La lección de Karolina Pliskova
El deporte siempre puede darnos buenas enseñanzas, y casualmente, no estamos hablando de fútbol…
Muchos académicos, escritores y empresarios únicamente contemplan al deporte más popular como epicentro de sus analogías y dejan de lado, a lo mejor por falta de conocimiento y de pasión, a otros como el tenis, el básquet o incluso a los de contacto extremo como el yudo o las artes marciales mixtas.
Hace unos días, en los cuartos de final del Abierto de Australia, en lo que a la postre fue un partidazo por todos los condimentos que tuvo, Karolina Pliskova derrotó a Serena Williams por 6-4, 4-6 y 7-5, levantando cuatro puntos de partido en contra tras encontrarse 1-5 en el set decisivo…
La menor de las hermanas Williams es un monumento viviente, ganó absolutamente todo lo imaginable, por lo que con toda justicia, consiguió el estatus de “leyenda” del tenis femenino. Con todo esto quiero decirte que muchas veces provoca la intimidación en sus rivales.
Hablando de emociones, podemos puntualizar varios conceptos fundamentales analizando el desempeño de ambas protagonistas… Comencemos con Karolina:
Al encontrase al límite del descalabro y con todo el estadio dictando una inapelable sentencia derrotista, confió en sus posibilidades y pensó no en todo el partido ni en lo que la rodeaba, sino en focalizarse game a game, punto a punto, emoción por emoción, sin dejarse llevar por la atmósfera ni por el pesimismo de una gesta poco probable y dificultosa hasta ese entonces.
En situaciones como la descripta, es muy frecuente que aparezcan pensamientos desalentadores o el innegable abatimiento que te comunica las siguientes palabras: “Ya está, es imposible” “¿Para qué voy a esforzarme si tendría que pasar un milagro para que lo logre”.
El hecho de subdividir una meta en pequeños pasos desafiantes, consistentes y factibles de realizar nos energiza ferozmente y nos alienta a cumplir lo que sigue inmediatamente con toda la fuerza posible. Vemos que es probable y que podemos, y que el anhelo ferviente, es el paso inmediato…
Representa un despojo total de la ansiedad y de las preocupaciones innecesarias de pensar las consecuencias que va a tener perder el partido. Es centrarse en vivir el momento y en dar lo mejor de mí persona en este instante, eliminando todo ápice de angustia pasada (¿Por qué fallé ese revés tan fácil?) . Si a todo esto y en el escenario tensionante que se vivía, le agregamos el DISFRUTE, tenemos el combo completo.
Todos los que hemos jugado alguna vez al tenis sabemos como permanece resonante en nuestras mentes cuando cometemos algún error infantil y como esa vivencia nos afecta en los puntos futuros. No podemos sacar esa perturbadora jugada de nuestra cabeza hasta que desplegamos alguna acción fabulosa que borra lo anterior, y si no lo logramos, probablemente entremos en un círculo fatal de desconcentración, reproches, enojos y bronca.
Por toda esta cuestión, la entereza mental de la checa fue admirable en todo sentido. ¿Cuántas veces vemos proyectos que se abandonan por falta de paciencia que si hubieran mantenido las ilusiones un tiempo más serían realmente muy exitosos? Muchas, la verdad…
Aquí, cuando esto último sucede por caprichos o por no saber esperar, claramente se reconoce la falta de Autoconocimento y la escasa capacidad de Resiliencia para hacer frente a momentos complicados y a situaciones desagradables.
Lo de Serena es otra historia, una torecedura de tobillo la llevó a imaginar escenarios desfavorables y a paralizarse, a querer cerrar rápido el partido y a presionarse con el tan mentado récord de ser la más ganadora de Grand Slams de todos los tiempos…
Se sintió vulnerable y se desconcentró, y más allá de notar su falta de agudeza emocional en este partido puntual, no debemos dejar de reconocer el gran manejo de los sentimientos que mostró a lo largo de su carrera. Todos podemos tener un mal día.
Vieron como un simple encuentro tenístico nos puede ayudar a aprender sobre Inteligencia Emocional… Para tenerlo en cuenta.