Como estudiante que ha tocado algo de derecho, no puedo entender cómo se permitió que la inacción política agravara esta catástrofe hasta tal punto.

Un estado de alarma ignorado: cuando la incompetencia es casi criminal

Ante una DANA con tales efectos destructivos, la declaración de un estado de alarma hubiera sido el único acto responsable. Pero nuestros líderes no movieron un dedo. En lugar de enviar ayuda inmediata, socorristas, efectivos militares y provisiones a las zonas más afectadas, prefirieron mantenerse en sus cómodos despachos. No se habilitaron refugios adecuados, ni se organizaron evacuaciones preventivas, ni se lanzaron avisos certeros. Mientras el barranco de Catarroja se desbordaba y las aguas arrasaban todo a su paso, nuestros políticos parecían simplemente ausentes.

Infraestructuras obsoletas, sistemas de prevención inexistentes y excusas baratas

Valencia ha quedado reducida a escombros, y no es solo la fuerza de la naturaleza la que debemos culpar. Es la dejadez, la negligencia y la incapacidad de una clase política que ha fallado a los ciudadanos. El sistema de alcantarillado reventó a las primeras lluvias, las vías del tren quedaron hechas añicos, y las carreteras se convirtieron en ríos improvisados. Esto es el resultado de años de recortes, de promesas rotas y de proyectos eternamente pospuestos.

Es hora de exigir responsabilidad y de señalar a los culpables

Lo que Valencia ha vivido no es una simple catástrofe natural: es una catástrofe humanitaria agravada por la incompetencia y la cobardía de quienes tenían el poder de hacer algo. Es hora de poner los puntos sobre las íes. Esto va más allá de un desastre meteorológico; hablamos de la absoluta falta de planificación y de la irresponsabilidad de los líderes que ignoraron la gravedad de los hechos. Los ciudadanos de Valencia merecen respuestas, merecen respeto y, sobre todo, merecen un cambio. Porque mientras estos políticos sigan sin tomar responsabilidades, Valencia seguirá expuesta, vulnerable y sola ante la próxima tragedia.

¿Quién pagará el precio de este desastre? Nosotros. (como siempre) ¿Y quiénes deben asumir la culpa? Ellos.

No podemos aguantar más.

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